jueves, 25 de agosto de 2011

Cartero, de Charles Bukowski

            Al empezar a leer “Cartero”, resulta impactante desde el principio, tanto por la historia como por la prosa utilizada. El protagonista, Henry Chinaski, alter-ego del autor, narra en primera persona y con un lenguaje directo y chabacano, sus vivencias desde que decide hacerse cartero y su paso a lo largo de los años por el servicio postal de los Estados Unidos.

            El protagonista, al igual que el autor, es un personaje dado a todo tipo de vicios, entre otros el alcohol, el tabaco, las mujeres y las carreras de caballos, y contagia al lector con su visión realista-pesimista de la sociedad, haciendo especial hincapié en el mundo laboral en que se desenvuelve.

            La novela es un compendio de anécdotas, de vivencias personales a lo largo de su vida laboral, en las que van apareciendo jefes, compañeros y mujeres, personas con las cuales el protagonista siempre tiene una relación controvertida, y siempre guiado por el hedonismo, el egoísmo y el alcohol, lleva al lector por un camino que resulta terriblemente conocido: el conocimiento de la condición humana, contada con pelos y señales, hasta incluyendo descripciones precisas sobre procesos fisiológicos de los que muchos autores no escriben con la intención de guardar el decoro.

            Charles Bukowski, junto con otros como Raymond Carver, forman parte del grupo de escritores encuadrados dentro del estilo conocido como “realismo sucio”, donde a base de frases cortas pero descriptivas, personajes decadentes pero humanos y situaciones impactantes pero reales, construyen una historia bien ambientada que toca alguna fibra sensible del lector, lo que hace que se sienta en parte identificado con personajes y situaciones, y afectado por las mismas.

            Esta historia en concreto es una situación límite, un continuo viaje por el borde del abismo que mantiene la tensión en todo momento, haciendo que de una situación mala se pase a otra aún peor, y cuando las cosas parecen que ya no pueden estar peor, empeoran todavía más, hasta que el lector se da cuenta de que no hay redención, no hay mejora a la vista, sino una continua supervivencia día a día.

            El tema principal, desde mi punto de vista, es la esclavitud del alma, el vivir en un mundo que no gusta, pero tampoco hay voluntad de cambiarlo. Dejarse llevar por lo que pide el cuerpo para tener algunos momentos de placer que no llegan a compensar los malos momentos, mucho más abundantes. No tener una visión ni un rumbo determinado, e ir dando bandazos por la vida esperando que una buena oportunidad caiga del cielo para aprovecharla o incluso malgastarla, sin remordimientos de conciencia y sin pensar en mañana.

            Es difícil empezar a leer “Cartero” y no volverse adicto a la historia hasta terminarla. Al acabar, es fácil pensar que no cuenta nada extraordinario, que cualquiera puede haber vivido esas experiencias, no hay que tener mucha imaginación. Y sin embargo, te atrapa. Ahí es donde reside la grandeza del autor: lo que cuenta en su historia, engancha. Y la forma en que lo cuenta es un puente directo a la mente del lector que lo hace vivir y comprender el cómo y el porqué de lo que motiva al protagonista.

2 comentarios:

  1. Muy buena reseña, no nos cuentan una historia extraordinaria pero lo que nos cuentan lo hacen con un humor negro, atreviéndose a decir cosas vulgares y desagradables pero reales, un hombre que no tiene futuro que no espera nada, que no va a ningún lugar y que no intenta cambiar el mundo, imposible no deprimirse

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  2. El cartero es una critica a la vida contemporanea. Muy pocos son felices en los trabajos cotidianos, lo único que le da sentidoba esa vida, es el alcohol, el sexo y el juego. Para eso se trabaja, después de eso no hay nada.

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