martes, 23 de agosto de 2011

El dador, de Lois Lowry

            Al comenzar a leer “El Dador”, no pude evitar sentir un cierto atisbo de placer al notar una lejana semejanza con el genial “1984” de Orwell y el no menos bueno “Un mundo feliz” de Huxley. En este caso, la autora nos sitúa también en una época futura y narra en tercera persona, a través de las vivencias de un joven llamado Jonás, la estructura de una sociedad estandarizada y utópica.

            Dicha sociedad, donde todo parece estar enfocado a la felicidad de los individuos, está gobernada por unas normas de obligado cumplimiento para toda la comunidad, que facilitan la convivencia entre todos sus integrantes. Por otra parte, se han suprimido gran parte de los elementos que pueden ser nocivos para los seres humanos, tanto física como psicológicamente. Eso se consigue mediante medicación (por ejemplo para el dolor o el deseo sexual), o mediante la ocultación o desinformación para mantener la ignorancia (como sucede, por ejemplo con la muerte o liberación de los que incumplen las normas). Dando una vuelta de tuerca más, también los accidentes geográficos y la meteorología se han llegado a controlar de forma que todo lo que rodea al ser humano no pueda suponer un imprevisto.

            La autora usa un lenguaje poco complicado y bastante comprensible, sin grandes adornos literarios ni descripciones detallistas, y consigue una novela muy amena, principalmente enfocada al público juvenil. ¿Por qué digo esto último? Porque a esta obra le falta “algo”, le falta esa chispa que convierte una buena idea en una obra ejemplar.

            En este caso, tras ir averiguando poco a poco cómo funciona la sociedad en ese mundo ideal, de pronto se descubre que dicha sociedad está basada en unos principios aberrantes e insoportables, como en tantas obras de este estilo, y aquí la historia se acelera y se precipita hacia un final que me pilló de improviso diciendo ¿Ya?¿Eso es todo? Y es que la última parte de la novela deja la sensación de que se terminó con prisa, intentando darle un final, el que sea, y que no encaja con lo que se va exponiendo desde el principio. Un final desde mi punto de vista absurdo y sin sustancia, que nubla el buen punto de partida de la historia y que resta calidad a la misma, dejando un sabor agridulce del que, pese a todo, da algo que pensar.

            En resumen, una lectura entretenida de la que se podrían esperar grandes ideas que dieran mucho que pensar, pero que no lo consigue, y queda en un segundo plano respecto a otras obras de la misma temática. De cualquier manera, al no alcanzar la profundidad a la que podría haber llegado con esas ideas de partida, la convierten en una lectura recomendable para el público juvenil, que podrá hacer una aproximación a la Sociología sin tener que pasar por otras obras tal vez más complicadas y de comprensión más difícil.

            La autora, tiene otros dos títulos: “En busca del azul” y “El mensajero”, los cuales sólo tienen en común como trilogía junto con “El dador” estar ambientados en esa misma sociedad utópica.

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