jueves, 12 de mayo de 2016

Los cuerpos extraños, de Lorenzo Silva

                Publicada en 2014 y con 352 páginas, estamos ante la octava entrega de la serie “Bevilacqua y Chamorro”, la pareja de guardias civiles creada por Lorenzo Silva.
                Como viene siendo costumbre, el narrador es el principal protagonista: el brigada Bevilacqua, que cuenta en primera persona toda la historia, de principio a fin. Como toda novela policiaca que se precie, comienza con un cadáver, en este caso de la alcaldesa de un pueblo no especificado de la costa levantina.
                La trama comienza con ese asesinato, y avanza hacia la resolución del mismo. Sí, ya sé que hay miles de tramas iguales, que no es ninguna novedad. Pero la grandeza de este autor no está, desde mi punto de vista, en los casos que expone, sino en cómo los expone, lo que me lleva a analizar el estilo. La narración de los hechos, pasada por el filtro de la mente del protagonista, como en las anteriores novelas, le imprime a la historia un carácter personal, realista, muy acorde con la investigación real en nuestro país, no escatimando en exposiciones directas o indirectas sobre la jerarquía y la burocracia. Todo ello contribuye a crear ese ambiente en el que se mueven los personajes, un ambiente ficticio, pero calcado de la realidad actual. El tono usado es, desde mi punto de vista, excesivamente formal en determinados casos, pero correcto. En otros casos, humorístico, dentro de la susodicha formalidad.
Los temas tratados, como ha sucedido en las otras entregas anteriores, son temas de actualidad. En este caso, aunque el tema es tan antiguo como las pinturas de Altamira, está, tristemente, muy de moda hoy día: la corrupción política.
Los personajes son, sin lugar a dudas, el punto fuerte de esta serie. Tras tantas entregas, me maravilla ver cómo han ido evolucionando desde aquel sargento Bevilaqua y la novata guardia Chamorro de “El lejano país de los estanques” hasta los actuales brigada y sargento, respectivamente. Se ve cada vez más la profundidad de esos personajes, cómo los ha ido tratando la vida, cómo les ha ido afectando su trabajo, cómo han ido cambiando su forma de pensar. En cuanto a los personajes secundarios, también están cuidados hasta el más mínimo detalle. Pese a que se podrían encuadrar dentro de estereotipos, el autor huye del maniqueísmo y dibuja personajes que, según sus intereses, van modificando su forma de pensar y actuar, es decir, consigue crear ese tipo de personajes fáciles de imaginar para el lector, pero con rasgos suficientemente distintivos que los alejan de los clichés.
Mención especial para las reflexiones sobre la sociedad que surgen espontáneamente, ya sea por lo que los personajes encuentran o porque alguna conversación deriva hacia algún tema concreto. Los diálogos, igualmente, son de lo mejor de esta serie. Formales y respetuosos, pero directos, ingeniosos, con verdades, mentiras, subterfugios, estrategias. Soberbios.

A pesar de todo, no la considero la mejor novela de la serie. El caso no me ha terminado de convencer, y, sin embargo, tengo que decir que merece la pena, porque aunque flojee por ahí, se me ha hecho muy corta, muy divertida y, sobre todo, me ha hecho vivir una experiencia gratificante, que en el fondo es lo que todo obra buena debe (o debería) conseguir.

jueves, 5 de mayo de 2016

Anatema, de Neal Stephenson

                Anatema, del estadounidense Neal Stephenson, ganó el premio Locus en 2009 y estuvo nominada a otros importantes premios de Ciencia Ficción.

                No es una obra apta para neófitos que quieren adentrarse en la literatura de Ciencia Ficción. Es relativamente larga (736 páginas), y su contenido es bastante denso. Especialmente el principio.

                En cualquier novela de Ciencia Ficción, uno de los elementos más atractivos para el lector es el ambiente. En este caso, la obra está ambientada en el planeta Arbre. Pero ¿qué es Arbre? Pues es un planeta que guarda cierto paralelismo con la Tierra. Un planeta que perfectamente podría ser una versión del nuestro, pero en un universo paralelo. Ahí es donde transcurre la acción, y poco a poco se va desvelando cómo es la vida de los habitantes de ese planeta: su cultura, su historia y, sobre todo, su ciencia y su filosofía. Pese a que pueda parecer compleja la creación de un ambiente parecido, el autor consigue (desde mi punto de vista, con éxito) una inmersión total del lector en ese mundo. Y lo logra con varios efectos, algunos de los cuales son:
                -Vocabulario específico de ese mundo, desde el principio de la obra. Seguro que a más de un lector le entrarán ganas de parar de leer y tirar el libro por la ventana. Pero conforme la historia avanza, el efecto se revierte y lo que se consigue es que, mediante el aprendizaje y comprensión del lector, acabe teniendo ese toque exótico y distintivo característico de ese mundo concreto. Por cierto, este recurso, el de usar un nuevo vocabulario, es un recurso muy usado en la literatura de Ciencia Ficción, y hasta el momento, esta novela es el caso más extremo que he encontrado.
                -El mundo tiene una historia concreta, unos personajes históricos y una evolución cultural que, aunque guarda cierto paralelismo con nuestro mundo real, se diferencia del mismo (y no poco).
                -En cuanto a la ciencia y la filosofía, ahí está el punto fuerte de esta novela. Numerosas exposiciones y discusiones, en algunos casos de gran extensión, y, conforme avanza la historia, más complejas cada vez. Terminología científica paralela a la del mundo real, leyes naturales descubiertas por personajes de ese mundo en un tiempo y circunstancias concretas, aplicación y reflexión sobre esas leyes… me ha parecido muy interesante cómo ha manejado el autor ese tema.

                Respecto a los personajes de ese planeta, están divididos en dos bandos: los que viven una especie de vida monástica (llamados avotos) en el interior de una especie de monasterios (llamados cenobios), y los que viven fuera, extramuros. Los personajes principales, en su mayoría pertenecen a la vida monástica. El protagonista, que es quien relata la historia en primera persona, es Fra Erasmas (Fra es el título que reciben los “avotos” masculinos, mientras que Sur pertenece a los “avotos” femeninos). A través de los ojos del protagonista, se mostrará su estilo de vida, su visión del mundo en que vive, sus preocupaciones y, sobre todo, la aventura que vive en esta novela. Un efecto destacable de esta novela es que apenas hay descripciones físicas de los personajes, sino que se representan a través de lo que hacen y, sobre todo, de lo que dicen.

                En cuanto al ritmo, se podría decir que avanza a saltos. Si bien es bastante lento al principio, ya que es cuando se expone “el tablero de juego y las reglas” de la historia, después hay momentos de acción, y también ralentizaciones con extensas conversaciones, discusiones o reflexiones que, para mí, es lo que mayor calidad tenía de la historia, más que las escenas de acción, que también las hay. Mención especial para las detalladas descripciones que, aunque a veces pueden resultar excesivas, contribuyen a mostrar al lector el ambiente en el que se desarrolla la historia.

                El tema principal, como he explicado más arriba, gira en torno a la ciencia y la filosofía. Toda la obra es una exposición sobre un mundo con una cultura en la que esos dos son los elementos principales, y lo que da pie a múltiples reflexiones muy bien expresadas por los personajes, y que también darán que pensar y reflexionar al lector.

                Como he dicho al principio, no es una obra fácil. Al principio es lenta y difícil de comprender, pero en general, me ha parecido una buena historia. Ha sido como un viaje a un lugar desconocido, con unas reglas desconocidas, con unos personajes que, pese a pertenecer a otro mundo, son simplemente seres humanos que han tenido una evolución cultural distinta a la nuestra.


                Es la primera obra que he leído de este autor, pero no creo que sea la última, porque considero que, no sólo la historia es original, sino que, además, está bien escrita.

lunes, 14 de marzo de 2016

El retrato de Dorian Gray, de Oscar Wilde

                Publicada en 1890, es la única novela del escritor irlandés Oscar Wilde, que pese a su relativamente temprana muerte, dejó un legado escrito de numerosos poemas, ensayos, cuentos y obras de teatro.
                Ambientada en Londres a finales del siglo XIX, la historia muestra la vida decadente de la alta sociedad inglesa de esa época: sus costumbres, sus prejuicios, sus anhelos… las numerosas descripciones, que a menudo frenan el ritmo de la historia, ayudan a dibujar ese escenario en el que la historia tiene lugar.
                Como cualquier novela considerada un “clásico”, el tema principal es bien conocido por mucha gente: la eterna juventud, que este caso va unida al hedonismo y al narcisismo.
                Los personajes están bien construidos y diferenciados. Destacan tres: el protagonista Dorian Gray, un joven inexperto con una belleza extraordinaria, el pintor Basil Hallward, quien queda prendado de la belleza de Dorian Gray y decide pintar su retrato, y Lord Henry Wotton, un noble conocido del pintor que se interesa por la inocencia de Dorian Gray y, como se ve a lo largo de la historia, lo irá influenciando con su corrosiva visión de la vida y la sociedad.
                La obra me ha parecido una buena lectura, si bien determinados pasajes se me han hecho lentos por las numerosas descripciones. No es que dichas descripciones sobren, ya que ayudan a situar al lector dentro del ambiente, pero sí que cortan la acción en seco y la historia deja de avanzar, como si se hubiera quedado estancada en un bucle. Por otra parte, hay algunos hechos atribuibles al protagonista que, siendo una pieza fundamental de lo que sucede en la historia, el autor no entra demasiado en detalles, simplemente deja constancia de lo que está pasando, sin ahondar. No es un gran defecto, pero personalmente eché de menos que se ampliara la información en esos puntos.
                El narrador, en tercera persona, es quien cuenta la historia desde un punto de vista neutro, aunque en determinados pasajes muestra su empatía con el protagonista. En este punto, merece la pena destacar que el autor fue juzgado por homosexualidad, y en el juicio, entre otros, se expusieron argumentos contenidos en esta novela, a lo que el autor respondió que los actos o pensamientos de los personajes de una obra de ficción no tienen por qué coincidir con los del autor. Pero no se libró de la cárcel por su “delito”.
                En este caso, como en muchos otros en los que una historia original ha sido usada como cliché para multitud de películas, series, novelas y todo tipo de situaciones, la lectura pierde parte del atractivo que ofrece la novedad, al haber tenido ya por otras vías entradas de spoilers. Pero aunque se pierda esa novedad, en este caso la novela tiene una gran calidad no sólo en la historia y cómo está relatada, sino en las conversaciones y reflexiones de los personajes, profundas, contundentes, sujetas a debate, originales, controvertidas. Es por ello por lo que animo a que, cualquiera que conozca la historia de Dorian Gray pero no haya leído la novela original, lo haga. Son 284 páginas que se pueden leer en un par de tardes. Yo, al menos, no me he sentido defraudado.

jueves, 14 de agosto de 2014

Cien años de soledad, de Gabriel García Márquez

                El Premio Nobel de Literatura no se lo dan a cualquiera, y tras leer Cien años de soledad, doy mi aprobación a quienes decidieron otorgarlo a Gabriel García Márquez, el autor, cuyo arte da una de sus mejores muestras en esta novela.
                Cien años de soledad es una obra fuera de lo común, de las que se sale de los estándares y parece funcionar con otras normas. Si bien el análisis técnico que voy a hacer es bastante convencional, definir los puntos en los que sobresale me llevaría a varias horas de escritura, y no es esa mi intención en este blog.
                El narrador cuenta la historia en tercera persona. No aplica juicios de valor, simplemente narra los hechos desde su conocimiento de cómo sucedió todo. A veces usa un toque humorístico, pero en general es bastante “higiénico”, no se nota su presencia, y no contamina la historia con sus opiniones.
                Respecto al ambiente: todo tiene lugar en un lugar indeterminado y ficticio llamado Macondo. El hecho de que sea ficticio no quiere decir que no tenga una base real, pues la tiene, y bien sólida. Podría ser la descripción de cualquier aldea situada en algún lugar de Iberoamérica. Macondo es una aldea fundada por los personajes de la historia, y es ahí y en sus alrededores donde vivirán sus andanzas.
                En cuanto a los personajes, no son otros que los fundadores de dicha aldea y sus generaciones posteriores. La familia Buendía-Iguarán son los protagonistas. Si ahora mismo me preguntaran cuáles son los mejores personajes que me he encontrado en una novela, técnicamente diría que éstos, los de Cien años de soledad. Rebosan humanidad, pasión por lo que hacen, tristeza, soledad… todo aquello que los hace tan humanos como si estuvieran vivos de verdad. Desde mi punto de vista, de ahí proviene la fortaleza de la historia, de esos personajes con vida propia, sus sufrimientos, sus alegrías (no muchas en esta historia, todo hay que decirlo) y su relación con el entorno.
                De los personajes viene uno de los “fallos” de la novela que yo no veo como tal. Al igual que en la vida real, los descendientes suelen heredar el nombre de los padres, abuelos…, y eso hace que muchos de los personajes compartan nombre y apellido, lo cual hace fácil que el lector se pierda entre los personajes. Para agravar la situación, la trama no es lineal, sino hay saltos en el tiempo hacia atrás y hacia adelante, con lo que a veces es fácil confundir a un personaje con su abuelo, o con su hijo. Simplemente estando atento, se limita esta confusión, pero reconozco que en algún momento yo también me he quedado sin saber de quién se estaba hablando.
                La historia, como ya he dicho, trata sobre lo que sucede en Macondo, y eso es todo, que no es poco. La evolución de la vida ahí, desde la creación de la aldea, ofrece alguna conexión puntual con sucesos reales, y el tratamiento de los mismos es magistral. Aparecen temas que dan mucho que pensar sobre patriotismo, religión, valores morales, familia… también aparecen mezclados sucesos fantásticos, pero están tan entrelazados con la historia y son tan cotidianos para los personajes, que no destacan entre el resto de lo que sucede.
                Me ha gustado esta lectura, la he disfrutado. Era muy fácil entrar dentro del escenario que planteaba el narrador y vivir la historia. En cuanto al tamaño, no llega las 500 páginas, por lo que la considero de tamaño medio, y no le falta ni le sobra nada. Recomendada.

viernes, 13 de junio de 2014

El hombre de hielo (confesiones de un asesino de la mafia), de Philip Carlo

                El hombre de hielo es una novela “basada en hechos reales”. Cuenta la historia de Richard Kuklinski, un sicario de la mafia que, según su testimonio, llegó a asesinar a más de doscientas personas. La novela fue publicada en 2006, y posteriormente, la cadena estadounidense HBO hizo tres documentales donde se analiza personalmente, y con entrevistas cara a cara, al personaje cuyas hazañas aparecen descritas en el libro.
                Philip Carlo realizó biografías de personajes controvertidos del mundo del hampa, y también publicó algunas novelas. Murió enfermo en 2010 a la edad de 61 años.
                La novela está narrada como un documental, si bien entra dentro de la cabeza del protagonista para expresar sus emociones, pensamientos y reflexiones respecto a algunas de sus vivencias.
                La acción tiene lugar en Estados Unidos, y se reparte por varias zonas del país, aunque está centrada en Nueva Jersey y alrededores de Nueva York, que fue por donde más se movió el protagonista. También hay viajes a Europa y Sudamérica, todos “por trabajo”.
                En cuanto a los personajes, salvo el del protagonista, los demás son nombres ficticios, pero que corresponden a personajes reales. Richard Kuklinski, desde la cárcel, explica su vida desde que la recuerda. No debe extrañar si digo que su vida estaba llena de violencia desde el principio, y que se describe con gran abundancia de detalles todo lo que él recuerda. Se define a sí mismo como es, y no como le gustaría ser, y eso es un punto a favor de la narración.
Respecto al estilo, todo está narrado por el autor, que en algunos momentos hace pausas para explicar cómo llevó a cabo su labor de investigación con el personaje. Incluye opiniones suyas y también del protagonista sobre la historia, con lo que la obra acaba siendo una biografía en la que, aunque el narrador intenta quedar fuera, a veces interviene para pedir al protagonista que profundice más en su exposición.
El ritmo es frenético. La acción se va sucediendo continuamente, y aunque haya elipsis, los hechos son narrados en orden cronológico. En este aspecto, hay un detalle que me ha parecido literariamente poco trabajado: el de avanzar acontecimientos, o el de repetir continuamente algunos hechos o frases para dar énfasis. Supongo que se hacía con la intención de crear expectación, pero no considero que sea necesario: la historia puede avanzar bien sin necesidad de dar más información de la necesaria. Testimonio de ello es que, a pesar de tener más de 500 páginas, me ha parecido corta.
La historia me ha resultado inquietante. Inquietante porque podría ser una buena historia sobre un asesino, pero no es una historia: ha sucedido realmente. No me extraña que los psicólogos se vuelvan locos intentando esclarecer cómo el mundo llega a dar como fruto a una criatura de este tipo. Aquí se ve la parte humana, y también la inhumana, entremezcladas. Sorprende la falta de hipocresía (punto bueno) y la falta de empatía (punto malo) del protagonista. Personalmente, más allá de los hechos, me ha caído como un jarrón de agua fría descubrir ese mundo que existe, aunque a mí me es ajeno.
La calidad literaria deja mucho que desear, pero sin duda, la historia merece dedicarle tiempo a su lectura. No lo recomiendo para la gente aprensiva, pero para los demás, sobre todo a los aficionados a novela policíaca, no debería dejar de leerlo, para ver un caso real “del otro lado”.

Zorba, el griego, de Nikos Kazantzakis

                En 1946 el autor griego Nikos Kazantzakis publicó la novela Zorba, el griego, la cual vería la luz en el cine el año 1964, casi dos décadas después, y fue ahí cuando aumentó su popularidad.
                El autor vivió en una época turbulenta, y su ajetreada vida junto con su búsqueda filosófica, quedan bien plasmadas en esta obra suya, donde refleja tanto su vida y experiencia como sus reflexiones.
                Comenzando por los personajes, están muy bien creados y puestos en escena. Hay dos protagonistas: el narrador: un aficionado a la literatura y filosofía que decide dar un giro a su vida intelectual, y por otra parte, el que da nombre al libro: Alexis Zorba, un viejo de 65 años con una amplia experiencia, que se une al protagonista/narrador en esa nueva etapa de su vida que pretende emprender.
                Tras el comienzo, ambos protagonistas se desplazan a Creta, donde tendrá lugar la mayor parte de la historia. Allí llevarán a cabo un proyecto que no será más que una excusa para fortalecer la alianza que se va creando entre ambos conforme avanza la historia.
                Las gentes de Creta quedan como personajes secundarios, pero no por ello carecen de profundidad. El autor les ha puesto una humanidad que, aunque en algunos momentos es exagerada, deja ver una forma de vivir y de comportarse que puede contrastarse con nuestra sociedad actual. De hecho, el ambiente me ha recordado mucho a lo que se vivía en cualquier pueblo de por aquí hace algunas décadas.
                El núcleo de la historia está en las reflexiones de Zorba, que con sus años de experiencia, explica su visión del mundo y de las personas. Y lo hace desde una inteligencia básica, “de andar por casa”, pero con una profundidad que, sin duda, convierte a la historia en algo más que un paseo por un hermoso paisaje.
                Hay muchos temas tratados, pero yo me quedo con la libertad y la búsqueda de la felicidad. Y esta novela las describe a la perfección. La historia, que llega a un final apoteósico, me ha sentado como un guantazo en la cara, para espabilarme de la rutina en la que, poco a poco, todos acabamos cayendo.
                En cuanto al ritmo, según mi punto de vista, tiene algunas deficiencias. Hay momentos de la historia que se hacen un poco lentos o pesados, pero son escasos y no muy amplios, así que esta lectura, de 300 páginas, es bastante agradable, salvo por esos pequeños momentos.
                Personalmente, es una lectura que me ha levantado el ánimo, y por otra parte, he ampliado mi repertorio incluyendo algún autor griego moderno, que no conocía a muchos, pese a que sí he leído gran cantidad de los clásicos.
                Como diría Zorba, se puede decir mucho más de esta historia, pero es difícil hacerlo escribiendo o hablando. Para que lo comprendierais bien, tendría que bailarlo.
                Leedlo, no os defraudará.

lunes, 14 de abril de 2014

Los viajes de Gulliver, de Jonathan Swift

                Los viajes de Gulliver fue publicada en 1726, del autor Jonathan Swift. En la actualidad, es una obra muy conocida que ya forma parte de la cultura popular (¿quién no conoce el país de Liliput, poblado por seres diminutos?).
                El médico Lemuel Gulliver es el protagonista, y el que cuenta la historia en primera persona. Amante de los viajes y la navegación, la novela consta de cuatro partes, en cada una de las cuales Gulliver narra uno de sus viajes a países exóticos.
                La historia es muy imaginativa y fantástica, apta para niños. Pero eso es sólo la primera impresión. Por medio de comparaciones entre los países que visita y su Inglaterra natal, el viajero pone de manifiesto una feroz crítica contra la sociedad, realzando lo mejor y lo peor de la misma. A medida que se avanza en la historia, la crítica se hace cada vez más patente, hasta llegado el final donde las comparaciones y las críticas llegan al extremo de parecer un folletín de propaganda política, donde se adentra en terrenos utópicos poco aplicables en la vida real, pero moralmente deseables.
                Me asombra ver que la crítica que subyace en las vivencias de Gulliver, pese a haber pasado tres siglos desde su publicación, son perfectamente aplicables a día de hoy, si bien la monarquía tal como la describe, goza actualmente de menos poder que entonces (o al menos, eso parece). Eso da que pensar que los problemas políticos y sociales evolucionan poco, pero están enquistados desde hace bastante tiempo.
                Antes de leerlo pensaba que era un libro infantil/juvenil, pero me ha sorprendido comprobar su complejidad. No creo que un niño pueda llegar a ver esa complejidad, pero sin embargo, la historia cuenta con muchos elementos que deben ser bastante atractivos y que estimularán la imaginación de cualquiera, por lo que lo considero una obra que bien puede estar a su alcance.
                Con esta historia, creo que debe pasar como con El principito, de Antoine de Saint-Exupéry, que según en el momento de la vida en que se lee, transmite una información u otra distinta, más rica y elaborada.
                En cuanto al ambiente, evoca a esas novelas de aventuras, de viajes a lo desconocido (como podría ser El corazón de las tinieblas, de Conrad). Es un  ambiente que a mí, particularmente, me gusta mucho. Ese romanticismo de viajes por mares desconocidos, lugares inhóspitos donde nadie ha llegado, tierras nuevas y gentes extrañas por conocer. Eso es lo que hay en Los viajes de Gulliver.
                En lo que respecta al ritmo, está muy conseguido. El paso del tiempo va acorde con la narración, y cada uno de los viajes está perfectamente diferenciado por el retorno a casa del protagonista.
                A los que disfruten con las novelas de aventuras, no saldrán defraudados con ésta. Aun conociendo de qué va cada uno de los viajes (por haber tantas referencias a esta historia), siempre es más rica en detalles la historia original que los filtros que llegan por otros medios, sea televisión, sea tradición oral.
                Un clásico muy recomendable, y que da que pensar.