La era del diamante: manual ilustrado para
jovencitas, del estadounidense Neal Stephenson, fue publicada en 1996, y
recibió los premios Hugo y Locus. Tiene 672 páginas de extensión.
Nos
encontramos ante una novela de ciencia ficción ambientada en un futuro donde la
nanotecnología ha evolucionado hasta tal punto que la sociedad se ha
transformado de forma radical adaptándose y creando un sistema de phyles o tribus, clanes o como se les
quiera llamar, los cuales tienen sus propias características y gobierno, y cuya
extensión es transnacional. La mayor parte de la acción transcurre en
territorio de lo que hoy día es China, concretamente en Shanghai.
La
trama transcurre a lo largo de varios años, y se compone de la historia de
varios personajes cuyas vidas se encuentran relacionadas por el objeto que da
título a la novela: el manual ilustrado para jovencitas.
El
narrador en tercera persona sigue las andanzas de los personajes. En cuanto a
éstos, no hay un protagonista claro. Hay un aristócrata, un ingeniero, un juez,
dos niños, una actriz, un doctor… algunos de ellos con más protagonismo, otros
desaparecen en un determinado momento y luego vuelven a aparecer, otros
desaparecen sin más y no se vuelve a saber de ellos. Están bien construidos, y
aunque en algunos se echan en falta mejores detalles sobre su evolución, no es
algo tan grave que pueda llegar a suponer un defecto.
El
ambiente está muy logrado. Se muestra a una sociedad china evolucionada, pero
con vestigios de su pasado cultural. Una época en la que la tecnología es el
alma y la base de la civilización. Hay también múltiples referencias a hechos,
costumbres y formas de vida que la evolución tecnológica ha llevado a la
obsolescencia, y cómo la sociedad se ha ido adaptando a los cambios.
En
cuanto al tema, hay dos fundamentales: uno es la nanotecnología y sus
implicaciones en la vida diaria. Y el otro, y desde mi punto de vista, mucho
más interesante, es la educación. Me refiero a educación formal, de la que se
obtiene en los colegios o, como muestra en esta novela, en otros medios
alternativos. El tema está tratado con mimo y, si bien al final queda algo
confuso lo que el autor pretendía transmitir, sí que deja muchos interrogantes
y puertas abiertas a las especulaciones del lector, o sea, que da que pensar.
El
ritmo, pese a la extensión de la historia, es adecuado. Sin embargo, hay
algunos pasajes que me han resultado confusos, y no los he entendido bien, no
sé si por fallos de la traducción o por un fallo mío como lector (de atención,
por ejemplo). En cualquier caso, las tramas individuales de los personajes van
avanzando y se van entrelazando sin grandes puntos muertos. Algunas veces el
ambiente se describe de forma exhaustiva, y otras veces todo lo contrario, pero
el efecto en el ritmo no se deja notar demasiado.
Bien.
Es la segunda novela de este escritor que pasa por mis manos. Me gusta mucho
los amplios conocimientos que se nota que maneja sobre tecnología (informática,
principalmente), y cómo los plasma con metáforas, cómo los retuerce y les da
nueva forma, llevándolos al límite en su obra. Comparando La era del diamante y Anatema,
veo que, sin duda, están escritas por el mismo autor. Se nota que han
transcurrido muchos años entre la publicación de cada una de ellas, pero se ve
ese nexo común, esa forma de redactar, esos temas recurrentes: tecnología,
artes marciales, fragmentación de la sociedad, moral relajada en un futuro más
avanzado (pero no por eso mejor)...
Aunque
me ha parecido bastante buena, se me ha hecho pesada en algunos momentos. Tal
vez porque no captaba la idea de lo que quería transmitir el autor, por falta
de detalles o bien por una exposición farragosa. En cualquier caso, es una
buena obra de ciencia-ficción, con ideas interesantes, que me ha hecho
reflexionar en algunos momentos. Aún tengo por ahí Criptonomicón y Snow Crash.
Cuando pase un tiempo, volveré con este autor, porque tiene un estilo que me
resulta llamativo, y las ideas que expone me parecen de lo más interesante.