Pórtico es la primera novela de la
tetralogía que forma la Saga Heechee del escritor estadounidense Frederik Pohl.
Fue publicada en 1977, y fue galardonada, entre otros, con los premios Hugo y
Nébula. Tiene una extensión de 368 páginas.
Tras haber
leído Artemisa, de Andy Weir, y
haberme llevado una decepción, quizás por lo mucho que me había gustado El marciano (lamento no haber hecho la
crítica de Artemisa. No la pude hacer
en su momento, y ahora ya no tengo tan frescos los detalles como para hacer una
crítica ajustada), pues bien: empecé con otra obra de la lista de “pendientes” del
género de Ciencia Ficción para intentar olvidar la impresión de “obra normalita”
que me había dejado mi anterior lectura. La elección fue Pórtico, y ha cumplido sus expectativas.
Sin
revelar más detalles de los que se indican al principio de la novela, la
historia tiene su punto de partida en el descubrimiento de los restos de una
antigua civilización alienígena en Venus, los Heechee, de los cuales no se
tiene más rastro que los objetos que han dejado. Esos hallazgos propician el
posterior descubrimiento de un asteroide en cuyo interior hay una flota de
naves espaciales intacta, lista para viajar por toda la galaxia. Añadiré sólo
un detalle más: al no haber más vestigios que los objetos alienígenas
encontrados, sin documentación ni comunicaciones, la Humanidad no tiene ni las
más remota idea de qué es todo lo que encuentra, para qué vale, cómo funciona
ni cómo era quien lo hizo, por lo que la investigación se hace por el más
rudimentario de los métodos: ensayo y error.
El
protagonista es, a su vez, el narrador de la historia. Robinette Broadhead, que
decide viajar a Pórtico y abandonar la Tierra, con la esperanza de unirse al
grupo de aventureros que exploran la galaxia con las naves Heechee encontradas
y hacerse rico. Esta novela, pues, es la historia de su particular odisea,
contada por él mismo.
La
trama está partida. Por una parte, el presente, en el que el protagonista narra
sus sesiones con un robot/inteligencia artificial que es su psiquiatra. Esos
capítulos se van alternado con otros capítulos del pasado, y conforme la
historia avanza, ambas tramas convergen al final.
Los
personajes no están muy desarrollados, ni siquiera el protagonista, pero
tampoco es necesario en esta historia. Aun así, me chirrían algunos rasgos de
la personalidad de los mismos, que me han parecido algo forzados. Los
personajes secundarios, de algunos se sabe poco más que el nombre. Como digo,
tampoco es un defecto grave.
El
ambiente está muy conseguido. Pese a no dar demasiados detalles a veces,
aparecen los suficientes para que el lector se sumerja en la historia y vea
cómo es la vida en Pórtico, cómo funciona, qué se hace ahí, y qué se puede
esperar. Muchas veces, en la Literatura, con conseguir sólo lo de hacer al
lector viajar a otro lugar extraño, ya se ha conseguido un gran hito, y en esta
novela lo consigue, además de otras cosas.
El tema
principal es la exploración espacial y sus costes. Se puede hacer un
paralelismo con las expediciones de la época de los grandes descubrimientos, y
en esta historia se pone de manifiesto lo costoso que es para la Humanidad
alcanzar nuevos horizontes.
Hay
algo que he echado en falta durante la lectura: el punto de partida es muy
bueno, abre paso a un abanico de posibilidades que, conforme se avanza en la
historia, he sentido que se iban comprimiendo y cerrando. Sin embargo, una vez
leída la novela completa, es comprensible que quede la sensación de que la
historia podía dar más de sí. Y está bien como está.
Si
queréis vivir por un momento una historia de arqueología espacial con algunas
reflexiones interesantes, os recomiendo esta novela. Posiblemente seguiré con
el resto de la saga, aunque si no lo hago, tampoco me quedo con la sensación de
que sea necesario, pues la novela es casi autoconclusiva.
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