Bajo la misma estrella, del
estadounidense John Green, fue publicada en 2012. Consta de 304 páginas, y
podría encuadrarse dentro del género de literatura juvenil y romántica.
La
trama principal es una historia de amor entre adolescentes. No hay elipsis, no
hay flasbacks. Todo transcurre cronológicamente, contado por la protagonista,
que es la que narra la historia en primera persona.
Los
personajes principales son Hazel Grace, una chica de dieciséis años enferma de
cáncer, que necesita apoyo para poder respirar, lo que hace que siempre vaya
acompañada de su bombona de oxígeno, y Gus, un chico al que conoce en una
reunión para adolescentes enfermos de cáncer (y que, por consiguiente, también
sufre algún menoscabo físico). Pese a no ser unos personajes que estén muy
desarrollados, son funcionales, o sea, que hacen que la historia gire en torno
a ellos. Digo esto porque hay algunos fallos importantes en su diseño, aunque
opino que los puntos fuertes los contrarrestan. Como fallos, diré que son personajes
relativamente irreales. No se muestra el sufrimiento físico que da lugar a las
reflexiones filosóficas (algunas mejor conseguidas que otras) sobre su estado.
En cuanto a las reflexiones, puede resultar poco creíble la clarividencia de
los protagonistas respecto a su situación. Ese “optimismo pesimista” como lo
llamaría yo, no concuerda con su edad. Pero, como digo, queda contrarrestado lo
interesante de ciertos argumentos con la poca credibilidad de quien los emite.
Por otra parte, los personajes muestran una realidad contundente y bien
expresada, al margen de la propaganda bien-pensante de hoy día y de “lo que no
veo, no existe”. Es decir, ven las cosas como son, no como deberían ser.
Ése es
el punto de partida para crear un ambiente donde la enfermedad es el escenario
donde transcurre la historia de amor. Un escenario en el que hay familiares y
amigos moldeados por esa situación, y que, sin estar excesivamente desarrollados,
cumplen su función de adornar la historia y darle realismo, enriqueciéndola y
aportando nuevos matices.
Como
novela juvenil, es una historia de la que los adolescentes pueden sacar
bastante jugo, y los adultos también, aunque menos. Por ejemplo, me ha gustado
una de las frases que se repite varias veces: “El mundo no es una máquina de
conceder deseos”, y algunas otras reflexiones y situaciones que me han hecho
pensar. Flojea un poco el trasfondo de la historia de amor, pero se puede
disculpar.
El
estilo, pese a lo comentado anteriormente sobre la narradora, es bastante
adecuado. Hace fácil la lectura, y no se hace pesada en ningún momento. Y en
cuanto al ritmo, no he tenido la sensación de que hubiera pausas o
aceleraciones innecesarias.
Por
algunos comentarios leídos sobre esta obra, tenía entendido que había tragedia
y humor, pero yo tengo que reconocer que no me he reído leyendo Bajo la misma estrella, y, sin embargo,
en algún momento casi me hace llorar, es decir, que sí he sentido la tragedia,
pero el humor no lo he considerado tal. No caigamos en la tentación de pensar
que una obra que consigue estremecerte es una obra maestra, porque, como ya
digo, cuenta con algunos fallos. Pero me ha parecido buena. No soberbia,
simplemente buena. Y lo es porque no es muy larga, y porque consigue dibujar un
mundo con el que es fácil conectar. En algún momento chirría, pero la mayor
parte de la lectura merece la pena.
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