lunes, 24 de octubre de 2011

Ensayo sobre la ceguera, de José Saramago

                ¿Qué sucedería si una epidemia de ceguera empezara a afectar a la raza humana? Esa es la pregunta que se hizo José Saramago antes de empezar esta obra, y es la base de la historia que en ella se narra.
                Todo comienza con una persona que, esperando dentro de su coche que el semáforo cambie a verde, pierde la visión. A partir de ahí, empieza una epidemia que, poco a poco, irá convirtiendo a la gente en otro tipo de personas al verse privados del sentido de la visión.
                La trama es lineal, la historia va evolucionando y es descrita tal como van sucediendo los hechos en tiempo real. El narrador cuenta la historia de forma objetiva, si bien en determinados momentos se permite el lujo de añadir sus juicios de valor, o bien describe situaciones de forma irónica, o añade algún chiste, dejándose ver, haciendo patente que la historia es suya y la cuenta como a él le viene en gana, que él es un ente superior y está por encima de todo. Ello no impide, sin embargo, que todo sea descrito sin escatimar detalles, con un realismo que en determinadas partes de la obra resulta sobrecogedor.
                En esta novela, llama la atención el detalle de que no aparece ningún nombre, sino que cada uno de los personajes es conocido por algún rasgo distintivo, y además, esos personajes están tan bien caracterizados y diferenciados que cuando hay algún diálogo, sin decir quién habla, el lector lo sabe perfectamente. Otro punto a tener en cuenta respecto al estilo, y que puede ser una dificultad hasta que el lector se habitúa a ello, es el ritmo de la narración. El autor hace poco uso de los signos de puntuación (comas, paréntesis, puntos y aparte, exclamaciones, interrogaciones y otros recursos), que al principio hace difícil su lectura, pero conforme se va avanzando, esta forma de escritura la va percibiendo el lector de forma natural, lo que consigue al final una lectura entretenida que hace fácil la inmersión dentro de la historia.
                A pesar del realismo con que se describen las situaciones, la obra tiene implícito un análisis sociológico intenso, que va más allá de las descripciones, es decir, que está basado en la impresión que deja en el lector lo que está sucediendo. En este aspecto es donde la obra alcanza su genialidad. Es parecido a lo que se siente al leer “La Carretera” de Cormac McCarthy, una descripción de un ambiente que envuelve y que hace asimilar que más allá de lo que se percibe, hay una historia con un trasfondo mucho más profundo, casi filosófico. Y en este caso, además, sirve como añadido el estudio de cómo sería un mundo en que todos los seres humanos están ciegos. Situaciones de lo más normal para la persona que ve, se convierte en un caos para un mundo lleno de ciegos.
                La deshumanización a la que se llega a través de la ceguera, no es más que una metáfora de lo que sucede realmente en el mundo actual. Esa es una de las conclusiones que se extrae de esta novela cuya lectura no dejará a nadie indiferente.

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