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miércoles, 21 de noviembre de 2018

El poder del perro, de Don Winslow

                Recién terminada la lectura de El poder del perro, lo primero que tengo que decir es que me sorprende que, a pesar de sus 720 páginas, es tan trepidante que perfectamente podría tener otras 200 más sin llegar a hacerse pesada.
                Publicada en 2005, es la primera parte de una serie (la continuación, El cártel, fue publicada en 2015). El autor es el estadounidense Don Winslow.
                Comienza en los años 70, y el eje central de la historia gira en torno al narcotráfico y su evolución en México y Estados Unidos. El amplio abanico de personajes usado por el autor, da una visión global de ese tema principal, visto desde todos los ángulos posibles. Estamos, por tanto, ante una novela policiaca con una historia ficticia, pero con una verosimilitud tal que podría pasar por un documental.
                Hay muchos personajes. Tenemos un agente de la DEA, varios miembros de una familia dedicada al narcotráfico, un cura, una prostituta de lujo, un asesino a sueldo, y una multitud de personajes secundarios. Los hechos que suceden a lo largo de las más de tres décadas que abarca la historia, moldean a los personajes, mezcla sus tramas y hace que evolucionen. Sin embargo, me ha quedado la sensación de que, a pesar de esa evolución, los personajes carecen de profundidad. Les falta algo que no sé muy bien cómo definir.
                Sin duda alguna, el punto fuerte de esta novela es el ritmo. Como decía al principio, no es una lectura pesada. Esto lo consigue el autor mediante continuas escenas de acción mezcladas con giros, a la misma vez que el foco va saltando de personaje en personaje, y de localización en localización. De hecho, en ocasiones el ritmo es excesivamente rápido, tanto que el lector no tiene un momento para recapacitar sobre la repercusión de lo que acaba de suceder, y eso hace que algunas escenas resulten confusas por la extremada rapidez con que son narradas.
                No es una lectura apta para todos los públicos, ya que abundan las escenas violentas, en las que el autor no se corta un pelo al describirlas. Tampoco faltan como ingredientes el sexo y la corrupción. La dosificación y reparto de esos y otros ingredientes, da una dimensión a los personajes que los aleja de mi odiado maniqueísmo: ni los policías son siempre buenos, ni los narcotraficantes son siempre malos, y eso es un punto a favor de la verosimilitud.
                La ambientación está muy conseguida. Gran parte de la historia transcurre en los alrededores de la frontera México-Estados Unidos, y está bien detallado cómo es la vida por esa zona, qué tipo de gente habita por ahí, cómo es el clima y el terreno. Y otro detalle interesante de la ambientación es el funcionamiento del narcotráfico. Quién vive de eso y cómo lo hace, qué riesgos hay, cómo se mueve todo desde arriba y cómo se lucha contra todo eso.
                Días después de haber terminado la lectura, muchos sucesos de la historia siguen rondando por mi cabeza, lo que indica que me ha impactado, que ha dejado huella.

                Como resumen, no es una novela perfecta, pero no me cabe la menor duda de que es una gran novela con una gran historia, y contada de una forma bastante decente. Aunque ahora estoy un poco saturado por el tema del narcotráfico (tengo muy recientes las series de televisión Narcos, Gomorra y Fariña), cuando me desintoxique un poco, volveré con la continuación El cártel, que seguro que merece la pena.

viernes, 2 de noviembre de 2018

El diablo en cada esquina, de Jordi Ledesma

                No siempre se tiene la oportunidad de conocer personalmente al escritor cuya novela has leído. Ese privilegio da una nueva dimensión a la experiencia de la lectura, por la posibilidad no sólo de comentar la historia con el propio autor, sino por el contraste entre lo que se conoce del autor y los personajes que ha creado.
                En fin, pongo ese detalle como curiosidad, porque recientemente fui a la presentación de la última novela publicada de Jordi Ledesma, la cuarta hasta ahora, y decidí ponerme al día con su obra, de la que sólo había leído la primera, Narcolepsia. Hace ya tiempo que la leí, pero la recuerdo como una buena historia. En este caso, la crítica corresponde a su segunda novela, El diablo en cada esquina. La novela fue publicada en 2015, y consta de 196 páginas. No tengo tendencia a hacer favoritismos y no los voy a hacer en mi blog, salvo por el detalle de hacer esta reseña o crítica de un autor que conozco. Y lo que hago es justo lo que hago con las otras novelas que analizo en mi blog: comentar mi experiencia de lectura tal como ha sido, sin propaganda.
                Comenzando por el ambiente, la mayor parte de la historia tiene lugar en Barcelona, aunque también hay escenas que se desarrollan en otras localizaciones, tanto nacionales como internacionales. Destaca la descripción del entorno por la falta de luminosidad, es decir, si bien las escenas tienen lugar en sitios poco apacibles, además el autor muestra el lado realista-pesimista de esos sitios, creando un ambiente gris que impregna toda la novela.
                Lo mismo sucede con los personajes. Se puede sentir mayor o menor empatía hacia ellos, pero todos son víctimas de sus propias circunstancias y vivencias. Estos personajes, son, sin duda, el punto fuerte de la historia. No son buenos ni malos, sino simplemente humanos. No hay maniqueísmo, y todos muestran tanto sus virtudes (si las tienen) como sus defectos. Y precisamente la personalidad de los protagonistas es el motor principal que hace avanzar la historia. Es una obra coral, con varios protagonistas, entre los que se encuentran un vicioso hijo de empresario, un policía corrupto, una prostituta, un mafioso… sus historias se verán mezcladas a lo largo de la novela, llegando hasta un desenlace bastante conseguido, según mi punto de vista.
                En cuanto al estilo, ya he hablado del ambiente “gris” que impregna al ambiente y los personajes. También es destacable la escasez de diálogos, que queda compensada con las ricas descripciones de los hechos y los personajes, desde el punto de vista del narrador en tercera persona.
                La trama es lineal en el tiempo, aunque la acción salta de personaje en personaje. También hay numerosas analepsis, sobre todo cuando el narrador muestra el pasado de alguno de los personajes, o algún hecho relevante que tiene relación con lo que sucede en el presente.

                Como no tengo por costumbre dar detalles de la historia en mi blog, sólo diré que es una lectura amena, y que es rápida de leer, dada su corta extensión. A mí personalmente, me ha durado dos tardes. Seguiré comentando el resto de novelas del autor, ya que también será un ejercicio interesante ir viendo la evolución de Jordi como escritor. De hecho, ya se nota cierta madurez en la narración desde la anterior novela, Narcolepsia.

lunes, 6 de noviembre de 2017

El silencio de la ciudad blanca, de Eva García Sáenz de Urturi

                El silencio de la ciudad blanca es la primera parte de una trilogía de la que actualmente (2017) hay publicadas 2 novelas, ésta y Los ritos del agua. La primera parte, de la que trata esta reseña, tiene 480 páginas. La autora es Eva García Sáenz de Urturi, y esta es la primera obra suya que pasa por mis manos.
                Se trata de una novela negra. Como todas las obras del género, tiene los ingredientes típicos de este tipo de historias (crimen, criminal/es, investigador/es, etc.). Sorprendente que partiendo de los mismos ingredientes de siempre, no paren de salir recetas buenas continuamente, como es este caso. Pero analicemos algo más los detalles:
                La narración principal es en primera persona, desde el punto de vista del protagonista, que es el investigador Unai López de Ayala, conocido como Kraken. La trama principal transcurre durante 2016, pero hay algunos capítulos que saltan varias décadas al pasado, a otros personajes secundarios que vivieron hechos relevantes con lo sucede en el presente de la historia. Así, la trama está partida en dos periodos temporales distintos, que al final confluyen en una única historia.
                Los personajes, tanto principales como secundarios, son algo arquetípicos, y no están excesivamente desarrollados, pero encajan perfectamente dentro de la novela y cumplen su función.
                El ambiente es uno de los aspectos más mimados en esta novela. La historia transcurre íntegramente en la provincia española de Álava, y principalmente en la capital, Vitoria. Las continuas alusiones a su geografía, sus pueblos, su gente, y su cultura, son un continuo a lo largo de la historia. Pese a que no conozco la zona (de momento), se nota la intención de la autora de dar a conocer su tierra, y lo logra encajando una buena historia policíaca en ese entorno bien conocido por ella.
                La narración en primera persona permite dosificar la información sobre el caso, con lo que el lector va descubriendo detalles del caso conforme avanza la investigación, así como detalles sobre quién es el protagonista y los que le rodean. Con el salto al pasado, a otros personajes y otro narrador, se amplía el abanico de información a que el lector tiene acceso. El estilo está basado en el protagonista y su personalidad.
                En cuanto al ritmo, es el adecuado para que la historia transcurra sin tiempos muertos, avanzando continuamente, e incluso precipitándose al final. Eso permite que, aunque no es una lectura corta, el lector avance en la misma casi sin darse cuenta.
                Respecto al caso, es interesante, sin más. La dosificación de la información es adecuada y la resolución es interesante, aunque no apoteósica. Si esta historia está encajada dentro de otra más amplia que se desarrolle a lo largo de la trilogía (tal como sucedía en la Trilogía del Baztán, de Dolores Redondo), entonces la autora logrará mejorar aún más lo que ya de por sí es una buena novela. 

miércoles, 7 de junio de 2017

El canto del cuco, de Robert Galbraith

                Robert Galbraith es el seudónimo de la escritora británica J. K. Rowling, más conocida por ser la autora de la saga Harry Potter.
                Cuando me recomendaron leer El canto del cuco como una buena novela policiaca, me sorprendió descubrir quién era realmente la autora. Sin embargo, aunque aún tengo como lectura pendiente la saga de Harry Potter, en espera de poder disfrutarla junto con mis hijos.
Ya tenía desde hace tiempo la referencia de Rowling como buena escritora, así que la curiosidad me hizo lanzarme a esta lectura con entusiasmo, sabiendo que es lo primero que leo de una escritora a la que no conozco, y que es más conocida por otro estilo totalmente distinto al que aquí iba a encontrar.
                El canto del cuco es la primera novela de la serie del detective Cormoran Strike. Actualmente hay tres novelas publicadas, y una más en camino. Fue publicada en 2013, y tiene una extensión de 544 páginas.
                Estamos ante una novela policiaca que no destaca especialmente en ninguno de sus apartados, es decir, que no aporta ninguna novedad al género. Sin embargo, su confección está cuidada con mimo. Recuerda a las típicas novelas policiacas de corte clásico, con el típico detective de despacho trabajando el caso de uno de sus clientes, pero ambientada en la época actual. Analicémosla por partes:
                Está ambientada en Londres, y en ese lugar es donde transcurre la totalidad de la historia. La descripción del ambiente, sin ser especialmente destacable, sirve para dar colorido al entorno donde sucede la acción.
                Los personajes son, sin lugar a dudas, el punto fuerte de esta novela. El protagonista es Cormoran Strike, un veterano de guerra lisiado al que se irá conociendo poco a poco conforme avanza la novela. Por otra parte, su secretaria Robin, una empleada temporal que le ayuda con la investigación. Esos son los personajes principales. Aparte está la víctima (cómo no iba a haberla en una novela de este tipo), y todo su entorno de amigos y familiares, que conforman el resto de personajes de la novela.
                Todo empieza con un suicidio, y la investigación del mismo es la historia de esta novela. La trama avanza paso a paso, desvelando misterios, añadiendo nuevas incógnitas, y, como no podía ser de otra forma, resolviéndose todo al final. El ritmo es adecuado, avanza paso a paso sin detenerse demasiado. Aunque no es una obra que destaque por escenas sus escenas de acción (que apenas las hay, y son de poca intensidad), sí que mantiene la intriga de principio a fin. Puede parecer que los hechos son bastante obvios o que las pistas no parecen apuntar a nada claro, pero al final todos y cada uno de los detalles quedan atados sin dejar ningún cabo suelto y, lo que es más importante para mí en una novela policiaca: sin que haya hechos que suceden por casualidad. Aun así, la resolución del caso, si bien es soberbia, me ha parecido algo enrevesada.
                El narrador en tercera persona sigue generalmente al protagonista, aunque en algún momento cambia a Robin, la secretaria. El estilo es totalmente neutro, lo cual facilita la fluidez de la lectura. También es destacable la ausencia de juicios de valor, más allá de lo que expresan los personajes. Me ha sorprendido lo amena que es esta lectura pese a su volumen, pero ello sin duda se debe a la amplia experiencia que Rowling tiene como escritora.

                Resumiendo: una novela que no pasará a la historia como la mejor novela policiaca, pero que sí es recomendable para quien disfrute con este tipo de lecturas. Habrá que seguir la serie para ver cómo evoluciona, ya que el comienzo me ha parecido bueno.

lunes, 20 de marzo de 2017

No confíes en Peter Pan, de John Verdon

                No era mi intención volver a leer algo de John Verdon, ya que la lectura de su primera novela Sé lo que estás pensando, no me pareció nada del otro mundo. Sin embargo, por recomendación otra vez, he decidido dedicar mi tiempo a No confíes en Peter Pan.
                No confíes en Peter Pan es la cuarta entrega de las aventuras del detective jubilado David Gurney. Fue publicada en 2013, y tiene 480 páginas.
                El tufillo a best-seller impregna la obra de John Verdon. De hecho, ese término ha llegado a tener ciertas connotaciones negativas para mi juicio, hasta el punto de que mi mente suele rechazar de antemano esas novelas que lo lucen en la portada. Analizando la sensación, me doy cuenta de que es porque ya sé en parte lo que me voy a encontrar en esa lectura: personajes estereotipados, situaciones peliculeras del estilo de persecuciones de coches y/o tiroteos, giros más o menos elaborados... es como si saber que una novela es “bestseller”, ya me estuviera aportando “spoilers” de la novela. Y así ha sido.
                Antes de asustar más a quien esté leyendo esta reseña, diré lo bueno: No confíes en Peter Pan es una novela policiaca sin grandes pretensiones, pero que cumple con su cometido, que es, al fin y al cabo, entretener. El ritmo es uno de los elementos que mejor controla el autor, y en este caso, consigue mantener al lector en vilo de principio a fin. La dosificación de la acción junto con el misterio de que trata la historia (a saber, el asesinato de un empresario en unas extrañas condiciones en que varios familiares son sospechosos), hace que acompañar al protagonista hasta la resolución del caso sea un paseo agradable. A eso hay que añadir los giros, lo que hace la historia aún más interesante. A esto hay que añadir también el caso investigado, cuya exposición me ha parecido original y, al menos esta vez, me ha parecido que la historia está mejor “atada”. Digo esto porque el principal motivo de que no me gustara excesivamente Sé lo que estás pensando, es que la historia tenía pistas falsas, mucho humo. Demasiadas alforjas para tan corto viaje.
                En cuanto a los personajes, mención aparte del protagonista, que sin ser una gran creación, encaja con la obra, el resto de personajes me chirrían bastante. Estereotipados y con unas motivaciones que no me termino de creer. La mujer tiene una personalidad que no entiendo. Jack Hardwick, el compañero que introduce al protagonista en el caso, tampoco me lo creo. Demasiados tacos, demasiada sobreactuación. Y así con la mayoría de los personajes. En otros casos, excesivamente peliculeros (entendiendo por tal los típicos clichés que suelen aparecer una y otra vez en la pantalla).
                El ambiente no deja de ser normal. El autor se sirve de él como decorado donde transcurre la acción, sin dar más detalles que los necesarios para el desarrollo de la historia.
                En resumen, una novela policiaca para pasar el rato. Con varios giros sorprendentes y una dosis de acción que, para mi gusto, sobra, pero que no estropea demasiado la historia. Se puede leer y disfrutar, pero no es de las típicas historias que lo dejan a uno trastornado durante varios días. En mi caso, archivado y a por el siguiente, a cambiar de tema y autor.

                

miércoles, 8 de febrero de 2017

A cada cual, lo suyo, de Leonardo Sciascia

                A cada cual, lo suyo, del italiano Leonardo Sciascia es, pese a su tamaño (160 páginas, perfecta para leerla del tirón), una gran novela. Fue publicada en 1966.
                El autor de origen siciliano, fallecido en 1989 a los 68 años de edad, se dedicó en un principio a la enseñanza, que después compaginó con el periodismo y la literatura. También entró en el mundo de la política.
                La personalidad crítica de este autor con los problemas de su país se deja ver bien en su obra, y A cada cual, lo suyo es un buen ejemplo, donde el escritor expone temas como la corrupción política, el poder de la iglesia y la mafia.
                La novela, ambientada en una zona rural de Sicilia, queda perfectamente definida. Sus gentes, sus costumbres y las preocupaciones de la época quedan patentes en la descripción del entorno donde transcurre la historia.
                Todo comienza con una carta anónima recibida por el farmacéutico del pueblo, en la que se le amenaza de muerte, y a la que se le presta poca atención al no haber enemigos conocidos del amenazado.
                Los personajes, pese a la poca extensión de la novela, quedan bien caracterizados, y aunque se les reconoce por su oficio (el farmacéutico, el médico, el abogado, el cura...), no son clichés. El autor los dota de personalidad. Podríamos decir que el profesor Laurana es el más desarrollado de todos, como corresponde a su función de protagonista, pero eso no resta calidad al resto de personajes, que resultan creíbles y perfectamente definidos.
                Se podría encuadrar como novela negra, pues se trata de una investigación, aunque es una investigación “peculiar”, y no daré más detalles. También se podría pensar que su corta extensión no da pie a desarrollar un gran caso, y sin embargo, tras su lectura, me ha parecido una historia excelente. Bien desarrollada, bien descrita, con personajes interesantes, conversaciones profundas y, como corresponde a cualquier novela negra: un misterio por resolver. Y una gran moraleja.
                El estilo del autor me ha cautivado. Controla el ritmo de tal forma que la historia avanza sin interrupciones, los personajes tienen conversaciones donde hablan de temas cotidianos, y de ahí se desprende la aguda crítica del autor sobre la sociedad siciliana. Todo ello de forma aséptica, sin llegar a criticar por criticar, y sin adoctrinar al lector, sino exponiendo temas o vivencias de los personajes para que el lector saque sus propias conclusiones.

                Sin duda, ha sido un gran descubrimiento este autor, y dado que tiene muchas obras cortas, no será ésta la única que aparecerá comentada en este blog. Muy recomendada para los amantes de la buena novela negra y policiaca, y también para cualquiera que quiera disfrutar de una buena lectura que perfectamente se puede acabar en una tarde cualquiera.

lunes, 5 de diciembre de 2016

Falcó, de Arturo Pérez-Reverte

                Falcó es la última novela de Arturo Pérez-Reverte, publicada en 2016. Tiene 296 páginas, y todo apunta a ser la primera novela de la serie que protagonizará el personaje que se da a conocer en esta primera entrega: Lorenzo Falcó.
                Se trata de una novela negra de espionaje, ambientada en los años 30, en los comienzos de la Guerra Civil española. Los movimientos del protagonista por el territorio nacional muestran un paisaje histórico bien documentado, donde el lector se puede hacer una idea de qué ambiente se respiraba en ambos bandos del conflicto, y qué tipo de personas tomaban parte en él, y cómo lo vivían. Es por ello que esta novela tiene tintes de novela histórica, que no llega a ser tal porque los datos históricos sólo forman parte del escenario en el que se desenvuelve la historia.
                El narrador omnisciente está centrado en el protagonista, y sigue sus andanzas en una trama lineal, que sólo queda pausada en determinados momentos para recalcar alguna anécdota del pasado de Falcó.
                En cuanto a los personajes, esperaba algo más de Pérez-Reverte, ya que todos, incluido el protagonista, me han parecido estereotipos que, aunque bien encajados en la historia, me daba la sensación de haberlos visto una y otra vez en otros sitios.
                El estilo sin duda es el punto fuerte del escritor, y aquí lo demuestra en una obra ágil, amena, que hace al lector viajar a otra época y ver “qué se cocía” entonces.
                El tema tratado, principalmente el conflicto, está representado de forma soberbia. No toma partido por uno ni por otro bando, y sin embargo muestra el sinsentido y la barbarie de una forma que no siempre se ve en otras narraciones. Así, se pueden ver los oportunistas que aparecían por doquier, daba igual el bando, los cobardes, los valientes… muy realista y muy centrada la visión del autor.
                Aunque es una buena lectura, personalmente esperaba más. Me ha gustado mucho lo que se podría llamar “el decorado” de la novela, pero la historia no me ha parecido relevante. Digamos que la veo escasa de originalidad. Podría ser un cliché de la película “Casablanca”, o un plagio de Berlin Noir de Philip Kerr, aunque ambientado en España, o un: “¿y si James Bond fuera español y hubiera vivido durante la Guerra Civil?”. Sea por lo que fuere, el cliché está ahí, y aunque la misma historia contada de distinta forma una y otra vez puede seguir siendo interesante, yo le he notado en falta algo más de originalidad, que se habría solventado con una ligera huida del estereotipo.

                Esperaba un Alatriste del siglo pasado, pero ha quedado un poco corto. Eso no quiere decir que la novela sea mala, que no lo es. De hecho, también Alatriste tiene historias buenas y no tan buenas. Esperemos que ésta de Falcó haya sido de las últimas, que lo que venga después no haga sino mejorar.

martes, 22 de noviembre de 2016

Trilogía del Baztán, de Dolores Redondo

                Recientemente galardonada con el Premio Planeta 2016 por su obra Todo esto te daré, la escritora española Dolores Redondo tiene como su obra más conocida la Trilogía del Baztán, de la que trata esta reseña, y que se compone de las siguientes novelas:
                El guardián invisible
                Legado en los huesos
                Ofrenda a la tormenta
                Hay que empezar diciendo que el Baztán es una comarca de Navarra, situada al norte de Pamplona, y por la que pasa el río del mismo nombre, en otros lugares conocido como río Bidasoa. Y no es casualidad que el nombre del río y la comarca dé nombre a la trilogía, ya que, junto con Pamplona, es el lugar donde tiene lugar la historia, y además está tratado de tal forma que puede llegar a considerarse como un personaje más de la novela. Dicho esto, la ambientación de esa zona donde transcurre la acción está descrita con abundancia de detalles, que quizás llegan a ser excesivos en determinados momentos, pero que contribuyen a crear una atmósfera que hace fácil la inmersión del lector en el paisaje.
                Es una novela policiaca. Si bien cada una de las tres novelas trata sobre un caso distinto, hay un hilo común en toda la trilogía. No sólo un hilo temporal, sino también argumental. Para ver la historia en su conjunto y poder valorarla, hay que leer la trilogía completa.
                En cuanto a cómo está escrita, encontramos a un narrador omnisciente, que generalmente sigue los pasos de la protagonista, la inspectora de la Policía Foral de Navarra Amaia Salazar. La historia comienza cuando la protagonista se tiene que desplazar a su población natal, Elizondo, a investigar unos extraños crímenes.
Los personajes están bien construidos y diferenciados, y es especialmente complejo el personaje de la protagonista. Sin embargo, no están exentos de caer en determinados clichés, de los cuales no se escapa ni la susodicha protagonista, pero no es un caso tan alarmante como para considerarlo especialmente grave.
La trama es intrincada, y veo detrás de ella un trabajo técnico impecable. La acción, el misterio y las incógnitas que acompañan a cada novela de este tipo, aquí las encontramos perfectamente dosificadas. Conforme avanza la historia, van apareciendo enigmas, se van resolviendo y, lo que es más importante desde mi punto de vista: no se resuelven por casualidad o mediante deus ex machina (y, si hay alguna casualidad, pasa desapercibida, o se puede perdonar). Lo único llevado al extremo es la habilidad de la inspectora para resolver enigmas, que en ocasiones parece tener el don de la clarividencia, mientras que en otras, el lector ya sabe lo que ha pasado mientras que la protagonista no parece haberse dado cuenta.
Los diálogos, sin embargo, me han producido una sensación agridulce: en unos momentos son brillantes, y en otros, el interlocutor parece un orador dando un discurso detrás de un púlpito. Esto último sucede, generalmente, cuando se exponen explicaciones de temas técnicos.
En cuanto a los temas tratados en las novelas, aquí destaco dos (que bien podrían ser historias paralelas dentro de la historia principal, por cómo están tratados): la maternidad y la superstición. Éste último me parece el más interesante de esta trilogía, y es que, aunque siempre se puede encontrar alguna novela policiaca con cierto ingrediente místico, en este caso la mitología rural se encuentra enquistada dentro de la historia principal formando un todo uniforme. Ése es para mí el aspecto más destacable y original de esta trilogía.
Como resumen, diré que merece la pena. Toda la trilogía completa son alrededor de 1600 páginas, pero en mi caso, no se me ha hecho pesada. Tiene buen ritmo, está bien escrita, mantiene el suspense, el ambiente está bien reflejado y los personajes están decentemente caracterizados. Y la historia me ha parecido interesante.

Todo indica que la autora no guardará al personaje de Amaia Salazar en un cajón, sino que volverá a ver la luz. Aparte de eso, la película está a punto de estrenarse. No espero gran cosa, porque tras haber leído la historia, sería una sorpresa encontrar que es más rica en detalles que la novela. Pero son dos formas distintas de arte, y yo siempre he tenido preferencia por la que me aporta una experiencia más completa, que es… la Literatura.

miércoles, 27 de julio de 2016

Donde los escorpiones, de Lorenzo Silva

                Donde los escorpiones es, hasta el momento (2016), la última entrega de la serie “Bevilacqua y Chamorro”, del escritor madrileño Lorenzo Silva. La novela tiene 352 páginas de extensión.
                Respecto a los protagonistas y al estilo de esta novela negra, poco puedo decir que no haya dicho ya: el subteniente de la Guardia Civil Bevilacqua y la sargento primero Chamorro, junto con el resto de compañeros del cuerpo que ya aparecían en anteriores entregas, siguen siendo quienes hacen avanzar la historia. Ambos –y me refiero sólo a ellos dos porque son, sin duda, los principales personajes-, están más envejecidos, más curtidos, más castigados por la vida, más pesimistas y decepcionados, aunque se lo toman con deportividad. Bevilacqua, una vez más, vuelve a ser el narrador, el que contagia la historia con su visión, pensamientos y creencias. El resto de personajes, pese a tener menos relevancia, están construidos con esmero y tienen su propia historia, realista y alejada hasta cierto punto de los típicos clichés.
                El ambiente es lo novedoso de esta historia. Como es natural, y con eso no estoy explicando más de lo que me corresponde, todo comenzará con un muerto. Pero esta vez, el susodicho es un militar español que estaba ejerciendo sus funciones en la base española de Herat, en Afganistán (de ahí el título de la novela), y ahí es donde habrán de desplazarse a investigar. Sin duda, la recreación tanto del entorno como de la forma de vida en una misión de este tipo, es ejemplar, fruto de una buena labor de investigación que me consta hizo el autor en el propio terreno. Pero también ahí es donde está una de las flaquezas de esta historia: que el ambiente cobra demasiado protagonismo. Tanto, que ensombrece lo que debería ser el núcleo principal de la historia, a saber: la investigación de un asesinato. De hecho, los principales protagonistas de esta historia, bajo mi punto de vista, son dos: el ambiente y la burocracia. Muy bien descritos ambos, y muy realistas. Aunque no conozco al dedillo los protocolos de investigación de la Guardia Civil, y menos aún en relación con otro Cuerpo como el Ejército, supongo que se ajustan bastante a la realidad. Pero la exactitud y puesta bajo los focos de esos dos detalles, deja la historia principal como secundaria. Al final, la sensación es la de ver un documental sobre cómo se vive en una misión internacional militar en terreno hostil, y cómo se lidia con la burocracia de una investigación cuando hay varias personas  con las que tratar pertenecientes a distintos países. Llega un momento en que lo que se hizo y por qué se hizo parece ser lo menos importante, mientras que el equipamiento de la base y la vida militar pasan a primer plano.
                Aunque está en línea con las anteriores entregas de la saga, no considero que sea la mejor. Incluso diría que es una de las peores (lo que no quiere decir que sea mala). Sin embargo, la lectura es igual de amena y, siendo justos, está muy conseguido por parte del autor lo de trasladar al lector a ese lugar donde ocurre la historia.
                Otro punto que aleja esta novela de la perfección, para mi gusto, es cierta forma de maniqueísmo que se deja entrever en las anteriores entregas, pero que aquí se ve con más claridad: pese a los defectos que se atribuyen a los personajes y a la subjetividad que otorga la narración en primera persona, queda un trasfondo en el que cada personajes es bueno o malo, sin matices. Y, por otra parte y relacionado con lo anterior, resulta poco creíble el exceso de profesionalidad tanto de la Guardia Civil como del Ejército. No quiero decir que en la vida real no haya profesionales ahí, sino que el autor ha llevado sus virtudes a un extremo que resulta poco creíble para un ser humano común y corriente (y aquí me voy mojar diciendo que hablo con conocimiento de causa, como seguramente podrían corroborar los que analicen esta obra y estén dentro de esos mundillos).

                En resumen, la lectura me ha enganchado, pero una vez terminada, y pese a haber aprendido algunas cosas interesantes sobre misiones en el extranjero, la historia de la investigación queda bastante floja. Si bien es cierto que en toda la serie las investigaciones no resultan espectaculares, lo cual añade realismo a la historia, en ésta en concreto ha quedado excesivamente por debajo de mis expectativas.

jueves, 19 de mayo de 2016

El secreto de la modelo extraviada, de Eduardo Mendoza

                El secreto de la modelo extraviada es la quinta entrega de las aventuras del detective anónimo creado por el barcelonés Eduardo Mendoza y que dio a conocer en El misterio de la cripta embrujada. Fue publicada en 2015, y tiene una extensión de 320 páginas.
                Se podría calificar como una novela policiaca, pero con altas dosis de humor, en línea con las anteriores entregas.
                La historia, como la mayor parte de las obras de este autor, está ambientada en Barcelona. En este caso, no sólo abundan los traslados por toda la ciudad, sino que, al estar dividida la trama en dos partes, una transcurrida en un pasado anterior a la candidatura olímpica de Barcelona y otra actual, el autor revela los cambios acaecidos en la ciudad, y todo ello desde un tono irónico, humorístico y pesimista (aunque no por ello alejado de la realidad).
                Los personajes son el punto fuerte de esta obra. Empezando por el protagonista, que a su vez es el narrador en primera persona de la historia, nos encontramos con seres caricaturescos, cuyas reflexiones y acciones me han arrancado más de una sonrisa, y alguna que otra carcajada. Volviendo al protagonista-narrador, sabiendo que comienza la historia saliendo de un manicomio, nos podemos hacer una idea de cómo será el relato de sus aventuras desde su punto de vista. El resto de los personajes, pese a las exageraciones, están bien definidos en cuanto a motivaciones y acciones que llevan a cabo.
                El hilo argumental trata de la investigación sobre la muerte de una modelo. El investigador (si se le puede llamar así al protagonista), comenzará investigando otro caso menor hasta que se verá envuelto involuntariamente en el principal, y, a partir de ahí, se irá mezclando con el resto de personajes secundarios y avanzando hasta la resolución del caso.
                En línea con las anteriores entregas, las peripecias del investigador me han hecho pasar un rato agradable con sus paseos por Barcelona (ciudad que no conozco tan bien como me gustaría, pero que tampoco me es para nada desconocida), y con las divagaciones, ocurrencias, reflexiones y conversaciones. El tono fresco y el ritmo rápido de la historia contribuyen a que no sea una obra pesada de leer. No hay tiempos muertos, y salvo la elipsis que divide en dos la historia, ésta avanza sin tregua de principio a fin.
                En cuanto al caso investigado, como siempre he dicho, la novela policiaca suele tener un caso a resolver, que no es más que una excusa para usar ese entorno y elaborar una crítica social. A veces con tono serio, y otras veces, como es este caso, en tono humorístico. Dicho esto, no es de extrañar que el caso pase a un segundo plano, dejando de protagonista al ambiente y las circunstancias que lo rodean.

                Pese a no ser una obra perfecta, es muy buena para pasar un rato distraídos y entretenidos. Y para coger cariño a unos personajes cuyas miserias los hacen tan humanos que seguro que todos conocemos a alguien que, en mayor o menor medida, comparte algunos de sus caricaturescos rasgos.

jueves, 12 de mayo de 2016

Los cuerpos extraños, de Lorenzo Silva

                Publicada en 2014 y con 352 páginas, estamos ante la octava entrega de la serie “Bevilacqua y Chamorro”, la pareja de guardias civiles creada por Lorenzo Silva.
                Como viene siendo costumbre, el narrador es el principal protagonista: el brigada Bevilacqua, que cuenta en primera persona toda la historia, de principio a fin. Como toda novela policiaca que se precie, comienza con un cadáver, en este caso de la alcaldesa de un pueblo no especificado de la costa levantina.
                La trama comienza con ese asesinato, y avanza hacia la resolución del mismo. Sí, ya sé que hay miles de tramas iguales, que no es ninguna novedad. Pero la grandeza de este autor no está, desde mi punto de vista, en los casos que expone, sino en cómo los expone, lo que me lleva a analizar el estilo. La narración de los hechos, pasada por el filtro de la mente del protagonista, como en las anteriores novelas, le imprime a la historia un carácter personal, realista, muy acorde con la investigación real en nuestro país, no escatimando en exposiciones directas o indirectas sobre la jerarquía y la burocracia. Todo ello contribuye a crear ese ambiente en el que se mueven los personajes, un ambiente ficticio, pero calcado de la realidad actual. El tono usado es, desde mi punto de vista, excesivamente formal en determinados casos, pero correcto. En otros casos, humorístico, dentro de la susodicha formalidad.
Los temas tratados, como ha sucedido en las otras entregas anteriores, son temas de actualidad. En este caso, aunque el tema es tan antiguo como las pinturas de Altamira, está, tristemente, muy de moda hoy día: la corrupción política.
Los personajes son, sin lugar a dudas, el punto fuerte de esta serie. Tras tantas entregas, me maravilla ver cómo han ido evolucionando desde aquel sargento Bevilaqua y la novata guardia Chamorro de “El lejano país de los estanques” hasta los actuales brigada y sargento, respectivamente. Se ve cada vez más la profundidad de esos personajes, cómo los ha ido tratando la vida, cómo les ha ido afectando su trabajo, cómo han ido cambiando su forma de pensar. En cuanto a los personajes secundarios, también están cuidados hasta el más mínimo detalle. Pese a que se podrían encuadrar dentro de estereotipos, el autor huye del maniqueísmo y dibuja personajes que, según sus intereses, van modificando su forma de pensar y actuar, es decir, consigue crear ese tipo de personajes fáciles de imaginar para el lector, pero con rasgos suficientemente distintivos que los alejan de los clichés.
Mención especial para las reflexiones sobre la sociedad que surgen espontáneamente, ya sea por lo que los personajes encuentran o porque alguna conversación deriva hacia algún tema concreto. Los diálogos, igualmente, son de lo mejor de esta serie. Formales y respetuosos, pero directos, ingeniosos, con verdades, mentiras, subterfugios, estrategias. Soberbios.

A pesar de todo, no la considero la mejor novela de la serie. El caso no me ha terminado de convencer, y, sin embargo, tengo que decir que merece la pena, porque aunque flojee por ahí, se me ha hecho muy corta, muy divertida y, sobre todo, me ha hecho vivir una experiencia gratificante, que en el fondo es lo que todo obra buena debe (o debería) conseguir.

viernes, 13 de junio de 2014

El hombre de hielo (confesiones de un asesino de la mafia), de Philip Carlo

                El hombre de hielo es una novela “basada en hechos reales”. Cuenta la historia de Richard Kuklinski, un sicario de la mafia que, según su testimonio, llegó a asesinar a más de doscientas personas. La novela fue publicada en 2006, y posteriormente, la cadena estadounidense HBO hizo tres documentales donde se analiza personalmente, y con entrevistas cara a cara, al personaje cuyas hazañas aparecen descritas en el libro.
                Philip Carlo realizó biografías de personajes controvertidos del mundo del hampa, y también publicó algunas novelas. Murió enfermo en 2010 a la edad de 61 años.
                La novela está narrada como un documental, si bien entra dentro de la cabeza del protagonista para expresar sus emociones, pensamientos y reflexiones respecto a algunas de sus vivencias.
                La acción tiene lugar en Estados Unidos, y se reparte por varias zonas del país, aunque está centrada en Nueva Jersey y alrededores de Nueva York, que fue por donde más se movió el protagonista. También hay viajes a Europa y Sudamérica, todos “por trabajo”.
                En cuanto a los personajes, salvo el del protagonista, los demás son nombres ficticios, pero que corresponden a personajes reales. Richard Kuklinski, desde la cárcel, explica su vida desde que la recuerda. No debe extrañar si digo que su vida estaba llena de violencia desde el principio, y que se describe con gran abundancia de detalles todo lo que él recuerda. Se define a sí mismo como es, y no como le gustaría ser, y eso es un punto a favor de la narración.
Respecto al estilo, todo está narrado por el autor, que en algunos momentos hace pausas para explicar cómo llevó a cabo su labor de investigación con el personaje. Incluye opiniones suyas y también del protagonista sobre la historia, con lo que la obra acaba siendo una biografía en la que, aunque el narrador intenta quedar fuera, a veces interviene para pedir al protagonista que profundice más en su exposición.
El ritmo es frenético. La acción se va sucediendo continuamente, y aunque haya elipsis, los hechos son narrados en orden cronológico. En este aspecto, hay un detalle que me ha parecido literariamente poco trabajado: el de avanzar acontecimientos, o el de repetir continuamente algunos hechos o frases para dar énfasis. Supongo que se hacía con la intención de crear expectación, pero no considero que sea necesario: la historia puede avanzar bien sin necesidad de dar más información de la necesaria. Testimonio de ello es que, a pesar de tener más de 500 páginas, me ha parecido corta.
La historia me ha resultado inquietante. Inquietante porque podría ser una buena historia sobre un asesino, pero no es una historia: ha sucedido realmente. No me extraña que los psicólogos se vuelvan locos intentando esclarecer cómo el mundo llega a dar como fruto a una criatura de este tipo. Aquí se ve la parte humana, y también la inhumana, entremezcladas. Sorprende la falta de hipocresía (punto bueno) y la falta de empatía (punto malo) del protagonista. Personalmente, más allá de los hechos, me ha caído como un jarrón de agua fría descubrir ese mundo que existe, aunque a mí me es ajeno.
La calidad literaria deja mucho que desear, pero sin duda, la historia merece dedicarle tiempo a su lectura. No lo recomiendo para la gente aprensiva, pero para los demás, sobre todo a los aficionados a novela policíaca, no debería dejar de leerlo, para ver un caso real “del otro lado”.

viernes, 7 de marzo de 2014

La verdad sobre el caso Harry Quebert, de Joël Dicker

                El autor suizo Joël Dicker ha conseguido un fenómeno editorial con la que es su segunda novela, La verdad sobre el caso Harry Quebert. Aparte de haber sido un éxito de ventas, ha recibido varios premios literarios.
                Fue publicada en francés en 2012, pero no se pudo disfrutar en español hasta 2013, una vez consagrada y decidida su traducción a, según se dice, 33 idiomas.
                El protagonista es un escritor, Marcus Goldman, que para hacer frente a un “bloqueo”, decide visitar al que había sido su mentor y profesor, Harry Quebert, el cual vive en el pueblo (ficticio) de Aurora, en New Hampshire, Estados Unidos. Tras la visita, es descubierto el cuerpo enterrado de una chica de quince años que llevaba más de treinta desaparecida. Es ahí cuando comienza la historia.
                La forma en que está contada la historia es bastante original. Mezcla el presente en primera persona con flashbacks, contados en tercera persona. Los saltos son discontinuos, pero siguen un hilo argumental que hacen difícil perderse al lector.
                Es una obra de misterio. Un thriller. Está contada de una forma que veo  repetirse cada día más, tanto en literatura como en el cine: vueltas y vueltas a la trama, y acabando cada capítulo con un cliffhanger, que deja al lector deseando seguir para saber qué ocurre a continuación.
                Los personajes están bien diferenciados, pero desde mi punto de vista, no muy bien construidos. Los rasgos que los definen parten de un cliché y después se han exagerado en exceso, lo que da lugar a conversaciones que me han parecido, en ocasiones forzadas, en otras ocasiones infantiles o poco creíbles. El protagonista se salva de ese defecto, no tiene unos rasgos tan exagerados. Además, al contarlo en primera persona, es el guía que acompaña al lector durante la investigación del misterio: ¿Qué pasó con Nola Kellergan (la chica desaparecida)?
                El ambiente está muy logrado. Es fácil ver ese pequeño pueblo y los alrededores a través de la descripción, pero por otra parte, se echa en falta algo, porque conforme avanza la historia, da la sensación como si todo el pueblo estuviera compuesto sólo por los distintos personajes de los que habla (alrededor de una docena), y nadie más, y como si los únicos lugares del pueblo fueran donde habitan y trabajan esos personajes, y no hubiera nada ni nadie más.
                Hasta ahí el análisis técnico. Ahora, sin fastidiar la historia para el que no la ha leído, explicaré lo que he sentido leyendo esta novela de 670 páginas.
                Es adictiva, lo reconozco. Muy adictiva. No se me ha hecho nada pesada, y cada página me impulsaba a seguir leyendo. La historia además es interesante.  Aunque tiene algunos fallos narrativos, no son demasiado importantes.
                Una de las herramientas de las que ha abusado el autor es de los giros. Esta novela no es una novela policiaca donde hay unas pistas que apuntan hacia el final de la historia, sino la narración de unos hechos que apuntan a otros hechos, y poco a poco se va desvelando toda la historia. Es difícil saber cómo acaba, ya que a cada paso va apareciendo información nueva. Y, en cuento a la información ya pasada, aunque está ligada con la historia, el protagonista no trabaja sobre ella para avanzar en la investigación, sino que son las circunstancias las que hacen que el protagonista avance, lo que hace que sea más reactivo que proactivo. Van sucediendo cosas, y el protagonista reacciona. El abuso del autor consiste en incluir un exceso de esas “cosas” que van sucediendo, porque muchas de ellas son casualidades, que si bien hacen interesante la historia, a mí personalmente no me gustan. Que un avance en una investigación se dé por casualidad, en lugar de por causalidad, no me gusta nada. La culpa la tiene Sherlock Holmes, que me enseñó que las casualidades no existen.
                En cualquier caso, es una buena historia, interesante y bien narrada. No se puede considerar una obra maestra, pero es bastante recomendable.

jueves, 9 de enero de 2014

La marca del meridiano, de Lorenzo Silva

                Esta novela es la última publicada hasta el momento de la serie de Bevilacqua y Chamorro. Ganó el Premio Planeta en 2012.
                Al igual que el resto de la serie, está escrita en primera persona, desde el punto de vista de Rubén Bevilacqua, brigada de la Unidad Central de la Guardia Civil, encargado de la investigación de homicidios junto a sus dos compañeros, Virginia Chamorro y Juan Arnau.
                En esta ocasión, la investigación trata sobre el homicidio de un  antiguo conocido de Bevilacqua, al que encuentran colgado de un puente con signos de tortura. Esta víctima no solo era también Guardia Civil, sino que había sido tutor de Bevilacqua durante su estancia en Barcelona.
                La historia está ambientada en Cantabria, La Rioja y, sobre todo, en Cataluña, que es por donde se tendrán que mover los protagonistas para avanzar con su investigación.
                La narración sigue el mismo estilo que las anteriores entregas. Prosa directa y fácil de entender, conversaciones muy naturales y muy explícitas, sin adornos ni parafernalia. Y en cuanto a los pensamientos del protagonista, que a su vez es el narrador… bueno, yo siempre he dicho que la novela policiaca sirve como excusa para poner en la parrilla no sólo los dilemas morales que han acabado en un crimen, sino también como crítica ácida de una sociedad que oculta miserias, pero que no por eso dejan de estar ahí. En este caso, el protagonista, que ya ha vivido alguna que otra experiencia de las que dan que pensar, tiene algunos momentos en que deja ver su personalidad y su historia a través de sus reflexiones sobre la vida, sobre la sociedad y sobre la moral.
                Los personajes que aparecen en la historia están muy bien caracterizados, si bien hay una cierta tendencia al maniqueísmo, que se intenta suavizar dando a los personajes algunos comportamientos que no parecen estar del todo acordes con el papel que representan en la historia. Pese a ese pequeño defecto, los personajes son muy humanos y muy creíbles.
                En esta novela es quizás en la que más se descubre el protagonista, pues al investigar a alguien que formó parte de su pasado, se va desvelando a sí mismo, y al final, el título de la obra cobra pleno sentido, en relación no sólo al lugar físico que aparece por ahí, sino al interior del mismo protagonista.
                Respecto al resto de la serie, o al menos los que he leído de la misma (la mitad), esta historia me ha parecido un poco más floja. La resolución del caso me ha parecido algo precipitada, aunque siempre he mantenido que en una novela policiaca, la resolución del caso no es más que un adorno para lo que en realidad es la verdadera historia. En este caso, el final aparece casi de improviso.
                No creo que haya ganado el Premio Planeta por ser la mejor obra de la serie, pero sin duda, me alegra que Lorenzo Silva lo haya recibido, porque me parece un gran escritor y porque me ha hecho disfrutar con la lectura de sus obras. Por mi parte, supondré que lo ha recibido por su trayectoria como escritor, que espero que continúe al mismo nivel durante muchos años.

lunes, 26 de agosto de 2013

La estrategia del agua, de Lorenzo Silva

                Por recomendación, me he saltado algunos de los episodios de Bevilaqua y Chamorro, y he pasado directamente a La estrategia del agua. Esto no quiere decir que vaya a dejar de lado las otras entregas de la seria (ésta es la sexta), pero aunque sería recomendable seguir el orden, tampoco es un disparate romperlo, ya que cada novela se encarga de un caso distinto.
                Como ya he dicho, ésta es la sexta entrega de la serie de la pareja de la Guardia Civil Bevilacqua y Chamorro creada por Lorenzo Silva. Esta novela es de 2010, y actualmente es la penúltima publicada (la última es La marca del meridiano, que ganó el premio Planeta en el 2012).
                En línea con las entregas anteriores (al menos con las que me he leído: El lejano país de los estanques y El alquimista impaciente), la historia comienza con la aparición de un cadáver, supuestamente asesinado de dos disparos por un profesional. Dados sus antecedentes de violencia de género y tráfico de drogas, todo parece apuntar a un ajuste de cuentas. Pero la historia se va desenrollando y se verá que no todo es lo que parece… y hasta aquí puedo contar.
                Los protagonistas encargados de la investigación son, cómo no, Bevilacqua (ya ascendido a brigada) y Chamorro (sargento). En esta ocasión, también hay un tercer investigador, el novato Juan Arnau. El resto, pese a su importancia en la historia, no dejan de ser personajes secundarios.
                El principal protagonista, sin embargo, es Rubén Bevilacqua, ya que la historia está contada por él en primera persona. Es destacable su evolución respecto a las historias anteriores, punto éste muy importante y muy bien logrado, ya que se muestra su carácter ácido y cínico, asociado a la experiencia, veteranía y desencanto con determinados temas. También se nota el efecto de la veteranía en la sargento Chamorro, más acostumbrada a las manías de su superior y más profesional.
                En cuanto al estilo, sigue en línea con los anteriores. Vocabulario muy formal, acorde con la institución que representan. Frases cortas, diálogos ágiles y divertidos por la ironía y crítica que desprenden.
                El tema de esta obra no lo voy a revelar, porque es mejor que el lector lo descubra. La forma de tratarlo es a través la enrevesada investigación que se llevará a cabo, interactuando con el sistema judicial, con la policía e interrogando a los allegados de la víctima.
                El caso no es muy llamativo a simple vista, y tampoco la solución del mismo es un gran misterio, pero lo interesante de esta historia es justo el cómo se lleva a cabo la investigación y lo que va sucediendo durante la misma, no sólo en el entorno, sino también a todos los personajes de la obra.
                De las tres novelas de la serie que he leído, ésta es quizás la menos emocionante, pero sin embargo, creo que la madurez del autor ya se deja notar aquí, por lo que también considero que está mejor escrita que las anteriores.
                Una novela que, sin llegar a ser brillantísima, hará las delicias de los acostumbrados a la novela policiaca, más allá de tiroteos escandalosos y persecuciones esperpénticas. La recomiendo.

jueves, 27 de junio de 2013

El alquimista impaciente, de Lorenzo Silva

                Esta novela es la segunda de la serie Bevilacqua y Chamorro. Fue publicada en el 2000, y ese mismo año recibió el Premio Nadal.
                Es, como toda la serie, una novela policiaca, donde la pareja de Guardias Civiles de la unidad de homicidios investigan, en este caso, la muerte del trabajador de una central nuclear que se descubre en la habitación de un motel, desnudo.
                La trama avanza siguiendo paso a paso la investigación. Empieza de cero, sin saber quién es el difunto, o si su muerte se debe a un homicidio o a un accidente. Poco a poco, el horizonte se irá ampliando, y en ese camino aparecen pistas y personajes involucrados de una u otra forma con el difunto.
                La disparidad de personajes y situaciones que ofrecen pistas a seguir, en un principio aparecen como lagunas inconexas, como si la investigación estuviera yendo hacia un camino cerrado. Sin embargo, al final, todas las piezas encajan en una solución que no se descubrirá hasta pocas páginas antes de acabar la novela.
                El narrador, en primera persona, es el sargento Bevilacqua, y a través de sus ojos y opiniones es como se muestra la historia.
                En cuanto a los personajes, están muy conseguidos, tanto los protagonistas como los personajes secundarios. Aunque la relación entre los dos investigadores es un tanto extraña, no por ello es inverosímil. Por poner un “pero”, diré que el vocabulario y los diálogos usados resultan demasiado correctos, demasiado académicos, demasiado formales. Es cierto que añaden ambiente a la historia, pero imaginar esas conversaciones en la vida real resultaría chocante. Casi como hablar con un robot. En todo caso, teniendo en cuenta los estudios universitarios del protagonista y el Cuerpo al que pertenece, se le perdona.
                Una vez más, la trama policiaca se ve inmersa en un ambiente que sirve de caldo de cultivo para la crítica social. Y en ese aspecto, el autor no ha escatimado detalles. Pone en la parrilla varios temas de debate que resultan bastante interesantes, y que no voy a decir por no fastidiar la intriga. Diré que habla de distintos tipos de corrupción, de la que, lamentablemente, tanto abunda por este país.
                Me la he leído en dos días, merced al rápido ritmo de la narración. En todo momento me daba la sensación de estar tirando de una cuerda, y eso es lo que me ha mantenido enganchado hasta el final. No es la mejor novela policiaca, ni tampoco el mejor caso de investigación que he leído. Simplemente, es una lectura que he disfrutado, y la recomiendo. Ni le falta, ni le sobra nada. Correcta.
                En cuanto a la película, trataré de verla dentro de poco, ahora que tengo fresca la historia, aunque no espero gran cosa. Ojalá me equivoque.

viernes, 15 de febrero de 2013

El lejano país de los estanques, de Lorenzo Silva

                En 2012, Lorenzo Silva recibió el Premio Planeta por La marca del meridiano, que es la séptima entrega de las aventuras de los investigadores de la Guardia Civil Bevilacqua y Chamorro, los personajes más conocidos del autor.
                El lejano país de los estanques, publicado en 1998, es la primera entrega de la serie policiaca protagonizada por los susodichos personajes, y es el objeto de análisis en esta reseña.
                Se trata de una novela policiaca al más puro estilo. Chica extranjera aparece muerta en una residencia de vacaciones cerca de la playa, durante el verano. Los protagonistas investigan su caso hasta la resolución. Pintado así, parece que no añade nada a la mucha literatura que hay parecida, pero nada más lejos de la realidad. La fórmula de cualquier novela policiaca puede ser siempre la misma, suele empezar y acabar igual (empieza con un crimen y acaba con la captura del criminal), pero lo que sucede entre esos dos puntos es el núcleo de la historia.
                La novela policiaca siempre me ha parecido fascinante por la enorme carga moral que pone en juego. Asimismo, es uno de los vehículos más potentes de crítica social que existen. Exponiendo hechos sin dar explicaciones, el lector se suele encontrar muchas veces ante dilemas difíciles de abordar. No sólo se trata de armar el puzle que supone la resolución del caso, sino también verse cara a cara con los motivos de los criminales o incluso de los propios investigadores, y ver que en el mundo no todo es blanco o negro, sino que hay muchos matices de grises. Es ahí donde se descubre que los buenos no siempre ganan y no siempre son buenos, y que los malos tal vez no son tan malos, y no siempre pierden. Ese detalle da un juego impresionante en cualquier novela de este tipo.
                En El lejano país de los estanques, hay un detalle que me ha llamado mucho la atención respecto al resto de novela policiaca que llevo a mis espaldas. Ese detalle se llama disciplina, y es algo que no suele abundar en este tipo de escritos. Normalmente, los investigadores de novela suelen ser tipos atormentados y decadentes, o bien seres obsesivos dedicados por completo a su trabajo, o personas con un intelecto superior a prueba de criminales, o personas que se ven obligadas a enfrentarse con el criminal porque es su némesis o por alguna venganza del pasado. Ninguno de esos estereotipos encajan con el sargento Bevilacqua y su ayudante la guardia segunda Chamorro. Hablaba de disciplina porque es uno de los pilares del Ejército y la Guardia Civil, y está presente en toda la obra: en los diálogos, en la forma de trabajar de los protagonistas. Ese detalle no lo he encontrado con tanta claridad en ninguna otra novela que haya leído con anterioridad. Es por eso que el autor recibió un premio de la misma Guardia Civil por su contribución a la imagen del Cuerpo.
                Y es que los personajes, así como los escenarios y las situaciones descritas, son muy realistas. Quizás algo exagerados algunos personajes secundarios, pero se puede disculpar, porque con eso se ahorran descripciones redundantes y permite al autor centrarse en el meollo de la cuestión.
                La investigación está ambientada en una zona de vacaciones en Mallorca, cerca de la playa. Todo el proceso que siguen los protagonistas está descrito con un ritmo que hace que al lector le cueste trabajo dejar la lectura, por la cantidad de interrogantes y por la forma de enfocar el avance de la investigación. Al final, incluso sabe a poco.
                No puedo dar más detalles sin meterme a pisar la historia a quien no sepa de qué va, pero recomiendo esta lectura. La experiencia es como un paseo agradable con algo de tensión en determinado puntos. Tengo curiosidad por seguir con la serie y ver si mantiene el mismo nivel. Lo haré dentro de poco.

viernes, 21 de diciembre de 2012

La aventura del tocador de señoras, de Eduardo Mendoza

                La aventura del tocador de señoras es la tercera novela protagonizada por el detective anónimo creado por el catalán Eduardo Mendoza. Actualmente ya existe la cuarta novela, titulada El enredo de la bolsa y la vida.
                Mi análisis se refiere sólo a esta parte (la tercera), aunque me consta que cada novela de esta serie consiste en un caso aislado y que tienen como factor común el mismo protagonista, así que no es necesario leerlas por orden, aunque sería recomendable.
                Cuando leí Sin noticias de Gurb, del mismo autor, me pareció una historia desfasada, lejana en el tiempo, aunque me gustó el estilo del autor. Es por ello que decidí darle una segunda oportunidad, y no me ha defraudado. En comparación con la obra citada, esta historia comparte esa visión ácida, catastrofista y miserable de los personajes, así como ese toque humorístico con situaciones absurdas que se suceden una tras otra.
                El protagonista (cuyo nombre no se conoce) es el narrador, y cuenta la historia desde su punto de vista, lo que la impregna de esa candidez que convierte en absurdas las experiencias vividas por él.
                La historia debería estar encuadrada en el género policiaco, ya que se trata de un misterioso caso de espionaje empresarial en el que el protagonista se verá envuelto en contra de su voluntad.
                Todo comienza con la salida del protagonista del manicomio en el que se hallaba recluido. A partir de ahí, se verá  inmerso en una conspiración en la que no tendrá más remedio que involucrarse para su resolución.
                La trama no deja un momento de respiro, ya que los acontecimientos van sucediéndose sin tregua, con lo que el protagonista irá pasando de una situación disparatada a otra que lo es aún más, hasta llegar a un final en que todos esos disparates, entrelazados entre sí, darán lugar a la resolución del caso.
                La novela cuenta con varios detalles que dan lugar a varias lecturas. Tomándolo todo en conjunto, es una historia seria, pero sin embargo, está narrada de una forma humorística que deja unas sensación de caricatura. Por otra parte, los personajes están descritos haciendo mucho hincapié en sus defectos, y no dejan de ser clichés, de lo cual el autor obtiene bastantes recursos humorísticos. A pesar de ello, en determinados momentos aparecen unas reflexiones o conversaciones de una profundidad tal que dejarán al lector descolocado, sin saber si hay que reírse o impresionarse por lo explicado. Además, el vocabulario utilizado añade más gracia si cabe a la historia, al ver explicaciones de hechos ridículos en un lenguaje culto, o bien los intentos de racionalizar hechos banales como si se estuviera escribiendo una tesis doctoral.
                Tengo que reconocer que me he divertido leyendo La aventura del tocador de señoras, porque la novela policiaca es un género que me interesa bastante, y porque es la primera obra en la que veo el género tratado de forma humorística.
                Para todos aquéllos que han leído La conjura de los necios y les ha gustado, les recomiendo esta obra, pues veo ciertas similitudes en el estilo utilizado. Hay muchas diferencias, sin duda, pero para mí, la experiencia lectora ha sido muy parecida.

martes, 28 de agosto de 2012

Narcolepsia, de Jordi Ledesma

                Narcolepsia es la primera novela del escritor de Cambrils Jordi Ledesma.
                Ambientada principalmente en Barcelona y su periferia, a lo largo de sus 356 páginas nos transportará a otros lugares distantes del mundo, siguiendo los pasos de su protagonista, Julio Perla.
                La novela trata de las andanzas de Julio desde su infancia, en un barrio humilde donde pronto empiezan a tener lugar los cambios que harán de Barcelona una ciudad más moderna, hasta llegar a los Juegos Olímpicos de 1992. Es en esa época cuando el protagonista empieza sus aventuras dentro del mundo de la venta de droga, y a partir de ahí, su vida se va acelerando en una vorágine de droga, dinero, contactos y “ampliación de mercado” a la vez  que Julio va ganando poder y prestigio en ese sórdido submundo.
                Con un estilo marcadamente realista, se pone de manifiesto la magnífica labor de documentación del autor, que describe la vida y el ambiente de la ciudad con un lujo de detalles que hace que el lector se sumerja en la historia de tal forma que se sienta plenamente identificado con el protagonista, con su mundo, con su manera de vivir, sus miedos (que no son pocos) y sus problemas (que tampoco le van a la zaga).
                A veces da la sensación de estar leyendo un reportaje documental sobre el tráfico de drogas, ya que el realismo, la organización de las bandas (especial mención para el papel de la familia gitana Heredia, con la que empieza Julio sus negocios, o para el narco colombiano del que el protagonista irá aprendiendo los entresijos del negocio), la rivalidad y todo lo que conlleva la vida al margen de la ley, es tan sumamente real que resulta apabullante.
                No es una novela policiaca, ya que toda la historia está siempre al otro lado de la línea que separa la legalidad de la ilegalidad. Es una novela sobre la vida de una persona normal a la que su trabajo lo convierte en un superviviente, en un ser que vive el día a día con los ojos totalmente abiertos porque sabe que no puede cometer errores. No es un héroe, pero tampoco se comporta como un villano, simplemente se dedica a sobrevivir y a disfrutar cada momento como si la fatalidad lo persiguiera.
                El ritmo de la novela engancha desde el principio. Continuamente van sucediendo cosas. Es muy fácil devorar esta obra en pocos días, ya que la acción no deja un momento de respiro.
                Para ser la primera obra del autor, está muy bien escrita. Bien construida, con unos personajes sólidos y creíbles. Unos ambientes definidos con gran detalle. Una forma de vida descrita como nunca antes lo había visto. Un foco hacia ese submundo oculto para la gente normal, pero que todos saben que está ahí, y es por donde se mueve el protagonista de la historia.
                En resumen: una gran novela para pasar un buen rato y con una historia que no dejará indiferente al que la lea. No sólo se disfrutará de la evolución del protagonista, sino también de ese entorno que también goza de protagonismo en la historia, y que también va evolucionando conforme avanza el tiempo. Para todos los que han conocido esa época, seguro que esbozarán una sonrisa al recordar esas sensaciones, esa música, esa forma de pensar.
                Buen trabajo, Jordi. Esperamos con ansia la próxima.

martes, 26 de junio de 2012

Violetas de Marzo (Berlín Noir 1), de Philip Kerr


                Primera parte de la trilogía “Berlín Noir” del escocés Philip Kerr, publicada en 1989.
Siempre he pensado que el aspecto más atractivo de la novela negra no es la investigación policiaca, sino la crítica social que hay implícita. En este caso, con Violetas de Marzo encontramos una novela negra al más puro estilo, y con un atractivo extra, como es el estar ambientada en la Alemania nazi, anterior a la 2ª Guerra Mundial, cuando Hitler ya está en el poder.
El protagonista, Bernhard Gunther, es un detective, ex-policía que se dedica a la búsqueda de judíos desaparecidos. En esta obra, un multimillonario empresario le ofrece un trabajo que consiste en investigar el asesinato de su hija y el robo de un valioso collar de diamantes. Ése es el comienzo de la historia, en la que el detective se verá envuelto en una investigación que avanza con un ritmo endiablado, donde siempre están sucediendo cosas y donde cada paso significa un avance que, generalmente, va complicando cada vez más la historia.
El ambiente está muy logrado, el protagonista se va moviendo por todo Berlín y trata con personajes de todo tipo: gente de la policía, del ámbito político, seguidores o no de partido de Hitler, judíos, arios… todo ello logra introducir al lector en ese paisaje caótico que era la Alemania nazi, donde la gente se movía ofreciendo una apariencia y ocultando sus propósitos reales.
El protagonista es un personaje muy desarrollado, con una historia muy definida y unos criterios con los que el lector se sentirá fácilmente identificado. Las situaciones complicadas, las cuales abundan en esta obra, van siendo resueltas con mayor o menor éxito y de una forma generalmente creativa.
En cuanto los puntos negativos, siempre desde mi punto de vista, serían los siguientes: la historia a veces se complica excesivamente, se vuelve compleja y es fácil perderse entre la amalgama de personajes y relaciones entre ellos. Es una historia para leer prestando en cien por cien de atención, pues algún detalle que se pueda escapar o no entender bien, hará que se pierda parte del contenido. Por otra parte, el protagonista, que como he dicho está muy bien definido, tiene respuestas humorísticas para todo, lo cual añade un toque interesante a su personalidad, pero el hecho de que siempre, en cualquier situación sea así, hace excesivo su comportamiento en algunos momentos.
Como resumen: aquellos amantes de la novela policíaca clásica tienen en Violetas de Marzo una interesante proposición, un viaje a esa época de opresión y de persecución, donde la búsqueda de justicia es una aventura y donde no se puede confiar en nadie.