lunes, 3 de diciembre de 2012

Cinco horas con Mario, de Miguel Delibes

                Antes de esta novela, pasaron por mis manos otras dos del autor vallisoletano, las cuales no son precisamente narraciones alegres. Se trata de La sombra del ciprés es alargada y El camino. En ambas historias, la muerte está siempre presente, como una sombra acechante que inunda el relato buscando su protagonismo.  En Cinco horas con Mario, la historia comienza directamente con un entierro. Sin embargo, esta vez no aparece ese ambiente tétrico que ambientaba las otras dos novelas a que hago referencia.
                La historia está dividida en tres partes claramente diferenciadas. Hay una pequeña parte introductoria, donde se describe el entierro de Mario. Después, la parte más extensa, núcleo del relato, que es un monólogo de su mujer Carmen junto al féretro de su marido. La novela concluye con un pequeño epílogo tras el monólogo de la mujer con su marido muerto.
                Esta obra vio la luz en 1966, y narra de forma excelente una parte de la visión de la sociedad y los problemas de España en esa época. Desde el punto de vista de Carmen, una mujer de clase media, se irá conociendo su entorno y, sobre todo, a su marido Mario. Literariamente, tiene muchos puntos soberbios y difíciles de dar forma. Personalmente, expongo dos que me han impresionado: uno es la visión subjetiva que Carmen da a su realidad, lo que permite dos lecturas diferentes: lo que ella piensa y lo que pasó en realidad. Es un ejercicio difícil de trasladar al papel, y en este caso está hecho con maestría. El otro punto interesante es cómo está redactado. El lenguaje coloquial que usa Carmen es un reflejo de la forma de hablar de la época, y a través del lenguaje, no sólo se retrata ella, sino también todo el ambiente que la rodea.
                Otro detalle interesante es el perfil psicológico de la narradora. Hasta muy avanzada la lectura no se da el lector cuenta de qué pie calza, y a partir de ahí es cuando comienza esa doble lectura que comentaba anteriormente.
                Sin llegar a contar parte de la historia, no es ninguna novedad que el monólogo de Carmen se centra en la crítica a su marido. La “chicha” de esta novela es el fundamento de dichas críticas, lo cual irá descubriendo el lector conforme avanza la historia.
                Pese a ser un monólogo, al finalizar la obra, el lector tendrá un perfil de cada uno de los personajes bastante definido, lo cual es un logro por parte del autor, debido a la forma de la narración.
                Como decía al principio, no es una historia alegre, pero es una buena historia, digna de ser leída. Me sorprende saber que esta obra se representa en teatro, y tengo curiosidad por verla, ya que el trabajo para la actriz debe ser descomunal. Son 256 páginas, la mayoría de ellas en forma de monólogo. En cualquier caso, en teatro o en novela, recomiendo esta obra. Es muy interesante la evolución que seguirá el lector respecto a la imagen de la narradora.

jueves, 8 de noviembre de 2012

Madame Bovary, de Gustave Flaubert

                Esta novela de 1857 escrita por el francés Gustave Flaubert está considerada como una obra maestra encuadrada dentro del género llamado “realismo”.
                Tengo que reconocer que cuando empecé a leerla, ya había buscado referencias sobre la obra, y todas la alababan y ponían en un pedestal. Sin embargo, leído más de la mitad del libro, la impresión que me dejaba es que era un tostón. Mi definición de tostón: acumulación de frases que narran hechos y lugares con abundancia de ornamentos y con un estilo poético, pero que no dicen nada. A lo anterior se añaden pasajes en los que el autor se va por las ramas y cuenta historias que nada tienen que ver con el hilo principal de la historia.
                No me podía creer que una obra con tanto renombre fuera tan infumable (aunque no por ello le voy a dar una segunda oportunidad a Rayuela, Julio Cortázar, qué bien me la colaste), así que seguí leyendo, pero con la mosca detrás de la oreja, que aún tengo reciente el regusto amargo de lo mala que era Cincuenta sombras de Grey, y eso que no paro de ver gente paseando el libro por la calle. Más o menos a partir de la mitad, empieza a haber algo de movimiento por fin, y es ahí donde empieza el verdadero meollo de la historia, de tal forma que al acabar, acaba mereciendo la pena el sacrificio de haber pasado por páginas y páginas de morralla que parecía que no llegaban a ninguna parte.
                El realismo se ve bien reflejado en esta obra, y en cuanto al tema, son varios los que aparecen: el amor, la infidelidad, el desencanto, la vida de la burguesía francesa de esa época… todo ello descrito con un estilo pulcro y limpio, a veces poético.
                Los personajes son, sin duda, el punto fuerte de la obra. Son dos los principales: madame Bovary y su marido, aunque también hay otros personajes secundarios que el hecho de ser secundarios no hace que estén poco desarrollados, sino más bien al contrario. Pero centrándome en los protagonistas principales, diré que me han parecido unas construcciones soberbias, especialmente la que da nombre a la novela. Su forma de ser, su comportamiento y su evolución es obra de un profundo análisis psicológico, tarea ardua, aunque primordial para cualquier escritor. En este caso, Flaubert lo ha bordado.
                No menos importante es el ambiente en que tiene lugar la historia. La vida que transcurre en el pueblo y en la ciudad es descrita con lujo de detalles, así como la forma de pensar y vivir de los que ahí habitan.
                Se puede decir mucho más sobre esta novela, pero me costaría trabajo hacerlo sin dar detalles sobre la historia en sí, lo cual es contrario a lo que pretendo con mi análisis. Como resumen, diré la impresión general que me deja Madame Bovary: es una historia lenta, que avanza a paso tranquilo, tan tranquilo que puede llegar a ser desesperante, pero una vez superado determinado umbral, se despliega el núcleo fundamental de la misma y aumenta la complejidad, llegando hasta un final tan lógico como inevitable, lo cual no hace sino aumentar la belleza de la historia.
                Obra no apta para lectores de best-sellers que buscan acción desde las primeras páginas.

lunes, 5 de noviembre de 2012

Sin noticias de Gurb, de Eduardo Mendoza

                Esta novela corta comenzó mediante entregas en un diario y finalmente fue publicada como novela en 1991. El autor barcelonés Eduardo Mendoza ambienta la historia en esa Barcelona pre-olímpica, y con un toque de humor y crítica social, da forma a las disparatadas vivencias de dos extraterrestres que aterrizan cerca de la ciudad y cuentan su experiencia según su propia visión de lo que sucede.
                La historia está narrada en forma de diario, donde el extraterrestre protagonista va anotando los hechos acaecidos y la hora a la que sucedieron. Tras el aterrizaje,  la desaparición de uno de los extraterrestre origina su búsqueda por parte del protagonista, y esa es la trama principal de la novela.
                La visión del protagonista impregna de subjetividad el relato, y su candidez es la que da ese toque humorístico a la realidad que se presencia. Sin embargo, estamos en 2012, y hace ya más de veinte años de la publicación de la obra. Suele suceder con las obras humorísticas que aguantan mal el paso del tiempo. Están escritas en un momento determinado y muestran la realidad de ese momento. Eso hace que las personas que vivieron ahí, vean un reflejo de la sociedad de entonces que les haga sentir nostalgia y apreciar los toques humorísticos, pero por otra parte, los que no conocieron ese entorno, perderán gran cantidad de detalles de la obra, como ha sido mi caso. Aunque he pasado un momento entretenido con su lectura, hay ciertos pasajes que me han parecido desfasados, con una sensación parecida a la que deja ver una película que en su momento nos pareció soberbia y, años después, se vuelve a ver y se aprecian cantidad de fallos o detalles que ya no tienen cabida en el mundo actual.
                El ritmo es frenético, todos los hechos se suceden sin tregua. Si a eso se añade que la obra no es muy extensa (144 páginas), nos queda una novela que puede ser leída tranquilamente en una tarde.
                Hasta el momento, es la única obra del autor que he leído. No me ha parecido gran cosa, pero me ha gustado ese estilo fresco y natural. Además, pese a lo absurdo y subjetivo del argumento, oculta una reflexión sobre la sociedad de esa época no tan lejana que, siendo objetivos, no ha cambiado apenas desde entonces (al menos en el fondo, no así en la forma).

jueves, 4 de octubre de 2012

Desgracia, de J. M. Coetzee

                El autor sudafricano John Maxwell Coetzee es de uno de los pocos de su continente que cuenta con el Premio Nobel de Literatura. La obra que voy a analizar, Desgracia, fue galardonada con el premio Booker.
                No estamos ante una historia alegre. Cuando se acaba la lectura, queda una sensación parecida a la que se siente al leer alguna obra de Miguel Delibes. Tal vez no tan llevada al extremo, pero sin duda, una historia que remueve algo en el interior del lector.
                El narrador va siguiendo al protagonista, David Lurie, un profesor de Universidad viejo y cansado, cuyo trabajo le produce hastío. Pese a la normalidad de su vida (dentro de sus estándares), no tarda mucho en producirse un gran cambio. Por obra de su incontenible impulso sexual, acaba condenado por acosar a una alumna, es ahí donde sucede la “Desgracia” que da título a la obra, porque desde entonces, toda la historia es un deambular del protagonista sin rumbo, un viaje a ninguna parte, sin estímulo para forjar una nueva vida, dejándose llevar.
                Respecto a los personajes, por medio de sus actos se van adivinando sus personalidades. Complejos, con distintos intereses. Muy humanos. Esto da lugar a muchos conflictos dentro de la historia, a malentendidos, a falta de entendimiento. En este aspecto, el autor ha conseguido un difícil objetivo.
                Los temas que trata son diversos, pues dentro de la historia se habla de marginación, de abuso de poder, de cambios sociales, de cómo encajar la llegada de la vejez, de cómo aceptar que el futuro no parece que vaya a ser mejor que el presente, de toda una vida trabajando que no deja recuerdo alguno que valga la pena, de cómo algo que se emprende con gran ilusión, acaba siendo una enorme pérdida de tiempo al final. Dentro de la historia está todo eso, y mucho más.
                El ambiente, en este caso tiene lugar en una ciudad y también en una zona rural de Sudáfrica. Es de gran relevancia en el planteamiento de la historia, ya que la forma de vida y los cambios sociales que parecen avecinarse quedan muy bien encajados por medio de las vivencias del protagonista.
                Es fácil sentirse identificado con los personajes, y también es fácil odiarlos. Durante la historia, algunos momentos mostrarán su lado más humano, otras veces su lado más ruin, y, como humanos que son, tomarán decisiones equivocadas, o se meterán en embrollos sin saber que iban a parar ahí.
                Me ha parecido una historia interesante, aunque melancólica. Sin embargo, hay momentos que me daba la sensación de que había pausas, que se detenía el avance, que estaba leyendo sin que pareciera que iba a llegar a ningún sitio, aunque esas pausas eran pasajeras. De cualquier forma, al no ser una obra larga, al terminarla deja la sensación de contener mucho en muy poco espacio. Muchas reflexiones, muchos hechos para reflexionar. Una historia muy recomendable para esos momentos en que la rutina nos abruma, porque esta lectura activará algunas fibras sensibles de las que están adormecidas.

lunes, 1 de octubre de 2012

Balzac y la joven costurera china, de Sijie Dai

                Esta novela del autor chino Sijie Dai está ambientada en la china comunista de Mao Zedong de los años setenta. Fue el mismo autor el que dirigió la versión cinematográfica.
                Escrita con un estilo impoluto, narra de forma cínica y, a ratos, humorística, la historia de dos jóvenes estudiantes que son enviados a una aldea de las montañas cerca de la frontera del Tíbet, a su proceso de “reeducación”. Es necesario aquí hacer un apunte histórico sobre el ambiente de la novela, ya que, efectivamente, Mao implantó un sistema en el que convirtió a los campesinos en tutores y maestros de la gente más “civilizada”, la gente de la ciudad, estudiantes, intelectuales. Los envió al campo para reeducarse, a la vez que se prohibían las manifestaciones culturales y todas las influencias occidentales. Esto sirvió, entre otras cosas, para aplacar y restar poder a los que se oponían al régimen. Este sistema, mal copiado en Camboya, originó una barbarie de tal magnitud que los libros de Historia se avergüenzan de tenerlo escrito en sus páginas. El propio autor vivió este proceso de reeducación en China, por lo que la novela tiene tintes autobiográficos.
                Como decía, la historia trata de las vivencias de esos dos estudiantes durante su periodo de reeducación. Está narrada desde el punto de vista de uno de ellos, como si fuera un diario. A través de sus ojos, queda reflejada la vida en la aldea, los trabajos que llevaban a cabo, sus relaciones con los campesinos y, sobre todo, la represión y el miedo a que son sometidos.
                Es imposible dar más detalles de la historia sin fastidiar la lectura, así que no ahondaré. Simplemente apuntaré que es una historia bella, de las que deja un poso tras su lectura que da la sensación de haber estado allí, acompañando a los protagonistas. A pesar de la dureza de las condiciones de vida en esa zona, la forma en que los personajes afrontan sus vivencias, aferrados a sus ideales, hacen que la vida sea más llevadera.
                Hay novelas en las que el ambiente es un personaje más. Eso sucede en ésta. Es uno de los principales. Su relación con los demás así como su presencia, es una parte indispensable de la historia. El resto de personajes, pese a no estar descritos con exhaustividad, es fácil distinguirlos por sus actos, e imaginarlos con gran lujo de detalles.
                El tiempo es un factor que no está presente en la novela. Los acontecimientos van sucediendo y son narrados en orden, pero no hay alusiones al tiempo que pasa entre un hecho y el siguiente. Es un detalle importante, que deja otra lectura, y es que la rutina de la vida allí es sólo quebrantada por esas vivencias que se narran.
                Dado que no es una novela demasiado larga (192 páginas), y puesto que está escrita de tal forma que su lectura es como un paseo, recomiendo esta obra. Es una forma de trasladarse a otro lugar y otro tiempo, desconectar de nuestra vida presente para vivir esa historia. Además, para los amantes de la literatura, se verán reflejados en determinados momentos de la obra y sentirán, tal vez como he sentido yo, un extraño tipo de nostalgia difícil de explicar.

miércoles, 26 de septiembre de 2012

El extranjero, de Albert Camus

                El extranjero está catalogado como una de las mejores obras del escritor francés Albert Camus. Nacido en Argelia, donde vivió durante varios años, es ahí donde tiene lugar la historia narrada en esta novela, en Argel, la capital del país.
                A lo largo de sus 160 páginas, el narrador nos cuenta en primera persona su vida, una vida a simple vista totalmente normal. La historia comienza con su visita al asilo donde acaba de morir su madre, hecho que tendrá mucha relevancia en otra parte de la novela.
                La historia trata de la vida en su vecindario. Parece un argumento simple y aburrido, pero nada más lejos de la realidad. La exposición de esta vida normal y poco estimulante está escrita redactando los hechos que suceden. Hay pocas referencias al ambiente y muchas a las reflexiones personales o al modo en que el protagonista asimila el mundo que lo rodea. La historia avanza hasta un final apoteósico que se sostiene y se justifica precisamente en toda la rutinaria exposición del principio de la novela. Es ese final el que da sentido a la historia, y está plagado de reflexiones sobre ciertas cuestiones, junto con frases que caen como una losa sobre los argumentos que se exponen.
                El tema de esta obra, pese a su corta extensión (para mí es de corta extensión todo lo que no supera las 200 páginas), es complejo y profundo. La forma de asimilar el mensaje que transmite dependerá de la experiencia del lector, pero se podría decir que trata sobre la justicia y también sobre la injusticia. Trata también de la religión y su papel en el mundo actual, de los sentimientos, de la información o la desinformación.
                La historia está plagada de preguntas abiertas, dejadas ahí por el autor sin responder, para que el propio lector saque sus conclusiones. El autor simplemente expone unos hechos y es el lector el que tiene encontrar su sentido.
                Los personajes son parte del decorado, salvo el protagonista, al que se irá conociendo a partir de su comportamiento. Es una historia interior, no hay grandes aventuras ni lugares exóticos. Sólo hay vivencias. Y sólo al final de la historia se podrá averiguar el porqué del título.
                El ritmo de la historia es ágil. No hay apenas pausas en el avance hasta el desenlace.   
                Tomando la novela como un conjunto, diré que es muy recomendable su lectura. Las conclusiones que saque cada lector pueden ser muy diferentes entre sí, pero creo que a nadie defraudará esta obra. Da que pensar. Otro punto a su favor es su poca extensión, con la que el autor nos demuestra que no es necesario derramar ríos de tinta para poner en debate algunas cuestiones importantes y controvertidas. Eso es algo que cualquier lector agradece, cuando no aparecen más hechos ni más descripciones que las estrictamente necesarias para causar el efecto que desea el autor. Y para eso hace falta ser buen escritor.
                Y por eso recibió el premio Nobel de Literatura.

viernes, 21 de septiembre de 2012

Danza de dragones (Canción de hielo y fuego 5), de George R. R. Martin

                Hacer una reseña de Danza de dragones sin comentar también el resto de la saga Canción de hielo y fuego es un poco absurdo, así que esta reseña se refiere a toda la historia publicada hasta el momento (5 partes), a falta de dos partes más para la conclusión de la saga.
                El autor norteamericano George R. R. Martin ha basado su obra en la literatura fantástica y de ciencia-ficción. Cuenta en su haber con numerosos premios como el Locus, Nébula y Hugo por toda su obra.
                La saga comenzó en 1996 con la publicación de Juego de tronos, que no llegó en español hasta el 2002. También han sido publicadas, de forma paralela a la saga, algunas historias, precuelas que ocurren en el mismo mundo.
                La historia tiene lugar en un mundo ficticio, medieval, dividido en varios reinos con sus respectivos señores, caballeros, torneos y demás ingredientes típicos de la antigua novela de caballerías como la que hizo perder la cabeza a Alonso Quijano. Sin embargo, ese mundo cuenta con alguna particularidad: las estaciones suelen durar varios años, y en el momento en que comienza la historia, todo parece indicar que se acerca el invierno, y una amenaza empieza a extenderse desde el norte, donde un gigantesco muro aísla a los reinos sureños de esa amenaza que tantos estragos causó en el pasado.
                El ambiente está recreado con un despliegue de detalles que hacen fácil sumergirse en ese mundo de castillos, bosques, mares tormentosos, desiertos y tierras heladas. Las abundantes descripciones logran poner ante el lector el paisaje donde se desenvuelve la historia. En cuanto a la historia, transcurre de forma lineal, aunque con algunas alusiones a hechos sucedidos en el pasado. Cada capítulo está dedicado a un personaje y la historia se verá desde su punto de vista. Después, la historia avanzará en el siguiente capítulo desde el punto de vista de otro personaje, y así sucesivamente. Es una obra con numerosos protagonistas, lo cual es imprescindible dada la cantidad de situaciones y la extensión de la historia. No es una novela para encariñarse con ningún personaje, pues no hay buenos ni malos. Cada personaje tiene sus particularidades y están muy bien definidos y diferenciados. Cada uno será capaz de actos heroicos y también de actos repulsivos, y ése es uno de los puntos más fuertes de esta novela: la no existencia del héroe bueno y guapo que persigue fines honorables y vence cualquier tipo de adversidad. El que espere encontrar eso en Canción de hielo y fuego, lo lleva claro.
                El autor, que también ha ejercido de guionista, sabe bien cómo contar la historia, y tengo que reconocer que a mí me ha cautivado, razón por la cual, al empezar con Juego de tronos, tuve que seguir con Choque de reyes, Tormenta de espadas y Festín de cuervos. Pese a la gran extensión de cada parte (más de 800 páginas cada uno de los cuatro), no me duraron ni un mes, y tuve que esperar más de un año a que apareciera en el mercado Danza de dragones, que acabo de terminar y me temo que tendré que esperar varios años más hasta ver en mis manos los dos que aún faltan. La historia engancha, porque el ritmo es frenético, hay giros argumentales a cada paso de los que hacen al lector levantar la vista del libro y gritar: ¿Por qué? ¿Por qué?
                La historia es muy compleja, y como no es mi intención dar detalles, sino sólo decir de qué trata, se podría decir que comienza con las disputas entre los distintos reinos en la lucha por el poder. Los ingredientes usados son la traición, las conspiraciones, la corrupción, la violencia (respecto a este punto, el autor no ha escatimado detalles grotescos, por lo que no la recomiendo a gente sensible), sexo y cualquier tipo de depravación está presente a lo largo de la historia. El realismo de cada escena, sea de lo que sea, es apabullante, ya sea una guerra, un torneo, una negociación o una escena de cama.
                Ahora toca la parte a lo que, personalmente, menos me ha gustado de la obra. ¡Ojo! Que sea lo que menos me ha gustado no quiere decir que sea malo o que esté mal hecho, sino que simplemente no me ha gustado tanto como lo demás:
                Al principio, la cantidad de personajes, señoríos y parentescos me resultó abrumador. Si bien es cierto que conforme va avanzando la obra, se acaba familiarizándose con ellos, antes es fácil perderse, pese a que al final del libro aparece un detalle de las dinastías y el árbol genealógico de cada una.
                Otra cosa más: al comenzar, hay elementos fantásticos y sobrenaturales, pero son mínimos. Eso dota a la obra de un gran realismo, es fácil creerse ese mundo en que sólo unos pequeños detalles lo hacen distinto al mundo real. Sin embargo, al avanzar, y sobre todo en el último, en Danza de dragones, aparecen ya muchos más ingredientes fantásticos en la historia, lo que marca un punto de inflexión. No es que empeore, es simplemente que cambia. Aparte, en esta última parte, avanza también el conocimiento de las distintas religiones, a las que anteriormente sólo se hacían referencias vagas.
                Algunos se quejan de que la historia va lenta, que parece que no arranca. A mí no me lo ha parecido así. Yo lo que veo es que la historia tiene su propio ritmo, pero hasta que no acabe las siete partes no se podrá hacer una valoración en conjunto. Hasta el momento, no se me ha hecho aburrida. Creo que es fácil de leer pese a su extensión y bastante entretenida. Hay quienes la comparan con El Señor de los anillos, pero lo que creo es que intenta meterse en ese saco a toda la literatura fantástica que es buena, como si fuera un sucedáneo o un hermano pequeño, pero no tiene nada que ver. Son del mismo género, eso es lo único que tienen en común. Ni es mejor una ni es peor la otra. Son distintas, simple y llanamente.
                Como resumen diré que no es una obra para niños. Algunos adultos incluso pueden que les cause repulsa la brutalidad de algunas situaciones, pero la historia es interesante, compleja, está muy bien tejida y la calidad literaria es más que aceptable.
                Esperemos que el autor no se demore mucho en dar a luz lo que falta de la historia, porque tal y como va hasta ahora, puede acabar de cualquier forma. En cuanto a la serie de televisión de HBO, está bastante conseguida, pero como de costumbre, yo recomiendo leer la historia, que es mucho más compleja que lo que la pantalla presenta, lo cual es lógico. No se puede condensar 900 páginas escritas en 10 horas de imágenes sin perder detalles.