viernes, 23 de diciembre de 2016

La era del diamante: manual ilustrado para jovencitas, de Neal Stephenson

                La era del diamante: manual ilustrado para jovencitas, del estadounidense Neal Stephenson, fue publicada en 1996, y recibió los premios Hugo y Locus. Tiene 672 páginas de extensión.
                Nos encontramos ante una novela de ciencia ficción ambientada en un futuro donde la nanotecnología ha evolucionado hasta tal punto que la sociedad se ha transformado de forma radical adaptándose y creando un sistema de phyles o tribus, clanes o como se les quiera llamar, los cuales tienen sus propias características y gobierno, y cuya extensión es transnacional. La mayor parte de la acción transcurre en territorio de lo que hoy día es China, concretamente en Shanghai.
                La trama transcurre a lo largo de varios años, y se compone de la historia de varios personajes cuyas vidas se encuentran relacionadas por el objeto que da título a la novela: el manual ilustrado para jovencitas.
                El narrador en tercera persona sigue las andanzas de los personajes. En cuanto a éstos, no hay un protagonista claro. Hay un aristócrata, un ingeniero, un juez, dos niños, una actriz, un doctor… algunos de ellos con más protagonismo, otros desaparecen en un determinado momento y luego vuelven a aparecer, otros desaparecen sin más y no se vuelve a saber de ellos. Están bien construidos, y aunque en algunos se echan en falta mejores detalles sobre su evolución, no es algo tan grave que pueda llegar a suponer un defecto.
                El ambiente está muy logrado. Se muestra a una sociedad china evolucionada, pero con vestigios de su pasado cultural. Una época en la que la tecnología es el alma y la base de la civilización. Hay también múltiples referencias a hechos, costumbres y formas de vida que la evolución tecnológica ha llevado a la obsolescencia, y cómo la sociedad se ha ido adaptando a los cambios.
                En cuanto al tema, hay dos fundamentales: uno es la nanotecnología y sus implicaciones en la vida diaria. Y el otro, y desde mi punto de vista, mucho más interesante, es la educación. Me refiero a educación formal, de la que se obtiene en los colegios o, como muestra en esta novela, en otros medios alternativos. El tema está tratado con mimo y, si bien al final queda algo confuso lo que el autor pretendía transmitir, sí que deja muchos interrogantes y puertas abiertas a las especulaciones del lector, o sea, que da que pensar.
                El ritmo, pese a la extensión de la historia, es adecuado. Sin embargo, hay algunos pasajes que me han resultado confusos, y no los he entendido bien, no sé si por fallos de la traducción o por un fallo mío como lector (de atención, por ejemplo). En cualquier caso, las tramas individuales de los personajes van avanzando y se van entrelazando sin grandes puntos muertos. Algunas veces el ambiente se describe de forma exhaustiva, y otras veces todo lo contrario, pero el efecto en el ritmo no se deja notar demasiado.
                Bien. Es la segunda novela de este escritor que pasa por mis manos. Me gusta mucho los amplios conocimientos que se nota que maneja sobre tecnología (informática, principalmente), y cómo los plasma con metáforas, cómo los retuerce y les da nueva forma, llevándolos al límite en su obra. Comparando La era del diamante y Anatema, veo que, sin duda, están escritas por el mismo autor. Se nota que han transcurrido muchos años entre la publicación de cada una de ellas, pero se ve ese nexo común, esa forma de redactar, esos temas recurrentes: tecnología, artes marciales, fragmentación de la sociedad, moral relajada en un futuro más avanzado (pero no por eso mejor)...

                Aunque me ha parecido bastante buena, se me ha hecho pesada en algunos momentos. Tal vez porque no captaba la idea de lo que quería transmitir el autor, por falta de detalles o bien por una exposición farragosa. En cualquier caso, es una buena obra de ciencia-ficción, con ideas interesantes, que me ha hecho reflexionar en algunos momentos. Aún tengo por ahí Criptonomicón y Snow Crash. Cuando pase un tiempo, volveré con este autor, porque tiene un estilo que me resulta llamativo, y las ideas que expone me parecen de lo más interesante.

lunes, 5 de diciembre de 2016

Falcó, de Arturo Pérez-Reverte

                Falcó es la última novela de Arturo Pérez-Reverte, publicada en 2016. Tiene 296 páginas, y todo apunta a ser la primera novela de la serie que protagonizará el personaje que se da a conocer en esta primera entrega: Lorenzo Falcó.
                Se trata de una novela negra de espionaje, ambientada en los años 30, en los comienzos de la Guerra Civil española. Los movimientos del protagonista por el territorio nacional muestran un paisaje histórico bien documentado, donde el lector se puede hacer una idea de qué ambiente se respiraba en ambos bandos del conflicto, y qué tipo de personas tomaban parte en él, y cómo lo vivían. Es por ello que esta novela tiene tintes de novela histórica, que no llega a ser tal porque los datos históricos sólo forman parte del escenario en el que se desenvuelve la historia.
                El narrador omnisciente está centrado en el protagonista, y sigue sus andanzas en una trama lineal, que sólo queda pausada en determinados momentos para recalcar alguna anécdota del pasado de Falcó.
                En cuanto a los personajes, esperaba algo más de Pérez-Reverte, ya que todos, incluido el protagonista, me han parecido estereotipos que, aunque bien encajados en la historia, me daba la sensación de haberlos visto una y otra vez en otros sitios.
                El estilo sin duda es el punto fuerte del escritor, y aquí lo demuestra en una obra ágil, amena, que hace al lector viajar a otra época y ver “qué se cocía” entonces.
                El tema tratado, principalmente el conflicto, está representado de forma soberbia. No toma partido por uno ni por otro bando, y sin embargo muestra el sinsentido y la barbarie de una forma que no siempre se ve en otras narraciones. Así, se pueden ver los oportunistas que aparecían por doquier, daba igual el bando, los cobardes, los valientes… muy realista y muy centrada la visión del autor.
                Aunque es una buena lectura, personalmente esperaba más. Me ha gustado mucho lo que se podría llamar “el decorado” de la novela, pero la historia no me ha parecido relevante. Digamos que la veo escasa de originalidad. Podría ser un cliché de la película “Casablanca”, o un plagio de Berlin Noir de Philip Kerr, aunque ambientado en España, o un: “¿y si James Bond fuera español y hubiera vivido durante la Guerra Civil?”. Sea por lo que fuere, el cliché está ahí, y aunque la misma historia contada de distinta forma una y otra vez puede seguir siendo interesante, yo le he notado en falta algo más de originalidad, que se habría solventado con una ligera huida del estereotipo.

                Esperaba un Alatriste del siglo pasado, pero ha quedado un poco corto. Eso no quiere decir que la novela sea mala, que no lo es. De hecho, también Alatriste tiene historias buenas y no tan buenas. Esperemos que ésta de Falcó haya sido de las últimas, que lo que venga después no haga sino mejorar.

miércoles, 23 de noviembre de 2016

Fiesta en la madriguera, de Juan Pablo Villalobos

                Fiesta en la madriguera es la primera novela del escritor mexicano Juan Pablo Villalobos, que actualmente reside en España. Fue publicada en 2010.
                Es una novela corta, de 112 páginas. En mi caso, ha sido una lectura de un par de horas. Veamos de qué va:
                Empezando por los personajes, tenemos al protagonista Tochtli, un niño cuya edad no se especifica, el cual es a su vez el narrador en primera persona de la historia. Es hijo del narcotraficante Yolcaut, y recibe clases particulares del profesor Mazatzin. Esos tres son los personajes principales de la historia, y en torno a los cuales gira la vida del protagonista. Por supuesto, al ser una narración en primera persona, la visión de todos ellos es subjetiva, y más  teniendo en cuenta que quien narra es un niño. Pero no un niño cualquiera.
                El tipo de narración es perfecta para lo que supongo que pretendía el autor, que es ofrecer una visión salpicada de humor ácido al contrastar la realidad que el lector descubrirá tras las inocentes palabras y reflexiones del niño.
                El tema principal es la violencia que se sufre como daño colateral del mundo del narcotráfico, lo cual queda reflejado en cuanto el lector ve qué clase de niño es Tochtli, cómo vive, cómo es educado, qué actitud tiene ante el mundo.
                Está ambientada casi por entero en “la madriguera”, que no es más que una metáfora del palacete donde vive el protagonista, recluido gracias a los negocios a los que se dedica su padre.
                El estilo es posiblemente el punto fuerte de esta novela. Es fácil creer que es un niño quien escribe. Hay escasez de vocabulario, palabras favoritas del protagonista usadas en exceso e, incluso en determinadas ocasiones, mal usadas porque el protagonista no las entiende bien. Todo ello puesto en escena de una forma que hará sonreír al lector al comprobar la candidez del niño.
                La trama avanza a un ritmo adecuado. De hecho, he terminado de leerlo sin apenas darme cuenta. Y la impresión que me ha dejado es que merece la pena, y mucho. Cuenta una historia que es la que quedará en la cabeza del lector, pero de una forma que, por decirlo de alguna forma: no es eso lo que hay escrito en la novela. Los toques de humor y las interpretaciones fantasiosas de la realidad, aparte de algunas creencias tan inverosímiles como creativas, son fáciles de entender en ambos sentidos. Y no hay que leer durante un mes. Si a alguien no le gusta (que no ha sido mi caso), la pérdida de tiempo habrá sido mínima.

                Hace poco el autor recibió el premio Herralde de novela por su última obra, y leyendo un artículo fue cuando me decidí a leer algo de este escritor que anteriormente era desconocido para mí. Y no me ha defraudado.

martes, 22 de noviembre de 2016

Trilogía del Baztán, de Dolores Redondo

                Recientemente galardonada con el Premio Planeta 2016 por su obra Todo esto te daré, la escritora española Dolores Redondo tiene como su obra más conocida la Trilogía del Baztán, de la que trata esta reseña, y que se compone de las siguientes novelas:
                El guardián invisible
                Legado en los huesos
                Ofrenda a la tormenta
                Hay que empezar diciendo que el Baztán es una comarca de Navarra, situada al norte de Pamplona, y por la que pasa el río del mismo nombre, en otros lugares conocido como río Bidasoa. Y no es casualidad que el nombre del río y la comarca dé nombre a la trilogía, ya que, junto con Pamplona, es el lugar donde tiene lugar la historia, y además está tratado de tal forma que puede llegar a considerarse como un personaje más de la novela. Dicho esto, la ambientación de esa zona donde transcurre la acción está descrita con abundancia de detalles, que quizás llegan a ser excesivos en determinados momentos, pero que contribuyen a crear una atmósfera que hace fácil la inmersión del lector en el paisaje.
                Es una novela policiaca. Si bien cada una de las tres novelas trata sobre un caso distinto, hay un hilo común en toda la trilogía. No sólo un hilo temporal, sino también argumental. Para ver la historia en su conjunto y poder valorarla, hay que leer la trilogía completa.
                En cuanto a cómo está escrita, encontramos a un narrador omnisciente, que generalmente sigue los pasos de la protagonista, la inspectora de la Policía Foral de Navarra Amaia Salazar. La historia comienza cuando la protagonista se tiene que desplazar a su población natal, Elizondo, a investigar unos extraños crímenes.
Los personajes están bien construidos y diferenciados, y es especialmente complejo el personaje de la protagonista. Sin embargo, no están exentos de caer en determinados clichés, de los cuales no se escapa ni la susodicha protagonista, pero no es un caso tan alarmante como para considerarlo especialmente grave.
La trama es intrincada, y veo detrás de ella un trabajo técnico impecable. La acción, el misterio y las incógnitas que acompañan a cada novela de este tipo, aquí las encontramos perfectamente dosificadas. Conforme avanza la historia, van apareciendo enigmas, se van resolviendo y, lo que es más importante desde mi punto de vista: no se resuelven por casualidad o mediante deus ex machina (y, si hay alguna casualidad, pasa desapercibida, o se puede perdonar). Lo único llevado al extremo es la habilidad de la inspectora para resolver enigmas, que en ocasiones parece tener el don de la clarividencia, mientras que en otras, el lector ya sabe lo que ha pasado mientras que la protagonista no parece haberse dado cuenta.
Los diálogos, sin embargo, me han producido una sensación agridulce: en unos momentos son brillantes, y en otros, el interlocutor parece un orador dando un discurso detrás de un púlpito. Esto último sucede, generalmente, cuando se exponen explicaciones de temas técnicos.
En cuanto a los temas tratados en las novelas, aquí destaco dos (que bien podrían ser historias paralelas dentro de la historia principal, por cómo están tratados): la maternidad y la superstición. Éste último me parece el más interesante de esta trilogía, y es que, aunque siempre se puede encontrar alguna novela policiaca con cierto ingrediente místico, en este caso la mitología rural se encuentra enquistada dentro de la historia principal formando un todo uniforme. Ése es para mí el aspecto más destacable y original de esta trilogía.
Como resumen, diré que merece la pena. Toda la trilogía completa son alrededor de 1600 páginas, pero en mi caso, no se me ha hecho pesada. Tiene buen ritmo, está bien escrita, mantiene el suspense, el ambiente está bien reflejado y los personajes están decentemente caracterizados. Y la historia me ha parecido interesante.

Todo indica que la autora no guardará al personaje de Amaia Salazar en un cajón, sino que volverá a ver la luz. Aparte de eso, la película está a punto de estrenarse. No espero gran cosa, porque tras haber leído la historia, sería una sorpresa encontrar que es más rica en detalles que la novela. Pero son dos formas distintas de arte, y yo siempre he tenido preferencia por la que me aporta una experiencia más completa, que es… la Literatura.

martes, 25 de octubre de 2016

Matadero cinco, de Kurt Vonnegut

                Matadero cinco, del escritor estadounidense Kurt Vonnegut, fue publicada en 1969, y es una de sus obras más conocidas.
                Al ser mi primer contacto con este autor, aún no puedo comparar ésta con otras de sus obras, pero por la información de que dispongo, es un buen ejemplo del estilo de su escritura.
                En este caso, la novela se podría calificar como una obra satírica de ciencia-ficción,  pero teniendo en cuenta que tiene elementos históricos verídicos. El tema principal se expone al principio: el bombardeo de la ciudad de Dresde durante la II Guerra Mundial. Dicho tema, mezclado con el estilo que el autor imprime a la narración, crea un efecto extraño en un primer momento, pero muy logrado a nivel global, dejando al final una obra con una narración poco habitual y con una estructura caótica, pero ordenada.
                El protagonista es Billy Pilgrim, un personaje estrafalario que se propone contar cómo vivió en primera persona el bombardeo, siendo prisionero de guerra. Este personaje perfectamente podría ser un alter-ego del propio autor, quien fue, en efecto, testigo presencial del evento, lo que da a la historia cierto tinte autobiográfico.
                En cuanto a la trama, está llena de elipsis y flashbacks, y el motivo de los mismos es lo que hace catalogar esta obra como novela de ciencia-ficción. La vida del protagonista va saltando de presente al pasado y al futuro de forma aleatoria, pero dejando una historia completa de su vida al final de la lectura.
                La narración en tercera persona sigue al protagonista y sus hazañas junto con el resto de personajes que lo rodean, dando datos contundentes, satíricos, con notas de humor negro… un narrador que no pasa desapercibido, y que es, bajo mi punto de vista el punto fuerte de esta novela. Un narrador que se deja ver, que usa una prosa sencilla de comprender para cualquier lector, pero impactante por su estilo.
                La ambientación durante una guerra y la forma en que se tratan los hechos, da un claro mensaje antibelicista, mostrando sucesos absurdos, muertes sin sentido, sufrimiento gratuito. En este aspecto, el autor ha manejado el asunto con maestría.

                La novela tiene 192 páginas, y eso junto con el estilo usado, hace que sea una obra amena y fácil de leer. Desde mi punto de vista, hay algunas partes en que se hace lenta, y en otras el ritmo se acelera de forma vertiginosa, es decir: no es una novela que, pese a ser corta, la ha haya disfrutado de principio a fin, ya que en algún momento puntual se me ha hecho algo pesada. Sin embargo, en conjunto, me ha gustado bastante. El estilo del escritor me ha cautivado, la forma de plasmar la historia y las anécdotas que cuenta me han gustado, y además, muchos pasajes me han hecho sonreír, y muchos otros, reflexionar sobre determinados temas. Es por eso que pronto escogeré otra de sus novelas para, por fin, poder comparar bien y hacerme una idea de este autor hasta ahora desconocido para mí. 

jueves, 29 de septiembre de 2016

Siddhartha, de Hermann Hesse

                En 1922 se publicó la novela Siddhartha, del alemán Hermann Hesse, al cual se le concedió el premio Nobel en 1946.
                La novela está ambientada en la India, lugar donde el autor había vivido durante algún tiempo. Narra la vida del protagonista, Siddhartha, un joven cuyas inquietudes filosóficas lo llevan a una búsqueda interior que dibuja la trama principal de la historia.
                El narrador en tercera persona sigue al protagonista en su camino, a veces mostrando lo que sucede en su entorno, y otras veces mostrando el interior del personaje. En cuanto a los personajes, tan importante es el protagonista como el resto, con quien se cruza en su camino.  De una forma u otra, acabarán formando parte de su búsqueda, haciendo que avance tanto la historia como la sabiduría de Siddhartha, convirtiéndose en mentores, sepan o no que lo son.
                El tema tratado, la búsqueda de uno mismo, es el mismo que también expuso el autor en Demian, aunque en este caso la historia es muy distinta, y la ambientación también. Quizás en Demian se reflejaba muy bien el paso por las distintas etapas de la vida, desde la niñez a la adolescencia y después a la madurez, mientras que en Siddharta queda mejor reflejado cómo la búsqueda de la sabiduría hace al protagonista madurar poco a poco.
                El ambiente queda relegado a un segundo plano. La historia tiene lugar en un sitio intemporal, donde sólo la exposición de los lugares y los personajes conforman el escenario en que se mueve el protagonista.
                Con 216 páginas en la edición de bolsillo, es una lectura rápida, para una tarde larga o para un par de días. El autor, con su particular estilo poético y filosófico del que ya disfruté en Demian y El lobo estepario, expone interesantes reflexiones, utiliza innumerables metáforas, y, en general cuestiona todo lo que los personajes de la historia saben o creen que saben.
                No es una historia de acción, sino de reflexión. Muestra una actitud ante la vida y sus enseñanzas que me ha gustado bastante. Hace que se observe a la realidad con otros ojos. Diría que es una historia distinta, una historia donde el personaje tiene unas vivencias que hacen al lector interesarse por qué sucederá a continuación, pero en realidad, lo que pretende la historia es que el lector se preocupe más por cómo afectará al protagonista lo que suceda a continuación, sea lo que sea. Y lo que sucede al protagonista es… la vida misma.
                No se encuentran en Siddhartha cambios bruscos en la trama, ni momentos de suspense, ni otros artificios literarios que mantengan al lector en vilo. Sin embargo, la fluidez de la lectura hace que, además de acabarse rápido, transmita unas reflexiones que dejarán huella en el lector.
                No diría que es una obra soberbia, de hecho disfruté más con otras obras del mismo autor, pero la recomiendo.

                

miércoles, 21 de septiembre de 2016

Bajo la misma estrella, de John Green

                Bajo la misma estrella, del estadounidense John Green, fue publicada en 2012. Consta de 304 páginas, y podría encuadrarse dentro del género de literatura juvenil y romántica.
                La trama principal es una historia de amor entre adolescentes. No hay elipsis, no hay flasbacks. Todo transcurre cronológicamente, contado por la protagonista, que es la que narra la historia en primera persona.
                Los personajes principales son Hazel Grace, una chica de dieciséis años enferma de cáncer, que necesita apoyo para poder respirar, lo que hace que siempre vaya acompañada de su bombona de oxígeno, y Gus, un chico al que conoce en una reunión para adolescentes enfermos de cáncer (y que, por consiguiente, también sufre algún menoscabo físico). Pese a no ser unos personajes que estén muy desarrollados, son funcionales, o sea, que hacen que la historia gire en torno a ellos. Digo esto porque hay algunos fallos importantes en su diseño, aunque opino que los puntos fuertes los contrarrestan. Como fallos, diré que son personajes relativamente irreales. No se muestra el sufrimiento físico que da lugar a las reflexiones filosóficas (algunas mejor conseguidas que otras) sobre su estado. En cuanto a las reflexiones, puede resultar poco creíble la clarividencia de los protagonistas respecto a su situación. Ese “optimismo pesimista” como lo llamaría yo, no concuerda con su edad. Pero, como digo, queda contrarrestado lo interesante de ciertos argumentos con la poca credibilidad de quien los emite. Por otra parte, los personajes muestran una realidad contundente y bien expresada, al margen de la propaganda bien-pensante de hoy día y de “lo que no veo, no existe”. Es decir, ven las cosas como son, no como deberían ser.
                Ése es el punto de partida para crear un ambiente donde la enfermedad es el escenario donde transcurre la historia de amor. Un escenario en el que hay familiares y amigos moldeados por esa situación, y que, sin estar excesivamente desarrollados, cumplen su función de adornar la historia y darle realismo, enriqueciéndola y aportando nuevos matices.
                Como novela juvenil, es una historia de la que los adolescentes pueden sacar bastante jugo, y los adultos también, aunque menos. Por ejemplo, me ha gustado una de las frases que se repite varias veces: “El mundo no es una máquina de conceder deseos”, y algunas otras reflexiones y situaciones que me han hecho pensar. Flojea un poco el trasfondo de la historia de amor, pero se puede disculpar.
                El estilo, pese a lo comentado anteriormente sobre la narradora, es bastante adecuado. Hace fácil la lectura, y no se hace pesada en ningún momento. Y en cuanto al ritmo, no he tenido la sensación de que hubiera pausas o aceleraciones innecesarias.

                Por algunos comentarios leídos sobre esta obra, tenía entendido que había tragedia y humor, pero yo tengo que reconocer que no me he reído leyendo Bajo la misma estrella, y, sin embargo, en algún momento casi me hace llorar, es decir, que sí he sentido la tragedia, pero el humor no lo he considerado tal. No caigamos en la tentación de pensar que una obra que consigue estremecerte es una obra maestra, porque, como ya digo, cuenta con algunos fallos. Pero me ha parecido buena. No soberbia, simplemente buena. Y lo es porque no es muy larga, y porque consigue dibujar un mundo con el que es fácil conectar. En algún momento chirría, pero la mayor parte de la lectura merece la pena.              

viernes, 16 de septiembre de 2016

Guerra mundial Z, de Max Brooks

                En 2006 se publicó la novela Guerra mundial Z, del estadounidense Max Brooks. Con 464 páginas, es la continuación o complemento de Zombi – guía de supervivencia, la cual no he leído.
                La historia trata sobre la investigación llevada a cabo por un observador de la ONU, el cual ha realizado una recopilación de testimonios de algunos de los supervivientes de una guerra de escala mundial contra los zombis.
                La novela está estructurada en forma de entrevistas, en la que cada capítulo es el testimonio de un personaje concreto, de un lugar del mundo concreto, que cuenta en primera persona su experiencia. Dichos testimonios están organizados de forma cronológica, así que la trama va avanzando desde que comienza la infección hasta que se extiende, pasando por cómo afecta al mundo, qué hace la humanidad contra esa plaga, y cómo se erradica.
                La elección de esta forma de narración, si bien resta misterio a la historia al saber que los narradores han sobrevivido, por otra parte cuenta con el punto fuerte de mostrar ese apocalipsis desde múltiples y muy distintos puntos de vista.
                El ambiente está muy logrado. Partiendo de una visión global de la política, religión, valores humanos, etc., se muestra cómo cambia todo, cómo evoluciona (o involuciona). Hay abundantes descripciones técnicas de armamento, técnicas de supervivencia, problemas que podrían aparecer en caso de una hipotética apocalipsis de ese estilo, etc. A veces cae en determinados clichés para diferenciar las partes del mundo o los personajes, y hay un excesivo protagonismo estadounidense, pero salvo por esos pequeños detalles, el lector tendrá una buena visión de cómo cambia el mundo y la transición desde el punto “A” en que comienza la historia hasta el punto “B” en que acaba.
                Los personajes, como he dicho, son muy dispares. Quizás por la forma elegida de narración, o quizás porque el protagonista principal y nexo común de la historia sean los zombis, en general son personajes muy homogéneos. Se les ha intentado dar profundidad, pero la longitud de los capítulos hace que al lector le cueste empatizar lo suficiente, ya que el capítulo se acaba y se cambia de personaje. ¡Ojo! Las historias, sin embargo, son muy heterogéneas, y ahí es donde está la brillantez de esta novela. Cambios de escenario, cambio de circunstancias (geográficas, climatológicas, sociales…), pero mismo enemigo y mismos problemas, aunque adaptados a la situación. Aunque hay una predominancia de las historias militares, esto no afecta a la novela, porque es lógica tal predominancia dado el tema que se trata.        
                El ritmo es adecuado. La historia avanza saltando de localización geográfica y personaje, pero mostrando claramente una evolución lenta hacia un desenlace. En cuanto al susodicho desenlace, me ha parecido algo precipitado y poco documentado, pero el conjunto hace que no quite demasiado brillo a la historia.
                Es la primera novela de temática zombi que he leído, y sinceramente, me ha gustado. Me ha cautivado el formato de historias cortas, lo que ha hecho muy amena la lectura, y me ha transportado a distintos lugares basados en lugares reales de la actualidad, y me ha mostrado un “¿Qué pasaría si…?” que me ha mantenido enganchado de principio a fin.  

Aunque sigo siendo escéptico sobre la calidad de muchos bestsellers, en este caso no me he sentido defraudado. Y en cuanto a la película del mismo nombre, recuerdo que, salvo el argumento de la historia, no tenía demasiado que ver con la novela, por lo que, como siempre, y al margen de que una u otra sea mejor o peor (son distintas formas de arte), recomiendo la lectura.            

viernes, 2 de septiembre de 2016

La vieja guardia, de John Scalzi

                La vieja guardia se publicó oficialmente en 2005, y fue nominada al premio Hugo en 2006. Con 304 páginas, es la primera novela de la saga del mismo nombre “La vieja guardia”, del escritor estadounidense John Scalzi, y que actualmente, en 2016 consta de 5 novelas. Esta reseña se refiere únicamente a la primera novela de la saga.
                Nos encontramos ante una novela de ciencia ficción. La historia comienza en el momento en que un anciano de 75 años decide enrolarse en las Fuerzas de Defensa Coloniales, un ejército creado para defender la expansión humana por el Universo. Este protagonista, que es también el narrador, nos muestra al principio de la historia su total desconocimiento de lo que le acontecerá, ya que su alistamiento supone un viaje fuera de la Tierra de sólo ida, sin retorno. Eso hace que tampoco tenga referencias de qué le espera, ya nadie de los que lo precedió ha vuelto.
                El protagonista, con una vida entera a sus espaldas, se embarca en un viaje a lo desconocido, con la única compañía de su experiencia, su sentido del humor y otros ancianos que, como él, deciden seguir el mismo camino.
                Los personajes de la novela son planos, no tienen apenas profundidad. Ni siquiera el protagonista-narrador, que, pese a cumplir bien su función en ambos papeles, no está tan desarrollado como podría estarlo. Sin embargo, esto no llega a ser un defecto, ya que en conjunto, la obra acaba siendo “funcional”, es decir, que cumple su función, sin altas pretensiones.
                El ambiente es también algo pobre en descripciones. El autor deja al lector la tarea de imaginarlo según su criterio, ya que sólo aporta una enumeración o una somera descripción de los lugares donde transcurren los hechos.
                Ahora los dos puntos fuertes de esta novela: por una parte, el ritmo. Frenético, sin pausa. La trama avanza de forma endiablada desde el principio hasta el final de la novela, haciendo que la lectura sea adictiva, y que además, se acabe rápido. Por otra parte, el estilo usado para crear ese ritmo, plagado de sentido del humor (aportación de la personalidad del protagonista).
                El tema principal de esta obra, desde mi punto de vista, es la implicación que tendría poder hacer volcados de memoria desde un cuerpo humano a otro. Otro tema también tratado sería la colonización de un Universo en el que se sabe que hay razas alienígenas que también están interesadas en expandirse (lo que, inevitablemente, provoca conflictos en los que hay que usar la diplomacia o bien la violencia).

                Como lectura, la he vivido como una mezcla entre Las tropas del espacio de Heinlein, El juego de Ender, de Orson Scott Card y la película La chaqueta metálica. Pese a dichos parentescos, me ha parecido una novela original y divertida. Una lectura con la que pasar un buen rato. No es una obra grandiosa, pero es buena. Tendré que seguir con la saga para hacer una valoración en conjunto.

martes, 16 de agosto de 2016

El guardián entre el centeno, de J. D. Salinger

               Publicada en 1951, con 288 páginas de extensión, El guardián entre el centeno es la única novela (y la obra más conocida) del estadounidense J. D. Salinger, quien fue un escritor no muy prolífico, y que evitó en la medida de lo posible el contacto con la sociedad y los medios de comunicación.
               Ambientada aproximadamente en la época en que fue escrita, se describen determinados matices de cómo era la sociedad norteamericana de entonces. En este caso, a través de los ojos de un joven adolescente, Holden Caufield, que es a la vez el protagonista y narrador en primera persona de la historia.
               En cuanto a los personajes, destaca el buen trabajo del escritor al diseñar psicológicamente al protagonista: un adolescente pesimista, rebelde, lleno de contradicciones, ansioso por comportarse como un adulto, pero sin experiencia en el mundo. Con una visión poco realista de lo que sucede a su alrededor, y con un pasado que lo persigue y nubla todo lo que percibe. También hace ostentación de un vocabulario limitado, lleno de tacos, coloquial, lo que añade un toque de calidad al diseño de este personaje. A través de sus ojos y su subjetividad, se presentan el resto de los personajes de la novela, que añaden aún más colorido a la historia.
               La trama es lineal, sin elipsis ni flashbacks, comienza con la vida del protagonista en el colegio donde estudia, y avanza hasta el desenlace acompañando al joven durante sus andanzas.
               Como tema principal se encuentra la turbulenta época adolescente, la cual está muy bien retratada como ya he dicho. Demasiado enfocada en la sociedad estadounidense (y por tanto, algo lejana empáticamente para un europeo como yo), pero bien construida.
               En cuanto al peculiar título, se debe a un poema/canción al que hace referencia en un pequeño párrafo de la novela, y que parece encajado a martillazos justo para dar título a la obra. Si se hubiera usado otro poema/canción, el resultado habría sido el mismo.
               Sinceramente, me ha decepcionado. Esta novela ha gozado de una fama que, tras leerla, y siendo consciente de que es una buena lectura, está muy lejos de ser tan buena como parece indicar la fama que la precede. Es lo malo de tener ciertas expectativas antes de empezar una lectura. Creo que hay mejores obras sobre el mismo tema, y no tienen tanto renombre. Supongo que la polémica que originó en su época, aparte de ciertas noticias de asesinatos en los que aparecía esta obra como una de las lecturas de los asesinos, habrán sido suficiente publicidad para que la novela estuviera en boca de todo el mundo.

               Resumiendo, es una obra para pasar el rato. Amena de leer, con una historia que no es nada fuera de lo normal, y con algún que otro detalle destacable. Al no ser muy larga, no se puede decir que sea una enorme pérdida de tiempo si no os gusta. Pero lo que si me queda claro es que esperaba algo más, después de haberla tenido durante mucho tiempo en mi lista de “hay que leerla”.

miércoles, 27 de julio de 2016

Donde los escorpiones, de Lorenzo Silva

                Donde los escorpiones es, hasta el momento (2016), la última entrega de la serie “Bevilacqua y Chamorro”, del escritor madrileño Lorenzo Silva. La novela tiene 352 páginas de extensión.
                Respecto a los protagonistas y al estilo de esta novela negra, poco puedo decir que no haya dicho ya: el subteniente de la Guardia Civil Bevilacqua y la sargento primero Chamorro, junto con el resto de compañeros del cuerpo que ya aparecían en anteriores entregas, siguen siendo quienes hacen avanzar la historia. Ambos –y me refiero sólo a ellos dos porque son, sin duda, los principales personajes-, están más envejecidos, más curtidos, más castigados por la vida, más pesimistas y decepcionados, aunque se lo toman con deportividad. Bevilacqua, una vez más, vuelve a ser el narrador, el que contagia la historia con su visión, pensamientos y creencias. El resto de personajes, pese a tener menos relevancia, están construidos con esmero y tienen su propia historia, realista y alejada hasta cierto punto de los típicos clichés.
                El ambiente es lo novedoso de esta historia. Como es natural, y con eso no estoy explicando más de lo que me corresponde, todo comenzará con un muerto. Pero esta vez, el susodicho es un militar español que estaba ejerciendo sus funciones en la base española de Herat, en Afganistán (de ahí el título de la novela), y ahí es donde habrán de desplazarse a investigar. Sin duda, la recreación tanto del entorno como de la forma de vida en una misión de este tipo, es ejemplar, fruto de una buena labor de investigación que me consta hizo el autor en el propio terreno. Pero también ahí es donde está una de las flaquezas de esta historia: que el ambiente cobra demasiado protagonismo. Tanto, que ensombrece lo que debería ser el núcleo principal de la historia, a saber: la investigación de un asesinato. De hecho, los principales protagonistas de esta historia, bajo mi punto de vista, son dos: el ambiente y la burocracia. Muy bien descritos ambos, y muy realistas. Aunque no conozco al dedillo los protocolos de investigación de la Guardia Civil, y menos aún en relación con otro Cuerpo como el Ejército, supongo que se ajustan bastante a la realidad. Pero la exactitud y puesta bajo los focos de esos dos detalles, deja la historia principal como secundaria. Al final, la sensación es la de ver un documental sobre cómo se vive en una misión internacional militar en terreno hostil, y cómo se lidia con la burocracia de una investigación cuando hay varias personas  con las que tratar pertenecientes a distintos países. Llega un momento en que lo que se hizo y por qué se hizo parece ser lo menos importante, mientras que el equipamiento de la base y la vida militar pasan a primer plano.
                Aunque está en línea con las anteriores entregas de la saga, no considero que sea la mejor. Incluso diría que es una de las peores (lo que no quiere decir que sea mala). Sin embargo, la lectura es igual de amena y, siendo justos, está muy conseguido por parte del autor lo de trasladar al lector a ese lugar donde ocurre la historia.
                Otro punto que aleja esta novela de la perfección, para mi gusto, es cierta forma de maniqueísmo que se deja entrever en las anteriores entregas, pero que aquí se ve con más claridad: pese a los defectos que se atribuyen a los personajes y a la subjetividad que otorga la narración en primera persona, queda un trasfondo en el que cada personajes es bueno o malo, sin matices. Y, por otra parte y relacionado con lo anterior, resulta poco creíble el exceso de profesionalidad tanto de la Guardia Civil como del Ejército. No quiero decir que en la vida real no haya profesionales ahí, sino que el autor ha llevado sus virtudes a un extremo que resulta poco creíble para un ser humano común y corriente (y aquí me voy mojar diciendo que hablo con conocimiento de causa, como seguramente podrían corroborar los que analicen esta obra y estén dentro de esos mundillos).

                En resumen, la lectura me ha enganchado, pero una vez terminada, y pese a haber aprendido algunas cosas interesantes sobre misiones en el extranjero, la historia de la investigación queda bastante floja. Si bien es cierto que en toda la serie las investigaciones no resultan espectaculares, lo cual añade realismo a la historia, en ésta en concreto ha quedado excesivamente por debajo de mis expectativas.

viernes, 22 de julio de 2016

Hyperion, de Dan Simmons

                Con 624 páginas, Hyperion es la primera parte de la tetralogía “Los cantos de Hyperion”, escrita por el estadounidense Dan Simmons. Publicada en 1989, ganó los premios Hugo y Locus.
                Desde hace tiempo, el género de ciencia-ficción es considerado por muchos como un subgénero, como literatura de segundo orden enfocada a un público minoritario y friki (aunque últimamente está cambiando esta perspectiva). Sin embargo, yo opino también desde hace tiempo que los escritores de este género (al menos los buenos), no sólo crean literatura de calidad, sino que además, haciendo uso de la mejor herramienta que tiene este género: la libertad de imaginar cosas que no existen, o que no existen aún, logran una de las funciones que más me gusta de la literatura: la de llevarte a lugares desconocidos, donde las reglas no son las que conocemos, y donde casi todo es una sorpresa. Digo esto aquí porque Hyperion es ciencia-ficción de la buena, de la que cumple a la perfección ese cometido.
                ¿Qué encontramos en Hyperion? En esta novela futurista, el ser humano ha abandonado la Tierra natal por necesidad, hace varios siglos. Se ha creado una red de mundos colonizados, y se ha avanzado enormemente en los viajes espaciales, haciendo múltiples referencias al efecto ya pronosticado por Einstein sobre lo que sucedería con el tiempo al desplazarse a velocidades cercanas a la de la luz. Dicho efecto tiene un papel muy importante dentro de la historia, ya que las localizaciones que aparecen están muy distantes entre sí.
                Hyperion es un planeta que está en la periferia de los mundos colonizados, y que cuenta con varias peculiaridades que lo convierten en un planeta distinto a lo que se considera “normal” en otros planetas. La historia trata de una comitiva de siete personas enviadas a Hyperion a realizar una peregrinación, con objeto de desentrañar algunos de sus misterios, principalmente el del Alcaudón, un ser que atemoriza a todo ese planeta.
                La trama trata sobre la historia de cada uno de esos personajes, que son presentados según su ocupación: un sacerdote, un poeta, un profesor, un soldado, un cónsul, una detective y un templario. A través de cada una de sus historias, se va conociendo no sólo a los personajes, sino también las rarezas del planeta y por qué deben visitarlo juntos. A la vez que realizan el viaje, cada cual expone la historia que lo ha llevado ahí, mezclando de esta forma el presente de todos juntos con el pasado de cada uno de ellos.
                Los personajes están muy bien construidos, de tal forma que Hyperion es un recopilatorio de historias muy distintas, pero unidas por un nexo común. Cada personaje es protagonista de una historia distinta, que trata un tema determinado. Tenemos una historia policiaca, una historia de aventuras, una historia de amor platónico, un drama familiar… y una historia de terror de trasfondo. Todos esos ingredientes encontramos en Hyperion.
                Los temas que trata la obra son múltiples. A mí me han llamado la atención los efectos sobre las personas de la teoría de la relatividad, que, tal como se veía en la reciente película Interstellar, provoca que un viaje de algunos días para una persona sean varios años para las personas que no han realizado el viaje, y cómo afecta a las personas vivir esa experiencia. También me cautivaron el tema de los efectos de la colonización, la homogeneización de la cultura y los problemas de los descubrimientos para los que la ciencia no tiene explicación.
                El ambiente también es múltiple, y muy conseguido. La historia transcurre en varios mundos distintos, cada cual con sus peculiaridades, que también influyen directa o indirectamente en los personajes que allí habitan, y está muy bien reflejado. Algunos detalles técnicos que los personajes (obviamente) dan por supuestos, tarde o temprano quedan explicados, con lo que la ignorancia del lector es sólo momentánea. Hay múltiples guiños del autor a distintos temas, por ejemplo el título, sin ir más lejos,  que corresponde a un poema de John Keats, poeta británico del siglo XIX, del cual también se habla dentro de la novela.
                El ritmo es otro de los puntos fuertes de esta novela. Poco a poco se van revelando detalles sobre las incógnitas que esconde el planeta, y a la vez van surgiendo nuevos misterios con cada historia.
                Un único “pero”, aunque no es tal: la novela queda inconclusa, es decir, que hay que seguir con la siguiente. Es como si fuera el planteamiento inicial, quedando aún por venir el nudo y el desenlace. Es por eso que hay que seguir leyendo para valorar toda la historia, cosa que haré pronto.

                Como resumen: la recomiendo. Todo está muy bien construido y el autor hace volar la imaginación del lector. La sensación que me queda tras la lectura es la de haber leído varias novelas, o haber pasado un rato con las historias de Las mil y una noches, pero en un ambiente futurista.

miércoles, 29 de junio de 2016

El crucigrama de Jacob, de Ana López Martín

                El crucigrama de Jacob, de 520 páginas, es la primera novela de la escritora de Avilés Ana López Martín.
                Estamos ante una novela histórica que comienza al norte de la Península Ibérica, en el año 1491, cuando reinaban los Reyes Católicos. Por esos tiempos en que se decide la expulsión de los judíos del país.
                La narración está a cargo de un narrador omnisciente. Cuenta no sólo lo que ven, sino también lo que sienten los personajes. Aunque en general es inocuo, en determinados momentos comete el error de “decir en lugar de mostrar”, lo que baja la calidad de la narración.
                La trama es lineal, no hay saltos en el tiempo significativos, y todo transcurre de forma fluida, si bien la acción salta de personaje en personaje, pero siguiendo la misma línea temporal.
En cuanto a los personajes, hay varios protagonistas, todos ellos judíos, con una misión que les llevará por el Camino de Santiago intentando resolver un enigma, y algunos personajes secundarios que se van uniendo a la historia. Hay muchos fallos importantes en todos los personajes. No pasan de ser estereotipos, no tienen profundidad. Por poner un ejemplo, los principales protagonistas son perfectamente intercambiables entre sí y no cambiaría en nada la historia. No sólo son simples, sino que además son poco creíbles. En determinados momentos, parece que estuvieran inspirados por una sabiduría infinita, recursos infinitos para sobreponerse a cualquier problema, y una capacidad física sobrehumana, lo que le resta calidad (y mucha) a la historia.
                El ambiente es, para mí, el punto fuerte de la novela. Las descripciones de la vida en la judería, el Camino de Santiago, cómo se viajaba en esa época, el papel de la Inquisición, los problemas de la Monarquía, contribuyen a poner el telón de fondo y hacer que el lector se adentre en esa época, acompañando a los personajes por los lugares que se visitan (la mayor parte, cercanos a Avilés, zona conocida por la autora).
                El tema de la novela es interesante; el éxodo de los judíos. Y también es interesante que ese tema esté mezclado con un misterio relacionado con el Camino de Santiago. Históricamente, sin llegar a ser excepcional, se consigue una exposición relativamente buena de ese tema y los subtemas asociados al mismo.
                Junto con los personajes, que, como ya he dicho, es un punto negativo de esta obra, hay otro relacionado que es aún peor: los giros. O, mejor dicho, la solución a los distintos problemas que van afrontando los personajes. Si bien la exposición de los obstáculos que los personajes encuentran está bien conseguida (aunque llega un momento que se ve venir que cualquier felicidad es pasajera, o bien un espejismo), la solución a las trabas siempre se soluciona por dos vías: una es, como dije, la excepcional sabiduría o capacidad física de los personajes, y la otra, y mucho peor, es la casualidad. Llega un momento en que, si un personaje hubiera dicho: “necesito un reactor nuclear para solucionar este problema”, en la novela habría aparecido alguien gritando por la calle: “¡Vendo reactores nucleares! ¡Baratos!”. Es una exageración, pero quien lea esta novela verá que, sin llegar a esos extremos, más que causa-efecto, la historia está plagada de casualidades. Podría poner cientos de ejemplos, pero no es mi función ofrecer spoilers, sino analizar la parte técnica.
                El estilo, aunque con algunos fallos que se pueden disculpar, está bien, cumple su función, convirtiendo la novela en una historia amena de leer.
                Hay un detalle curioso, y es que a partir de determinado momento, la historia se acelera, precipitándose hacia un final, resolviendo tramas de forma rápida, como si hubiera prisa por acabar. Da la sensación de que la autora tenía un plazo para terminar la novela, o que veía que se estaba alargando demasiado y prefirió acelerarla. En cualquier caso, eso hace que al principio, la novela tenga más calidad que al final. O esa ha sido mi impresión.

                Como resumen, diré que es una novela que vale como pasatiempo, pero que tiene algunos errores (quizás debido a la poca experiencia de la autora) que, si se subsanaran, habría quedado una novela bastante buena, ya que la idea lo es, y el fondo también.

miércoles, 15 de junio de 2016

La chica del tren, de Paula Hawkins

                La chica del tren, publicada en 2015 y con 496 páginas de extensión, se convirtió en best-seller en Estados Unidos y Reino Unido en poco tiempo. La autora, la británica Paula Hawkins, había escrito anteriormente algunas novelas románticas sin mucho éxito, cosa que sí cosechó con esta novela de misterio, vendiendo millones de ejemplares.
                Aunque el personaje principal es Rachel, una chica que viaja todos los días a Londres en tren, la historia está narrada desde tres puntos de vista, todos ellos en primera persona: tres mujeres cuya conexión entre ellas se va desvelando poco a poco. Dichos personajes están medianamente desarrollados, aunque personalmente me han resultado poco empáticos, y con unos rasgos psicológicos que no sé si catalogar como simples o faltos de motivación.
                La trama está partida en tres trozos, cada capítulo salta de un personaje a otro, y uno de ellos narra su punto de vista desde el pasado. Pese al cambio de personajes y saltos temporales, es fácil de seguir la historia y no perderse. De hecho, es un aspecto muy logrado por parte de la autora.
                El estilo no es especialmente brillante, pero es fluido y hace muy fácil la lectura y la inmersión en la historia. Dicha historia comienza con una puesta en escena que me ha parecido muy buena. Enganchaba. Pero, a partir de la mitad, pierde parte de su atractivo y ya no sorprende tanto al lector como al principio, llegando a ser bastante predecible, perdiendo ese halo de misterio que parecía prometer.
                Son varios los temas que aparecen en esta novela, entre los que destacan el alcoholismo y el maltrato físico y psicológico. El hecho de que la narración esté muy centrada en los sentimientos y vida interna de las narradoras, dibuja a veces un escenario para esos temas tratados desde distintos puntos de vista, lo que le da algo de profundidad a la novela, aunque en algunos casos llega a ser repetitiva.
                Por otra parte, el uso de giros narrativos y de cliffhangers se nota demasiado forzado a veces, intentando acrecentar el misterio, pero sin conseguirlo. Es por eso que, acercándose el final, todo se vuelve repetitivo y predecible.

                En resumen, es una obra entretenida de leer, pero nada más. Como tantos otros fenómenos editoriales, se “pone de moda” y acaba siendo mundialmente conocida, pero generalmente, como me suele suceder con los best-sellers, las expectativas generadas por el marketing ponen el listón más alto de lo que la obra merece, y puede llegar a decepcionar precisamente por empezar con altas expectativas. ¡Ojo! No es que la obra sea mala, que no lo es. De hecho, es bastante adictiva, sobre todo al principio. Sin embargo, y vista la aún escasa trayectoria de la autora dentro del mundillo, se nota que podrá mejorar bastante en el futuro, porque ya tiene una buena base sobre la que construir.            

martes, 7 de junio de 2016

Justicia auxiliar, de Ann Leckie

                Justicia Auxiliar es una obra de ciencia ficción publicada en 2013, con 416 páginas. Primera novela de la escritora estadounidense Ann Leckie.
                La historia trata sobre una Inteligencia Artificial (IA) atrapada en un cuerpo humano. Dicha IA pertenecía a una nave espacial que controlaba múltiples cuerpos, y a lo largo de la novela se irá desvelando el funcionamiento y justificación de la existencia de dichas Inteligencias Artificiales al servicio de un imperio en expansión.
                La protagonista es la IA, y es la narradora en primera persona de la historia. Como personaje tiene muchos detalles interesantes, y también a través de sus expresiones y su forma de actuar se va conociendo el ambiente y la sociedad a la que pertenece y donde se mueve. El resto de los personajes se ven a través de sus ojos, y aunque no están mal construidos, he notado ciertas carencias de información, al margen de la parcialidad que ofrece la narración en primera persona. Creo que se podrían haber desarrollado más.
                La trama está dividida. Un capítulo se dedica al presente y el siguiente al pasado, y van alternando así hasta aproximadamente la mitad de la historia, donde los hechos del pasado ya han quedado explicados y, a partir de ahí toda la historia sigue el hilo del presente.
                El ambiente, al igual que el resto de los elementos de la novela como los personajes o la tecnología, a pesar de que ofrece muchas posibilidades, considero que tiene algunas deficiencias, está poco desarrollado. Se centra excesivamente en algunos aspectos, mientras que otros los deja totalmente de lado. Quizás se pueda achacar también a la parcialidad de la narradora, pero creo que ese aspecto se podría haber mejorado, porque la imagen que me ha quedado tras la lectura es de que me faltan datos para imaginarme un todo, es decir, que quedan lagunas sobre algunos aspectos de los lugares o cosas que describe.
                Hay varios temas tratados, como pueden ser la expansión de un imperio, los límites de la moralidad o la implicación que supondría la existencia de una Inteligencia Artificial que funcionara como la humana, pero con los beneficios que ofrece la tecnología. Cada lector seguro que encontrará más de un importante tema de debate a lo largo de la historia. Para mí, esos detalles que dan que pensar son el aspecto más positivo de esta obra.

                Como resumen, diré que, aunque no es una mala novela, esperaba algo más. Quizás tenía unas expectativas demasiado altas al saber que había ganado varios premios importantes del mundo de la ciencia-ficción como el Locus, Nébula y Arthur C. Clarke. Es cierto que la idea general es muy buena, pero el desarrollo me ha parecido lento en algunos pasajes y aburrido en otros. Incluso hay algunas partes que me han resultado confusas, no sé si por un fallo de la traducción o por una narración enrevesada. Por otra parte, he echado en falta algunos giros argumentales más, ya que la línea de acción es bastante plana. Casi se puede saber desde el principio de dónde viene la historia, y adónde se dirige.

jueves, 19 de mayo de 2016

El secreto de la modelo extraviada, de Eduardo Mendoza

                El secreto de la modelo extraviada es la quinta entrega de las aventuras del detective anónimo creado por el barcelonés Eduardo Mendoza y que dio a conocer en El misterio de la cripta embrujada. Fue publicada en 2015, y tiene una extensión de 320 páginas.
                Se podría calificar como una novela policiaca, pero con altas dosis de humor, en línea con las anteriores entregas.
                La historia, como la mayor parte de las obras de este autor, está ambientada en Barcelona. En este caso, no sólo abundan los traslados por toda la ciudad, sino que, al estar dividida la trama en dos partes, una transcurrida en un pasado anterior a la candidatura olímpica de Barcelona y otra actual, el autor revela los cambios acaecidos en la ciudad, y todo ello desde un tono irónico, humorístico y pesimista (aunque no por ello alejado de la realidad).
                Los personajes son el punto fuerte de esta obra. Empezando por el protagonista, que a su vez es el narrador en primera persona de la historia, nos encontramos con seres caricaturescos, cuyas reflexiones y acciones me han arrancado más de una sonrisa, y alguna que otra carcajada. Volviendo al protagonista-narrador, sabiendo que comienza la historia saliendo de un manicomio, nos podemos hacer una idea de cómo será el relato de sus aventuras desde su punto de vista. El resto de los personajes, pese a las exageraciones, están bien definidos en cuanto a motivaciones y acciones que llevan a cabo.
                El hilo argumental trata de la investigación sobre la muerte de una modelo. El investigador (si se le puede llamar así al protagonista), comenzará investigando otro caso menor hasta que se verá envuelto involuntariamente en el principal, y, a partir de ahí, se irá mezclando con el resto de personajes secundarios y avanzando hasta la resolución del caso.
                En línea con las anteriores entregas, las peripecias del investigador me han hecho pasar un rato agradable con sus paseos por Barcelona (ciudad que no conozco tan bien como me gustaría, pero que tampoco me es para nada desconocida), y con las divagaciones, ocurrencias, reflexiones y conversaciones. El tono fresco y el ritmo rápido de la historia contribuyen a que no sea una obra pesada de leer. No hay tiempos muertos, y salvo la elipsis que divide en dos la historia, ésta avanza sin tregua de principio a fin.
                En cuanto al caso investigado, como siempre he dicho, la novela policiaca suele tener un caso a resolver, que no es más que una excusa para usar ese entorno y elaborar una crítica social. A veces con tono serio, y otras veces, como es este caso, en tono humorístico. Dicho esto, no es de extrañar que el caso pase a un segundo plano, dejando de protagonista al ambiente y las circunstancias que lo rodean.

                Pese a no ser una obra perfecta, es muy buena para pasar un rato distraídos y entretenidos. Y para coger cariño a unos personajes cuyas miserias los hacen tan humanos que seguro que todos conocemos a alguien que, en mayor o menor medida, comparte algunos de sus caricaturescos rasgos.

jueves, 12 de mayo de 2016

Los cuerpos extraños, de Lorenzo Silva

                Publicada en 2014 y con 352 páginas, estamos ante la octava entrega de la serie “Bevilacqua y Chamorro”, la pareja de guardias civiles creada por Lorenzo Silva.
                Como viene siendo costumbre, el narrador es el principal protagonista: el brigada Bevilacqua, que cuenta en primera persona toda la historia, de principio a fin. Como toda novela policiaca que se precie, comienza con un cadáver, en este caso de la alcaldesa de un pueblo no especificado de la costa levantina.
                La trama comienza con ese asesinato, y avanza hacia la resolución del mismo. Sí, ya sé que hay miles de tramas iguales, que no es ninguna novedad. Pero la grandeza de este autor no está, desde mi punto de vista, en los casos que expone, sino en cómo los expone, lo que me lleva a analizar el estilo. La narración de los hechos, pasada por el filtro de la mente del protagonista, como en las anteriores novelas, le imprime a la historia un carácter personal, realista, muy acorde con la investigación real en nuestro país, no escatimando en exposiciones directas o indirectas sobre la jerarquía y la burocracia. Todo ello contribuye a crear ese ambiente en el que se mueven los personajes, un ambiente ficticio, pero calcado de la realidad actual. El tono usado es, desde mi punto de vista, excesivamente formal en determinados casos, pero correcto. En otros casos, humorístico, dentro de la susodicha formalidad.
Los temas tratados, como ha sucedido en las otras entregas anteriores, son temas de actualidad. En este caso, aunque el tema es tan antiguo como las pinturas de Altamira, está, tristemente, muy de moda hoy día: la corrupción política.
Los personajes son, sin lugar a dudas, el punto fuerte de esta serie. Tras tantas entregas, me maravilla ver cómo han ido evolucionando desde aquel sargento Bevilaqua y la novata guardia Chamorro de “El lejano país de los estanques” hasta los actuales brigada y sargento, respectivamente. Se ve cada vez más la profundidad de esos personajes, cómo los ha ido tratando la vida, cómo les ha ido afectando su trabajo, cómo han ido cambiando su forma de pensar. En cuanto a los personajes secundarios, también están cuidados hasta el más mínimo detalle. Pese a que se podrían encuadrar dentro de estereotipos, el autor huye del maniqueísmo y dibuja personajes que, según sus intereses, van modificando su forma de pensar y actuar, es decir, consigue crear ese tipo de personajes fáciles de imaginar para el lector, pero con rasgos suficientemente distintivos que los alejan de los clichés.
Mención especial para las reflexiones sobre la sociedad que surgen espontáneamente, ya sea por lo que los personajes encuentran o porque alguna conversación deriva hacia algún tema concreto. Los diálogos, igualmente, son de lo mejor de esta serie. Formales y respetuosos, pero directos, ingeniosos, con verdades, mentiras, subterfugios, estrategias. Soberbios.

A pesar de todo, no la considero la mejor novela de la serie. El caso no me ha terminado de convencer, y, sin embargo, tengo que decir que merece la pena, porque aunque flojee por ahí, se me ha hecho muy corta, muy divertida y, sobre todo, me ha hecho vivir una experiencia gratificante, que en el fondo es lo que todo obra buena debe (o debería) conseguir.

jueves, 5 de mayo de 2016

Anatema, de Neal Stephenson

                Anatema, del estadounidense Neal Stephenson, ganó el premio Locus en 2009 y estuvo nominada a otros importantes premios de Ciencia Ficción.

                No es una obra apta para neófitos que quieren adentrarse en la literatura de Ciencia Ficción. Es relativamente larga (736 páginas), y su contenido es bastante denso. Especialmente el principio.

                En cualquier novela de Ciencia Ficción, uno de los elementos más atractivos para el lector es el ambiente. En este caso, la obra está ambientada en el planeta Arbre. Pero ¿qué es Arbre? Pues es un planeta que guarda cierto paralelismo con la Tierra. Un planeta que perfectamente podría ser una versión del nuestro, pero en un universo paralelo. Ahí es donde transcurre la acción, y poco a poco se va desvelando cómo es la vida de los habitantes de ese planeta: su cultura, su historia y, sobre todo, su ciencia y su filosofía. Pese a que pueda parecer compleja la creación de un ambiente parecido, el autor consigue (desde mi punto de vista, con éxito) una inmersión total del lector en ese mundo. Y lo logra con varios efectos, algunos de los cuales son:
                -Vocabulario específico de ese mundo, desde el principio de la obra. Seguro que a más de un lector le entrarán ganas de parar de leer y tirar el libro por la ventana. Pero conforme la historia avanza, el efecto se revierte y lo que se consigue es que, mediante el aprendizaje y comprensión del lector, acabe teniendo ese toque exótico y distintivo característico de ese mundo concreto. Por cierto, este recurso, el de usar un nuevo vocabulario, es un recurso muy usado en la literatura de Ciencia Ficción, y hasta el momento, esta novela es el caso más extremo que he encontrado.
                -El mundo tiene una historia concreta, unos personajes históricos y una evolución cultural que, aunque guarda cierto paralelismo con nuestro mundo real, se diferencia del mismo (y no poco).
                -En cuanto a la ciencia y la filosofía, ahí está el punto fuerte de esta novela. Numerosas exposiciones y discusiones, en algunos casos de gran extensión, y, conforme avanza la historia, más complejas cada vez. Terminología científica paralela a la del mundo real, leyes naturales descubiertas por personajes de ese mundo en un tiempo y circunstancias concretas, aplicación y reflexión sobre esas leyes… me ha parecido muy interesante cómo ha manejado el autor ese tema.

                Respecto a los personajes de ese planeta, están divididos en dos bandos: los que viven una especie de vida monástica (llamados avotos) en el interior de una especie de monasterios (llamados cenobios), y los que viven fuera, extramuros. Los personajes principales, en su mayoría pertenecen a la vida monástica. El protagonista, que es quien relata la historia en primera persona, es Fra Erasmas (Fra es el título que reciben los “avotos” masculinos, mientras que Sur pertenece a los “avotos” femeninos). A través de los ojos del protagonista, se mostrará su estilo de vida, su visión del mundo en que vive, sus preocupaciones y, sobre todo, la aventura que vive en esta novela. Un efecto destacable de esta novela es que apenas hay descripciones físicas de los personajes, sino que se representan a través de lo que hacen y, sobre todo, de lo que dicen.

                En cuanto al ritmo, se podría decir que avanza a saltos. Si bien es bastante lento al principio, ya que es cuando se expone “el tablero de juego y las reglas” de la historia, después hay momentos de acción, y también ralentizaciones con extensas conversaciones, discusiones o reflexiones que, para mí, es lo que mayor calidad tenía de la historia, más que las escenas de acción, que también las hay. Mención especial para las detalladas descripciones que, aunque a veces pueden resultar excesivas, contribuyen a mostrar al lector el ambiente en el que se desarrolla la historia.

                El tema principal, como he explicado más arriba, gira en torno a la ciencia y la filosofía. Toda la obra es una exposición sobre un mundo con una cultura en la que esos dos son los elementos principales, y lo que da pie a múltiples reflexiones muy bien expresadas por los personajes, y que también darán que pensar y reflexionar al lector.

                Como he dicho al principio, no es una obra fácil. Al principio es lenta y difícil de comprender, pero en general, me ha parecido una buena historia. Ha sido como un viaje a un lugar desconocido, con unas reglas desconocidas, con unos personajes que, pese a pertenecer a otro mundo, son simplemente seres humanos que han tenido una evolución cultural distinta a la nuestra.


                Es la primera obra que he leído de este autor, pero no creo que sea la última, porque considero que, no sólo la historia es original, sino que, además, está bien escrita.

lunes, 14 de marzo de 2016

El retrato de Dorian Gray, de Oscar Wilde

                Publicada en 1890, es la única novela del escritor irlandés Oscar Wilde, que pese a su relativamente temprana muerte, dejó un legado escrito de numerosos poemas, ensayos, cuentos y obras de teatro.
                Ambientada en Londres a finales del siglo XIX, la historia muestra la vida decadente de la alta sociedad inglesa de esa época: sus costumbres, sus prejuicios, sus anhelos… las numerosas descripciones, que a menudo frenan el ritmo de la historia, ayudan a dibujar ese escenario en el que la historia tiene lugar.
                Como cualquier novela considerada un “clásico”, el tema principal es bien conocido por mucha gente: la eterna juventud, que este caso va unida al hedonismo y al narcisismo.
                Los personajes están bien construidos y diferenciados. Destacan tres: el protagonista Dorian Gray, un joven inexperto con una belleza extraordinaria, el pintor Basil Hallward, quien queda prendado de la belleza de Dorian Gray y decide pintar su retrato, y Lord Henry Wotton, un noble conocido del pintor que se interesa por la inocencia de Dorian Gray y, como se ve a lo largo de la historia, lo irá influenciando con su corrosiva visión de la vida y la sociedad.
                La obra me ha parecido una buena lectura, si bien determinados pasajes se me han hecho lentos por las numerosas descripciones. No es que dichas descripciones sobren, ya que ayudan a situar al lector dentro del ambiente, pero sí que cortan la acción en seco y la historia deja de avanzar, como si se hubiera quedado estancada en un bucle. Por otra parte, hay algunos hechos atribuibles al protagonista que, siendo una pieza fundamental de lo que sucede en la historia, el autor no entra demasiado en detalles, simplemente deja constancia de lo que está pasando, sin ahondar. No es un gran defecto, pero personalmente eché de menos que se ampliara la información en esos puntos.
                El narrador, en tercera persona, es quien cuenta la historia desde un punto de vista neutro, aunque en determinados pasajes muestra su empatía con el protagonista. En este punto, merece la pena destacar que el autor fue juzgado por homosexualidad, y en el juicio, entre otros, se expusieron argumentos contenidos en esta novela, a lo que el autor respondió que los actos o pensamientos de los personajes de una obra de ficción no tienen por qué coincidir con los del autor. Pero no se libró de la cárcel por su “delito”.
                En este caso, como en muchos otros en los que una historia original ha sido usada como cliché para multitud de películas, series, novelas y todo tipo de situaciones, la lectura pierde parte del atractivo que ofrece la novedad, al haber tenido ya por otras vías entradas de spoilers. Pero aunque se pierda esa novedad, en este caso la novela tiene una gran calidad no sólo en la historia y cómo está relatada, sino en las conversaciones y reflexiones de los personajes, profundas, contundentes, sujetas a debate, originales, controvertidas. Es por ello por lo que animo a que, cualquiera que conozca la historia de Dorian Gray pero no haya leído la novela original, lo haga. Son 284 páginas que se pueden leer en un par de tardes. Yo, al menos, no me he sentido defraudado.