En 1922
se publicó la novela Siddhartha, del
alemán Hermann Hesse, al cual se le concedió el premio Nobel en 1946.
La
novela está ambientada en la India, lugar donde el autor había vivido durante
algún tiempo. Narra la vida del protagonista, Siddhartha, un joven cuyas
inquietudes filosóficas lo llevan a una búsqueda interior que dibuja la trama
principal de la historia.
El
narrador en tercera persona sigue al protagonista en su camino, a veces
mostrando lo que sucede en su entorno, y otras veces mostrando el interior del
personaje. En cuanto a los personajes, tan importante es el protagonista como
el resto, con quien se cruza en su camino.
De una forma u otra, acabarán formando parte de su búsqueda, haciendo
que avance tanto la historia como la sabiduría de Siddhartha, convirtiéndose en
mentores, sepan o no que lo son.
El tema
tratado, la búsqueda de uno mismo, es el mismo que también expuso el autor en Demian, aunque en este caso la historia
es muy distinta, y la ambientación también. Quizás en Demian se reflejaba muy bien el paso por las distintas etapas de la
vida, desde la niñez a la adolescencia y después a la madurez, mientras que en Siddharta queda mejor reflejado cómo la
búsqueda de la sabiduría hace al protagonista madurar poco a poco.
El ambiente
queda relegado a un segundo plano. La historia tiene lugar en un sitio
intemporal, donde sólo la exposición de los lugares y los personajes conforman
el escenario en que se mueve el protagonista.
Con 216
páginas en la edición de bolsillo, es una lectura rápida, para una tarde larga
o para un par de días. El autor, con su particular estilo poético y filosófico
del que ya disfruté en Demian y El lobo estepario, expone interesantes
reflexiones, utiliza innumerables metáforas, y, en general cuestiona todo lo
que los personajes de la historia saben o creen que saben.
No es
una historia de acción, sino de reflexión. Muestra una actitud ante la vida y
sus enseñanzas que me ha gustado bastante. Hace que se observe a la realidad
con otros ojos. Diría que es una historia distinta, una historia donde el personaje
tiene unas vivencias que hacen al lector interesarse por qué sucederá a
continuación, pero en realidad, lo que pretende la historia es que el lector se
preocupe más por cómo afectará al protagonista lo que suceda a continuación,
sea lo que sea. Y lo que sucede al protagonista es… la vida misma.
No se
encuentran en Siddhartha cambios bruscos en la trama, ni momentos de suspense,
ni otros artificios literarios que mantengan al lector en vilo. Sin embargo, la
fluidez de la lectura hace que, además de acabarse rápido, transmita unas
reflexiones que dejarán huella en el lector.
No
diría que es una obra soberbia, de hecho disfruté más con otras obras del mismo
autor, pero la recomiendo.