miércoles, 28 de diciembre de 2011

El caballero de la armadura oxidada, de Robert Fisher

            Nos encontramos ante uno de los muchos libros que hay en el mercado sobre motivación y autoayuda. El autor, aparte de este título, que fue el primero, publicó algunos más con la misma temática. Sin embargo, la mayor parte de la obra de Robert Fisher se encuadra dentro de la comedia, ya que escribió numerosos guiones tanto para radio como para televisión, aparte de teatro y musicales.

Las obras de motivación y autoayuda han tenido un importante auge durante la última década. En este caso, “El caballero de la armadura oxidada” es una obra escrita como un cuento, donde se narran las peripecias de un caballero medieval que ha quedado encerrado dentro de su armadura, y la historia es el viaje iniciado por el caballero en la búsqueda de liberarse de esa armadura.

Con un tono irónico tanto en la narración como en las conversaciones, todo el cuento está plagado de metáforas y simbolismos. La armadura significa la pérdida de contacto con el mundo exterior, el dragón simboliza un obstáculo, etc. Muy parecido a los muchos escritos similares que hay respecto a esta temática. Sirvan por ejemplo “La buena suerte”, “¿Quién se ha llevado mi queso?” o “La isla de los cinco faros”. Si partiera sin conocimiento previo sobre los autores, creería que todos esos escritos han sido hechos por el mismo autor. Y es que cuando se leen varios cuentos de este estilo, se llega a adivinar el patrón que siguen:

-Parten de un fundamento o ley básica de Economía/Marketing/Psicología cuyo incumplimiento provoca problemas al protagonista (pueden ser varios).
-Se elabora un cuento que gira en torno a la búsqueda de dicha ley o fundamento. Se escogen ingredientes típicos de los cuentos, incluidos estereotipos (mago sabio, lechuza sabia, bosques, caballeros, dragones, castillos, animales que hablan…)
-Se sigue el viaje del héroe desde los problemas que le acarreaba el incumplimiento hasta el descubrimiento de la ley o fundamento, lo cual provoca su transformación y la realización personal.

            En general, aunque no me disgustan este tipo de escritos, soy partidario, en contra de lo que otras veces digo, de que se pueden resumir en cinco líneas enumerando las leyes cuya enseñanza intenta transmitir y ahorraría mucho tiempo de lectura. El problema es que haciéndolo así, el autor no tendría libro que vender. Pero ello lo digo desde mi punto de vista de adulto, y para no restar mérito a este tipo de historias, soy consciente de que como cuentos para niños están muy bien conseguidos, pues todos esconden una moraleja muy útil y muy educativa. De todas formas, no se está descubriendo nada nuevo, pues existe desde hace siglos “El conde Lucanor” de Don Juan Manuel, compendio de cuentos con moraleja que han pasado a formar parte de la cultura popular.

            En todo caso, esta historia son 30 páginas amenas de leer que pueden llegar a proporcionar algunas ideas interesantes. Es el típico discurso que tanto gusta a los directivos de empresas que van tan estresados en la vida que no son conscientes del paso del tiempo ni de lo que pasa a su alrededor, y con el tiempo dedicado a esto, logran sacar la cabeza por un momento y mirar a su alrededor. Discurso que escuchan y dos días después vuelven a su vida de estrés y horarios estrictos, olvidando las leyes aprendidas.

            Otro ejemplo de historias de este tipo, aunque algo distintas, son las que escribe Paulo Coelho, así que me pondré dentro de poco con su última obra, lo que me dará pie a comentarla y de camino, meterle mano a todo lo que me he leído de él, que no es poco.

            Como conclusión, un cuento ameno y rápido de leer, que sólo enseña algo a aquellos cuya vida es tan estresante que no ven más allá del trabajo, y que puede mantener entretenidos a los niños, pero que no aporta nada más al resto de personas no encuadradas en ninguno de esos dos tipos.

            El caso es que los que escriben historias de este tipo, se forran. Interesante.

viernes, 23 de diciembre de 2011

El extraño caso del Dr. Jekyll y Mr. Hyde, de Robert L. Stevenson

                Esta historia es tan conocida que ha pasado a formar parte de la cultura popular. Sin embargo, al terminar su lectura, he recordado las enseñanzas del jefe de bomberos de “Fahrenheit 451” cuando decía (no recuerdo las palabras exactas) que la sociedad buscaba los libros ya digeridos, que no había necesidad de leer cuatrocientas páginas si el argumento se podía resumir en dos líneas. Esas dos líneas son la enseñanza que busca la gente, el núcleo de la historia. Lo peor es que mucha gente actualmente lo ve así, pero por suerte para mí y para la mayoría – incluyendo a la totalidad de las personas que disfrutamos con la lectura – el jefe de bomberos estaba totalmente equivocado. Esas dos líneas son el residuo de la obra, pero el verdadero placer es el camino recorrido, no la meta. La lectura de esta obra es un claro ejemplo.
                Si cuento el final para ilustrar (en contra de lo que pretendo hacer en este blog), podría decir que esta obra trata sobre un  doctor que elabora una pócima que, al consumirla, hace que se transforme en otra persona, un monstruo malvado que sólo se dedica a hacer el mal. Ése sería el resumen, y muchos dirían “Ya me he ahorrado leer una historia de 70 páginas, ya sé de qué va”. Craso error. Esta obra va mucho más allá. El hecho de conocer el final no significa que todo el jugo de la obra esté ahí. Hay más, mucho más.
                Por ejemplo, hay una historia con abundante misterio (aunque tengo que reconocer que la mayor parte de ese misterio y la tensión que podría generar, se ve eclipsada por el hecho de saber a qué se debe todo, esta es la parte mala de conocer previamente la historia). El ambiente de ese Londres tétrico y oscuro recuerda mucho a la obra y la época en que Arthur Conan Doyle dio vida a Sherlock Holmes, y evoca ese extraño romanticismo de niebla, oscuridad y calles donde en cada esquina acecha una amenaza. El autor consigue crear ese decorado donde tendrá lugar la historia y sumerge al lector dentro de ese ambiente.
                El narrador sigue a Utterson, un notario amigo de un tal Doctor Jekyll que le confía un extraño testamento. Dicho testamento del doctor a favor de un tal Mr. Hyde provoca la curiosidad del notario, que irá descubriendo poco a poco la relación del doctor con Mr. Hyde, así como la personalidad maléfica de éste último.
                La historia sigue de forma lineal hasta llegar a un desenlace incomprensible para el protagonista. Entonces la historia sigue y concluye con la lectura de dos cartas: una de un doctor amigo tanto del protagonista como del Dr. Jekyll y otra carta redactada por el propio Dr. Jekyll, donde explica el porqué de cada uno de los incidentes que van sucediendo sin explicación a lo largo de la historia.
                Como indiqué anteriormente, es una obra de misterio,  el cual se ve resuelto al final. El tema, más allá de la superficialidad de los hechos ocurridos, va tomando forma al final, con la carta del Dr. Jekyll, sin duda la mejor parte de la obra. Ahí quedan explicados todos los hechos, así como la motivación de los mismos, y esta parte, escrita ya desde el punto de vista del doctor, me ha parecido soberbia. Habla de tantas cosas que es imposible resumirlas todas: habla de la dualidad del ser humano (al igual que hacía Herman Hesse en “El lobo estepario”), habla de la imagen que se proyecta hacia la sociedad, de los comportamientos éticos, del deseo de mejorar, de la lucha entre el bien y el mal… entre otras cosas.
                Es por ello que, dado lo mucho que hay escondido en tan pocas páginas, recomiendo encarecidamente su lectura (yo me la terminé en una tarde). Al igual que sucede con Drácula de Bram Stoker, una vez leído, queda bien claro que cualquier resumen o película, no es más que una ínfima parte de lo que se puede sacar de la lectura.

martes, 20 de diciembre de 2011

El hombre del lago, de Arnaldur Indridason

                Esta novela policiaca cuenta con varios detalles curiosos que me han sorprendido. Uno de ellos es que el autor, islandés, ha ambientado toda la historia en su singular país, el cual no he visto reflejado en ninguna otra obra literaria que haya pasado antes por mis manos. Otro detalle es la visión de una parte de la Guerra Fría desde el punto de vista islandés.
                La historia comienza con el descubrimiento de un esqueleto en un lago junto a aparatos de transmisión rusos. El inspector Erlendur, protagonista de otras obras del mismo autor, es quien se encarga de la investigación. La narración, en tercera persona, va siguiendo una trama lineal, acompañando los pasos del inspector y sus compañeros durante sus pesquisas. En un momento dado, la historia se divide y aparece una historia nueva, anterior en el tiempo. La historia es de un estudiante islandés que estudió en la Universidad de Leipzig antes de la caída del muro de Berlín. A partir de este momento, ambas historias irán avanzando hacia un final en que se encajarán y se unirán formando el desenlace.
                Pese a que no hay grandes dosis de acción, la novela es muy amena de leer. El ritmo pausado y sin grandes sobresaltos se ve condimentado con los detalles de la vida personal de los personajes. Una vida turbulenta, en especial la del inspector. Son esos pequeños detalles, junto con los lugares y las personas que se describen, los que dan retazos de la vida en Islandia, y ahí es donde radica, en mi opinión, uno de los puntos fuertes de esta historia.
                La historia cuenta con gran parte de los ingredientes de cualquier novela negra, y el protagonista, separado, con dos hijos problemáticos, una vida desordenada y un trauma infantil, es un arquetipo de protagonista de este tipo de historias.
                A lo largo de sus 349 páginas, el autor, con su peculiar forma de explicar misterios del pasado resueltos en el presente, lleva al lector a su terreno y lo acompaña paso a paso por la investigación. Los personajes están muy bien construidos. Cada cual tiene su propia personalidad, inquietudes y problemas bien definidos. Por el contrario, el ambiente es escaso en descripciones, y aunque se hacen numerosas alusiones directas e indirectas respecto a las inclemencias meteorológicas del país – lo cual condiciona gran parte de la vida de los personajes -, no es tan descriptivo con los lugares como lo es con las personas. En todo caso, eso no es un defecto, sino más bien el estilo propio del escritor, centrado más en las personas que en lo que las rodea.
                Esta novela, recientemente publicada en castellano, es una de las pocas del autor que podemos disfrutar en nuestro idioma, pues actualmente hay algunas más, también con el inspector Erlendur como protagonista, que aún no han sido traducidas y/o publicadas. Esperemos que con el auge actual de la novela policiaca, no tarden mucho en llegar.

martes, 29 de noviembre de 2011

Los detectives salvajes, de Roberto Bolaño

            Nos encontramos ante un escrito complejo, denso, dífícil de leer. El autor chileno recibió entre otros, el premio Herralde por esta obra.

            La novela está dividida en tres partes: la primera es el diario de un joven estudiante llamado García Madero, el cual entra en contacto con un grupo de poetas que siguen una corriente denominada “real visceralismo”. La segunda parte –la más extensa- cambia de enfoque y pasa a ser una narración con múltiples narradores, en la que cada uno de ellos cuenta, en primera persona, no sólo su vida, sino los acontecimientos, a través de sus ojos, relacionados con dos poetas llamados Arturo Belano y Ulises Lima. Cada uno de los narradores indica siempre algún detalle de su relación o el momento de la vida en que dichos poetas aparecieron en su vida, aunque sea fugazmente. En este momento, la complejidad de la obra alcanza altas cotas, pues se genera bastante confusión dada la cantidad de personajes que aparecen, junto con el cambio de narrador.

La trama, aunque es principalmente lineal, también hace algunos retrocesos en el tiempo, lo que aumenta aún más la dificultad para el lector de asimilar la historia que se cuenta.

Por último, en la tercera parte, se vuelve a hacer un retroceso en el tiempo y vuelve al diario del joven, con el que concluye la historia.

La lectura es complicada y en algunos momentos hará al lector reflexionar sobre quién es cada personaje e incluso volver hacia atrás para poder seguir el hilo de la historia, pero pese a ello, ahí radica uno de los puntos fuertes de esta obra: la perfecta definición de cada personaje, poder ver dentro de cada uno de ellos. Especial mención para los dos poetas protagonistas, que son el nexo de unión de toda la historia. El detalle radica en que ellos no aparecen nunca como narradores, sino que lo que se sabe de ellos es a través de la percepción del resto de personajes.

Otro detalle interesante de esta obra es el título, pues conforme se avanza en la obra, cada vez parece tener menos sentido, pero cuando se acerca el final es cuando se sabe por qué la historia se llama “Los detectives salvajes”.

El peculiar estilo del autor hace que la lectura sea amena, si bien algunos personajes se exceden y dan un poco el coñazo con tecnicismos literarios o listas interminables de escritores latinoamericanos o tendencias literarias. Pese a todo, el ritmo de la narración es fluido y no decae a lo largo de las 622 páginas que tiene esta obra.

En cuanto al ambiente, está muy determinado por cada uno de los personajes, y aunque la mayor parte de la historia transcurre en México, también hay partes de la historia que tienen lugar en otros países de Latinoamérica, así como en Estados Unidos, Israel, Francia, España y algún país de África.

Tras acabar la novela, no da la sensación de haber leído una historia, sino varias, cada una de las cuales es una pieza de un puzle que encaja de alguna forma con las demás. Dicho puzle, que se verá completo al final y no antes, es la historia subyacente de la novela.
Una gran obra y un excelente ejercicio literario, aunque, por poner alguna pega, diría que es fácil perderse entre la amalgama de personajes y perder el hilo. Requisito imprescindible para disfrutarla es estar totalmente concentrado en la misma.

lunes, 24 de octubre de 2011

Ensayo sobre la ceguera, de José Saramago

                ¿Qué sucedería si una epidemia de ceguera empezara a afectar a la raza humana? Esa es la pregunta que se hizo José Saramago antes de empezar esta obra, y es la base de la historia que en ella se narra.
                Todo comienza con una persona que, esperando dentro de su coche que el semáforo cambie a verde, pierde la visión. A partir de ahí, empieza una epidemia que, poco a poco, irá convirtiendo a la gente en otro tipo de personas al verse privados del sentido de la visión.
                La trama es lineal, la historia va evolucionando y es descrita tal como van sucediendo los hechos en tiempo real. El narrador cuenta la historia de forma objetiva, si bien en determinados momentos se permite el lujo de añadir sus juicios de valor, o bien describe situaciones de forma irónica, o añade algún chiste, dejándose ver, haciendo patente que la historia es suya y la cuenta como a él le viene en gana, que él es un ente superior y está por encima de todo. Ello no impide, sin embargo, que todo sea descrito sin escatimar detalles, con un realismo que en determinadas partes de la obra resulta sobrecogedor.
                En esta novela, llama la atención el detalle de que no aparece ningún nombre, sino que cada uno de los personajes es conocido por algún rasgo distintivo, y además, esos personajes están tan bien caracterizados y diferenciados que cuando hay algún diálogo, sin decir quién habla, el lector lo sabe perfectamente. Otro punto a tener en cuenta respecto al estilo, y que puede ser una dificultad hasta que el lector se habitúa a ello, es el ritmo de la narración. El autor hace poco uso de los signos de puntuación (comas, paréntesis, puntos y aparte, exclamaciones, interrogaciones y otros recursos), que al principio hace difícil su lectura, pero conforme se va avanzando, esta forma de escritura la va percibiendo el lector de forma natural, lo que consigue al final una lectura entretenida que hace fácil la inmersión dentro de la historia.
                A pesar del realismo con que se describen las situaciones, la obra tiene implícito un análisis sociológico intenso, que va más allá de las descripciones, es decir, que está basado en la impresión que deja en el lector lo que está sucediendo. En este aspecto es donde la obra alcanza su genialidad. Es parecido a lo que se siente al leer “La Carretera” de Cormac McCarthy, una descripción de un ambiente que envuelve y que hace asimilar que más allá de lo que se percibe, hay una historia con un trasfondo mucho más profundo, casi filosófico. Y en este caso, además, sirve como añadido el estudio de cómo sería un mundo en que todos los seres humanos están ciegos. Situaciones de lo más normal para la persona que ve, se convierte en un caos para un mundo lleno de ciegos.
                La deshumanización a la que se llega a través de la ceguera, no es más que una metáfora de lo que sucede realmente en el mundo actual. Esa es una de las conclusiones que se extrae de esta novela cuya lectura no dejará a nadie indiferente.

jueves, 6 de octubre de 2011

Las amistades peligrosas, de Pierre Choderlos de Laclos


            Esta novela escrita durante el siglo XVIII, narra en forma de cartas intercambiadas entre todos los personajes una historia de amor, celos, traición y manipulaciones maquiavélicas.       
            Decir que el tema principal es el amor, es quedarse corto. Esta obra es una radiografía del proceso de seducción, del funcionamiento del amor, de la naturaleza de los sentimientos profundos. No son pocos los razonamientos filosóficos acerca de los sentimientos, así como del comportamiento de los amantes.  Dichos razonamientos sirven como condimento a una historia cuyo desenlace final dejará perplejo al lector.
            Los personajes, pertenecientes a la clase alta y a la aristocracia francesa, irán evolucionando a lo largo de la historia, la cual se va enredando hasta formar una maraña en la que todos ellos quedarán atrapados. Esa maraña se iniciará con los protagonistas principales de la historia, la marquesa de Merteuil y el vizconde Valmont, antiguos amantes, personajes libertinos que se proponen llevar a cabo una serie de acciones cuyas consecuencias serán imprevistas.
            Toda la historia está contada a través de las cartas que los personajes se envían entre ellos, ordenadas cronológicamente. En un lenguaje formal, el argumento va tomando forma y se va mostrando la evolución de los personajes en función de los acontecimientos que van sucediendo.
            Los escenarios físicos, en esta obra quedan relegados a un segundo plano en beneficio de los escenarios psicológicos. Todas las cartas, escritas en primera persona, van mostrando el interior de cada uno de los personajes: sus deseos, sus motivaciones, sus principios personales. Las diferencias entre cada uno de los personajes irán siendo poco a poco reveladas. Respecto a este punto, merece especial reconocimiento la tarea del autor, que ha sabido diseñar a cada uno de los personajes con sus defectos y sus virtudes, y con una personalidad muy bien definida y representada a través de sus actos y sus reflexiones.
            Aunque no es la única obra del autor, sí es la más reconocida. Varias adaptaciones cinematográficas han llevado la historia a la pantalla con mayor o menor éxito, aunque sin duda,  el gran atractivo de esta obra, más allá de la historia contada, es cómo está contada. Los detalles, las reflexiones, los pensamientos que no se pueden mostrar en la pantalla, son la mayor grandeza de esta novela. En este caso, una vez más, el libro supera a la película. La representación mental de la historia contada en el libro tiene mayor riqueza que las imágenes precocinadas que ofrece la pantalla. En cualquier caso, es fácil disfrutar de esta historia, no importa la forma en que se muestre. Para quien no la conozca, seguro que no le dejará indiferente.

lunes, 19 de septiembre de 2011

La conjura de los necios, de John Kennedy Toole

            La novela comienza con una cita del autor de “Los viajes de Gulliver” que dice lo siguiente: “Cuando un verdadero genio aparece en el mundo, lo reconoceréis por este signo: todos los necios se conjuran contra él”. Esta cita, sin duda, está bien encajada en esta obra, sobre todo por la turbulencia que sufrió esta obra hasta verse publicada. Escrita en 1962, tras su paso por distintas editoriales, no vio la luz en las librerías hasta casi dos décadas después. Para entonces, el autor ya se había suicidado, posiblemente por su incomprensión como escritor. Fue el esfuerzo posterior de su madre, ella fue la responsable de que esta obra esté actualmente disponible para cualquiera.

            El protagonista de la obra, Ignatius, es un compendio de todos los defectos que se pueden atribuir a un ser humano: es gordo, hedonista, egocéntrico, egoísta, testarudo, cobarde, holgazán, codicioso… y un largo etcétera. Como única virtud tiene una formación universitaria que le ha dotado de una facilidad de palabra y expresión que, junto con lo disparatado de sus argumentos, hacen una mezcla explosiva que sorprende al lector en todo momento.

            El resto de personajes de la obra son, al igual que el protagonista, seres tristes y decadentes en los que se pueden apreciar rasgos de la personalidad humana que a cualquiera le resultarán alarmantemente comunes.

            Con un estilo depurado y directo, el narrador cuenta la historia de una forma objetiva, dejando al lector la tarea de interpretar los hechos. Algunos incisos en la trama son introducidos por los textos escritos en primera persona por Ignatius, donde el alma del protagonista se va desnudando poco a poco dejando ver la miseria que hay escondida. Digo miseria porque es difícil coger cariño a un personaje como éste, que reúne todas las cualidades contrarias a las que tendría cualquier héroe. Es un antihéroe perfecto.

            La historia transcurre en Nueva Orleáns, terreno del que el protagonista se vanagloria de no haber abandonado nunca en sus treinta años de vida, salvo en una ocasión desastrosa cuya historia repite una y otra vez. Se nos dibuja así una ciudad decadente con unos personajes igual de decadentes, que van interactuando entre ellos tejiendo una historia que es, a la misma vez, divertida, imprevista, graciosa y grotesca.

            El estilo del autor hace que la lectura sea fácil. Las descripciones son correctas, ofrecen los detalles justos para causar el impacto que se desea en el lector. Y la personalidad de los personajes, esa amalgama de formas de pensar y de vivir, es quizá el punto más fuerte de esta novela. Presentados con un estilo caricaturesco, dejan ver la realidad que se esconde detrás de ellos, sus motivaciones y sus anhelos. Esta cualidad, la de mostrar una sociedad con todos sus defectos y no con sus virtudes es, posiblemente, el motivo de que la obra no fuera publicada en un momento en que la imagen del país que se pretendía dar no estaba acorde con lo que el autor describía. De cualquier forma, el tiempo ha hecho justicia y hoy día podemos tener entre nuestras manos esta interesante historia que a cualquiera hará pasar un rato agradable y que despertará no pocas sonrisas en los rostros de los lectores. Cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia… o no.