miércoles, 28 de agosto de 2013

Demian, de Herman Hesse

                El alemán Herman Hesse ganó el premio Nobel de Literatura en 1946, cuando ya tenía nacionalidad suiza. Fue escritor de novela y poesía, y también pintor.
                Demian fue publicada en 1919, después de la Primera Guerra Mundial. Es importante destacar que hoy, casi un siglo después, se puede leer esta novela y casi no darse cuenta de que no está ambientada en la actualidad.
                Es una novela poco extensa, de 218 páginas. Rápida de leer y apasionante en determinados pasajes.
                El protagonista, Emil Sinclair, cuenta su etapa de transición desde la niñez hasta la madurez, seleccionando diversas experiencias que marcaron su vida y que fueron ese punto de inflexión que hizo avanzar su desarrollo. Al igual que en El lobo estepario, todo el proceso está marcado por la dualidad, por el conflicto entre el entorno y el yo intrínseco.
                Esos cambios en el protagonista tienen mucho que ver con el personaje que da nombre a la novela, Demian. Emil lo conoce durante su etapa en el colegio, y a partir de entonces, encontrará en él un mentor que estará presente en todas esas etapas donde surgen los conflictos internos.
                Todo comienza con una mentira, lo que desencadena la primera crisis de Emil, que lo hará dar el primer paso hacia la madurez. Se puede decir que cada capítulo supone un paso en ese camino que todos hemos andado hasta llegar a adultos. Mediante elipsis, el tiempo avanza a saltos de capítulo a capítulo hasta llegar al final.
                Son varios los temas tratados en esta obra. Por una parte, está el desarrollo, el paso por la adolescencia, la conciencia de ir dejando atrás la niñez. También se puede encontrar la desaparición de la inocencia (muy bien reflejada), la obsesión por encontrar un lugar en el mundo, el amor platónico… son muchas las lecturas que ofrece esta novela.
                Tengo que reconocer que, pese a las buenas críticas que me llevaron a leer esta obra, al final me quedó una sensación agridulce, tal como me sucedió cuando leí El lobo estepario, del mismo autor. Esa sensación proviene de que ambas obras empiezan muy bien. Enganchan. Tienen reflexiones poéticas, contundentes, demoledoras. Frases que hay que volver a leer una y otra vez, para deleitarse con la belleza de esa verdad desnuda que hay tras la puerta de la mente humana. Sin embargo, ambas obras acaban entrando cerca de su final en un terreno místico. Me queda la sensación como si al autor se le fuera de las manos su historia y se dejara llevar. Es por eso que Demian, según mi opinión, tiene un comienzo espectacular, se mantiene el ritmo durante buena parte de la historia, y después comienza a decaer, pasando a ese terreno místico o paranormal que no me terminó de enganchar. Pese a ello, la recomiendo. Las partes buenas compensan, y mucho, el resto. Y hay que leer toda la historia para tener esa visión de conjunto.

lunes, 26 de agosto de 2013

La estrategia del agua, de Lorenzo Silva

                Por recomendación, me he saltado algunos de los episodios de Bevilaqua y Chamorro, y he pasado directamente a La estrategia del agua. Esto no quiere decir que vaya a dejar de lado las otras entregas de la seria (ésta es la sexta), pero aunque sería recomendable seguir el orden, tampoco es un disparate romperlo, ya que cada novela se encarga de un caso distinto.
                Como ya he dicho, ésta es la sexta entrega de la serie de la pareja de la Guardia Civil Bevilacqua y Chamorro creada por Lorenzo Silva. Esta novela es de 2010, y actualmente es la penúltima publicada (la última es La marca del meridiano, que ganó el premio Planeta en el 2012).
                En línea con las entregas anteriores (al menos con las que me he leído: El lejano país de los estanques y El alquimista impaciente), la historia comienza con la aparición de un cadáver, supuestamente asesinado de dos disparos por un profesional. Dados sus antecedentes de violencia de género y tráfico de drogas, todo parece apuntar a un ajuste de cuentas. Pero la historia se va desenrollando y se verá que no todo es lo que parece… y hasta aquí puedo contar.
                Los protagonistas encargados de la investigación son, cómo no, Bevilacqua (ya ascendido a brigada) y Chamorro (sargento). En esta ocasión, también hay un tercer investigador, el novato Juan Arnau. El resto, pese a su importancia en la historia, no dejan de ser personajes secundarios.
                El principal protagonista, sin embargo, es Rubén Bevilacqua, ya que la historia está contada por él en primera persona. Es destacable su evolución respecto a las historias anteriores, punto éste muy importante y muy bien logrado, ya que se muestra su carácter ácido y cínico, asociado a la experiencia, veteranía y desencanto con determinados temas. También se nota el efecto de la veteranía en la sargento Chamorro, más acostumbrada a las manías de su superior y más profesional.
                En cuanto al estilo, sigue en línea con los anteriores. Vocabulario muy formal, acorde con la institución que representan. Frases cortas, diálogos ágiles y divertidos por la ironía y crítica que desprenden.
                El tema de esta obra no lo voy a revelar, porque es mejor que el lector lo descubra. La forma de tratarlo es a través la enrevesada investigación que se llevará a cabo, interactuando con el sistema judicial, con la policía e interrogando a los allegados de la víctima.
                El caso no es muy llamativo a simple vista, y tampoco la solución del mismo es un gran misterio, pero lo interesante de esta historia es justo el cómo se lleva a cabo la investigación y lo que va sucediendo durante la misma, no sólo en el entorno, sino también a todos los personajes de la obra.
                De las tres novelas de la serie que he leído, ésta es quizás la menos emocionante, pero sin embargo, creo que la madurez del autor ya se deja notar aquí, por lo que también considero que está mejor escrita que las anteriores.
                Una novela que, sin llegar a ser brillantísima, hará las delicias de los acostumbrados a la novela policiaca, más allá de tiroteos escandalosos y persecuciones esperpénticas. La recomiendo.

martes, 13 de agosto de 2013

Inferno, de Dan Brown

                No tengo por costumbre hacer una reseña de una novela que no me he terminado de leer, pero en este caso (y espero que en ninguno más en el futuro), voy a hacer una excepción. Aún así, no es que haya abandonado la lectura pronto, sino que casi llegué hasta las tres cuartas partes, con lo que tengo una idea bastante aproximada de lo que es la historia, sin llegar a saber el final. Intuyo que el americano machote salva al mundo y se queda con la chica (y con el dinero, si lo hay). Es sólo una conjetura, que supongo no se aleja demasiado de la realidad.
                Me he leído casi toda la obra de Dan Brown (El código Da Vinci, Ángeles y demonios, Fortaleza digital y La conspiración, es decir, todos salvo El símbolo perdido).
                El escritor estadounidense Dan Brown, tras relativos éxitos con sus primeras novelas, fue con la tercera, El código Da Vinci, con la que se hizo famoso de verdad. Aún recuerdo el revuelo montado con la novela y la crítica de la Iglesia no recomendando su lectura, es decir, consiguiendo lo contrario de lo que pretendían y convirtiéndola en un best-seller internacional.
                En el caso de Inferno, aunque hace varios años que me leí los demás, tengo que decir que es el más malo de todos. Pero intentaré ser un poco más técnico en la descripción de la novela, dejando mi opinión para el final.
                La historia está ambientada en Florencia, y precisamente la ciudad es el principal protagonista de esta novela. De hecho, de novela tiene poco. De las 640 páginas de la obra, creo no quedarme corto si digo que 600 páginas son una guía turística de la ciudad y sus obras de arte, y las otras 40 son un guión de una película de acción, de esas con tiros y persecuciones. Se hace un cortar-pegar y sale Inferno.
                El protagonista principal vuelve a ser Robert Langdon, el profesor universitario de simbología que protagonizó otras novelas del autor. En este caso, se ve envuelto en una historia relacionada con La divina comedia de Dante Alighieri, que lo llevará, junto a una médica superdotada (¿???) a recorrer la ciudad de Florencia para resolver un misterio que amenaza a todo el mundo entero. No entro a dar más detalles de la historia, y con lo que he contado, no creo haber desvelado nada, porque se ve claro desde el principio.
                Lo que caracteriza a la mayoría de las obras de este autor, incluida ésta, según mi opinión, son los siguientes detalles (algunos buenos, otros no tanto):
·         Abundantes descripciones de obras de arte (pintura, escultura, arquitectura, literatura).
·         Trama de acción con ritmo rápido y sin tregua desde el primer momento, que considero que es el principal gancho de la historia, y uno de los puntos fuertes del autor, ya que consigue crear un ambiente de tensión.
·         Telón de fondo de una trama relacionada con interpretaciones particulares sobre las obras de arte antes mencionadas, que constituye el principal apoyo de la historia.
·         Personajes peliculeros, dignos de cualquier guión de Hollywood. Irreales y estereotipados.
·         Amenaza mundial como principal motor y estímulo del protagonista. Generalmente esta amenaza implica alguna sociedad secreta o poder fáctico.
·         Giros en la historia abundantes, pero predecibles. Poco originales.
Y algún detalle más que se me escapa, aunque considero que los principales son los expuestos.
Creo que con lo anterior, se pueden hacer una idea de esta obra. Mi recomendación es que , si han leído algo anterior de este autor, no lean Inferno, porque es más de lo mismo, pero peor. Con la cantidad de cosas que hay por leer, esta lectura me ha supuesto una pérdida de tiempo. ¡Ojo! No quiero decir que esté mal escrita ni que sea aburrida, al contrario. Pero personalmente no me aporta nada de nada, de ahí que la haya dejado cuando faltaba poco para el final.
Dan Brown, no es que tus novelas me parecieran soberbias, pero eran entretenidas de leer cuando lo hice en su momento. Ya has perdido un lector. No sé si con el paso de los años me he vuelto más exigente, o bien que Inferno es excesivamente predecible y mala. De todas formas, a ti te da igual, que seguro que con las ventas te has forrado. He dicho.

jueves, 8 de agosto de 2013

Guerra y paz, de León Tolstói

            Publicada en 1869, Guerra y paz es la obra cumbre del ruso León Tolstói, junto con Anna Karenina.
            La novela, de mil doscientas páginas (incluso más, según la edición), está ambientada a principios del siglo XIX, durante las guerras napoleónicas. Tiene como protagonistas principales a los miembros de varias familias de la aristocracia rusa.
            El título evoca sin duda su contenido, porque toda la historia tiene lugar, o bien dentro de los salones de la nobleza de Moscú y San Petersburgo, o bien en el campo de batalla.
            En cuanto a los personajes, algunos gozan de mayor importancia que otros, y por consiguiente, algunos logran desarrollarse más que otros a lo largo de la historia. Aparte de los protagonistas ficticios, también aparecen personajes reales (Napoleón, el emperador Alejandro, etc.), que pese a tener apariciones ocasionales, tienen un papel destacado en la historia.
            Sin duda, es la configuración de los personajes uno de los puntos más fuertes de esta novela. A través de sus vivencias y pensamientos, el autor logra incrustar reflexiones relacionadas con lo que sucede en el momento, pero que son en realidad profundas reflexiones sobre la vida. Filosofía. Esos momentos puntuales me han parecido excelentes. Un pequeño párrafo, una frase súbita, y el autor muestra su grandeza y su genio condensados ahí.
            La ambientación, tanto en la vida social de la aristocracia como en el campo de batalla, está muy conseguida. La minuciosidad del autor, su atención a los detalles y el trasfondo de los diálogos, hacen que el lector se haga una idea exacta de lo que está sucediendo, se haya dicho explícitamente o no.
            Es difícil decir que hay un tema predominante en esta obra. Por una parte, está el tema histórico, que haría alusión a la invasión de Napoleón, sus causas y sus consecuencias para el pueblo ruso. Y también histórico sería el escenario que se describe de la alta sociedad rusa, cómo funciona, cómo se relacionan entre sí. Y, por otra parte, está el tema filosófico: cómo influye en las personas la inminencia de una guerra, cómo se desenvuelven durante la misma y qué cambios operan en ellos tras esos episodios traumáticos.
            ¿Es eso todo? Ni mucho menos. También hay romance. Trapicheos para apañar matrimonios, traiciones, infidelidad y amor no correspondido. Manipulaciones políticas. Actos heroicos. Actos cobardes. Y mucho más.
            Sé que a mucha gente le repele ver la extensión de la novela, porque a mí me ha pasado, y he tardado bastante en lanzarme a su lectura. Sin embargo, una vez empecé, la he disfrutado de principio a fin. Es una obra que merece la pena.
            En cuanto a lo que no me ha gustado tanto, hay algunas cosas: por una parte, los cambios de ritmo. Hay momentos que son excesivamente descriptivos, con lo que la acción queda paralizada y da la sensación de que no está pasando nada. Después, de pronto hay un cambio de ritmo y pasan varias cosas atropelladamente, tan rápido que apenas da tiempo a asimilar. Es por eso que mi recomendación es disfrutar cada página de lectura, esta novela hay que tomársela sin prisa, porque si no, puede llegar a aburrir en algunos momentos. Por otra parte, está principalmente enfocada a la aristocracia, de tal forma que el pueblo llano no se ve representado por ninguna parte, salvo algunas apariciones ocasionales. Esto no es malo, pues tiene la ventaja de que lo que no se dice, habla por sí solo, y lo que se dice, se puede usar como contraste con lo que podría considerarse la “normalidad”, es decir, que se define muy bien la vida de la alta sociedad, sin dar detalles de lo que pasa con el resto de la gente. Y esto es así tanto en los periodos de guerra como en los de paz. El hecho de que no haya ningún protagonista del pueblo llano, deja olvidada a esa sección de la sociedad.
            Como resumen, diré que es una obra muy completa. Tiene retazos de novela histórica, romántica y bélica, y todos ellos espléndidos. No es para leerla en dos tardes, y sobre todo advierto que puede parecer aburrida, pero a todo aquél que la haya leído entera, disfrutando del momento y sin prisas, estoy seguro de que no se habrá sentido defraudado.
            Termino haciendo una reflexión personal: después de leer Guerra y paz, consigo entender lo que pretendía Ken Follet al escribir La caída de los gigantes, pero mucho me temo que, habiendo copiado el hilo argumental, y pese a haber hecho una gran labor de documentación, le ha quedado una historia que, en cuanto a personajes y tramas, ha quedado con un resultado mediocre, todo lo contrario que la obra de Tolstói.