martes, 20 de diciembre de 2011

El hombre del lago, de Arnaldur Indridason

                Esta novela policiaca cuenta con varios detalles curiosos que me han sorprendido. Uno de ellos es que el autor, islandés, ha ambientado toda la historia en su singular país, el cual no he visto reflejado en ninguna otra obra literaria que haya pasado antes por mis manos. Otro detalle es la visión de una parte de la Guerra Fría desde el punto de vista islandés.
                La historia comienza con el descubrimiento de un esqueleto en un lago junto a aparatos de transmisión rusos. El inspector Erlendur, protagonista de otras obras del mismo autor, es quien se encarga de la investigación. La narración, en tercera persona, va siguiendo una trama lineal, acompañando los pasos del inspector y sus compañeros durante sus pesquisas. En un momento dado, la historia se divide y aparece una historia nueva, anterior en el tiempo. La historia es de un estudiante islandés que estudió en la Universidad de Leipzig antes de la caída del muro de Berlín. A partir de este momento, ambas historias irán avanzando hacia un final en que se encajarán y se unirán formando el desenlace.
                Pese a que no hay grandes dosis de acción, la novela es muy amena de leer. El ritmo pausado y sin grandes sobresaltos se ve condimentado con los detalles de la vida personal de los personajes. Una vida turbulenta, en especial la del inspector. Son esos pequeños detalles, junto con los lugares y las personas que se describen, los que dan retazos de la vida en Islandia, y ahí es donde radica, en mi opinión, uno de los puntos fuertes de esta historia.
                La historia cuenta con gran parte de los ingredientes de cualquier novela negra, y el protagonista, separado, con dos hijos problemáticos, una vida desordenada y un trauma infantil, es un arquetipo de protagonista de este tipo de historias.
                A lo largo de sus 349 páginas, el autor, con su peculiar forma de explicar misterios del pasado resueltos en el presente, lleva al lector a su terreno y lo acompaña paso a paso por la investigación. Los personajes están muy bien construidos. Cada cual tiene su propia personalidad, inquietudes y problemas bien definidos. Por el contrario, el ambiente es escaso en descripciones, y aunque se hacen numerosas alusiones directas e indirectas respecto a las inclemencias meteorológicas del país – lo cual condiciona gran parte de la vida de los personajes -, no es tan descriptivo con los lugares como lo es con las personas. En todo caso, eso no es un defecto, sino más bien el estilo propio del escritor, centrado más en las personas que en lo que las rodea.
                Esta novela, recientemente publicada en castellano, es una de las pocas del autor que podemos disfrutar en nuestro idioma, pues actualmente hay algunas más, también con el inspector Erlendur como protagonista, que aún no han sido traducidas y/o publicadas. Esperemos que con el auge actual de la novela policiaca, no tarden mucho en llegar.

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