No
siempre se tiene la oportunidad de conocer personalmente al escritor cuya
novela has leído. Ese privilegio da una nueva dimensión a la experiencia de la
lectura, por la posibilidad no sólo de comentar la historia con el propio
autor, sino por el contraste entre lo que se conoce del autor y los personajes
que ha creado.
En fin,
pongo ese detalle como curiosidad, porque recientemente fui a la presentación
de la última novela publicada de Jordi Ledesma, la cuarta hasta ahora, y decidí
ponerme al día con su obra, de la que sólo había leído la primera, Narcolepsia. Hace ya tiempo que la leí,
pero la recuerdo como una buena historia. En este caso, la crítica corresponde
a su segunda novela, El diablo en cada
esquina. La novela fue publicada en 2015, y consta de 196 páginas. No tengo
tendencia a hacer favoritismos y no los voy a hacer en mi blog, salvo por el
detalle de hacer esta reseña o crítica de un autor que conozco. Y lo que hago
es justo lo que hago con las otras novelas que analizo en mi blog: comentar mi
experiencia de lectura tal como ha sido, sin propaganda.
Comenzando
por el ambiente, la mayor parte de la historia tiene lugar en Barcelona, aunque
también hay escenas que se desarrollan en otras localizaciones, tanto
nacionales como internacionales. Destaca la descripción del entorno por la
falta de luminosidad, es decir, si bien las escenas tienen lugar en sitios poco
apacibles, además el autor muestra el lado realista-pesimista de esos sitios,
creando un ambiente gris que impregna toda la novela.
Lo
mismo sucede con los personajes. Se puede sentir mayor o menor empatía hacia
ellos, pero todos son víctimas de sus propias circunstancias y vivencias. Estos
personajes, son, sin duda, el punto fuerte de la historia. No son buenos ni
malos, sino simplemente humanos. No hay maniqueísmo, y todos muestran tanto sus
virtudes (si las tienen) como sus defectos. Y precisamente la personalidad de
los protagonistas es el motor principal que hace avanzar la historia. Es una
obra coral, con varios protagonistas, entre los que se encuentran un vicioso
hijo de empresario, un policía corrupto, una prostituta, un mafioso… sus
historias se verán mezcladas a lo largo de la novela, llegando hasta un
desenlace bastante conseguido, según mi punto de vista.
En
cuanto al estilo, ya he hablado del ambiente “gris” que impregna al ambiente y
los personajes. También es destacable la escasez de diálogos, que queda
compensada con las ricas descripciones de los hechos y los personajes, desde el
punto de vista del narrador en tercera persona.
La
trama es lineal en el tiempo, aunque la acción salta de personaje en personaje.
También hay numerosas analepsis, sobre todo cuando el narrador muestra el
pasado de alguno de los personajes, o algún hecho relevante que tiene relación
con lo que sucede en el presente.
Como no
tengo por costumbre dar detalles de la historia en mi blog, sólo diré que es
una lectura amena, y que es rápida de leer, dada su corta extensión. A mí
personalmente, me ha durado dos tardes. Seguiré comentando el resto de novelas
del autor, ya que también será un ejercicio interesante ir viendo la evolución
de Jordi como escritor. De hecho, ya se nota cierta madurez en la narración
desde la anterior novela, Narcolepsia.
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