jueves, 29 de septiembre de 2016

Siddhartha, de Hermann Hesse

                En 1922 se publicó la novela Siddhartha, del alemán Hermann Hesse, al cual se le concedió el premio Nobel en 1946.
                La novela está ambientada en la India, lugar donde el autor había vivido durante algún tiempo. Narra la vida del protagonista, Siddhartha, un joven cuyas inquietudes filosóficas lo llevan a una búsqueda interior que dibuja la trama principal de la historia.
                El narrador en tercera persona sigue al protagonista en su camino, a veces mostrando lo que sucede en su entorno, y otras veces mostrando el interior del personaje. En cuanto a los personajes, tan importante es el protagonista como el resto, con quien se cruza en su camino.  De una forma u otra, acabarán formando parte de su búsqueda, haciendo que avance tanto la historia como la sabiduría de Siddhartha, convirtiéndose en mentores, sepan o no que lo son.
                El tema tratado, la búsqueda de uno mismo, es el mismo que también expuso el autor en Demian, aunque en este caso la historia es muy distinta, y la ambientación también. Quizás en Demian se reflejaba muy bien el paso por las distintas etapas de la vida, desde la niñez a la adolescencia y después a la madurez, mientras que en Siddharta queda mejor reflejado cómo la búsqueda de la sabiduría hace al protagonista madurar poco a poco.
                El ambiente queda relegado a un segundo plano. La historia tiene lugar en un sitio intemporal, donde sólo la exposición de los lugares y los personajes conforman el escenario en que se mueve el protagonista.
                Con 216 páginas en la edición de bolsillo, es una lectura rápida, para una tarde larga o para un par de días. El autor, con su particular estilo poético y filosófico del que ya disfruté en Demian y El lobo estepario, expone interesantes reflexiones, utiliza innumerables metáforas, y, en general cuestiona todo lo que los personajes de la historia saben o creen que saben.
                No es una historia de acción, sino de reflexión. Muestra una actitud ante la vida y sus enseñanzas que me ha gustado bastante. Hace que se observe a la realidad con otros ojos. Diría que es una historia distinta, una historia donde el personaje tiene unas vivencias que hacen al lector interesarse por qué sucederá a continuación, pero en realidad, lo que pretende la historia es que el lector se preocupe más por cómo afectará al protagonista lo que suceda a continuación, sea lo que sea. Y lo que sucede al protagonista es… la vida misma.
                No se encuentran en Siddhartha cambios bruscos en la trama, ni momentos de suspense, ni otros artificios literarios que mantengan al lector en vilo. Sin embargo, la fluidez de la lectura hace que, además de acabarse rápido, transmita unas reflexiones que dejarán huella en el lector.
                No diría que es una obra soberbia, de hecho disfruté más con otras obras del mismo autor, pero la recomiendo.

                

miércoles, 21 de septiembre de 2016

Bajo la misma estrella, de John Green

                Bajo la misma estrella, del estadounidense John Green, fue publicada en 2012. Consta de 304 páginas, y podría encuadrarse dentro del género de literatura juvenil y romántica.
                La trama principal es una historia de amor entre adolescentes. No hay elipsis, no hay flasbacks. Todo transcurre cronológicamente, contado por la protagonista, que es la que narra la historia en primera persona.
                Los personajes principales son Hazel Grace, una chica de dieciséis años enferma de cáncer, que necesita apoyo para poder respirar, lo que hace que siempre vaya acompañada de su bombona de oxígeno, y Gus, un chico al que conoce en una reunión para adolescentes enfermos de cáncer (y que, por consiguiente, también sufre algún menoscabo físico). Pese a no ser unos personajes que estén muy desarrollados, son funcionales, o sea, que hacen que la historia gire en torno a ellos. Digo esto porque hay algunos fallos importantes en su diseño, aunque opino que los puntos fuertes los contrarrestan. Como fallos, diré que son personajes relativamente irreales. No se muestra el sufrimiento físico que da lugar a las reflexiones filosóficas (algunas mejor conseguidas que otras) sobre su estado. En cuanto a las reflexiones, puede resultar poco creíble la clarividencia de los protagonistas respecto a su situación. Ese “optimismo pesimista” como lo llamaría yo, no concuerda con su edad. Pero, como digo, queda contrarrestado lo interesante de ciertos argumentos con la poca credibilidad de quien los emite. Por otra parte, los personajes muestran una realidad contundente y bien expresada, al margen de la propaganda bien-pensante de hoy día y de “lo que no veo, no existe”. Es decir, ven las cosas como son, no como deberían ser.
                Ése es el punto de partida para crear un ambiente donde la enfermedad es el escenario donde transcurre la historia de amor. Un escenario en el que hay familiares y amigos moldeados por esa situación, y que, sin estar excesivamente desarrollados, cumplen su función de adornar la historia y darle realismo, enriqueciéndola y aportando nuevos matices.
                Como novela juvenil, es una historia de la que los adolescentes pueden sacar bastante jugo, y los adultos también, aunque menos. Por ejemplo, me ha gustado una de las frases que se repite varias veces: “El mundo no es una máquina de conceder deseos”, y algunas otras reflexiones y situaciones que me han hecho pensar. Flojea un poco el trasfondo de la historia de amor, pero se puede disculpar.
                El estilo, pese a lo comentado anteriormente sobre la narradora, es bastante adecuado. Hace fácil la lectura, y no se hace pesada en ningún momento. Y en cuanto al ritmo, no he tenido la sensación de que hubiera pausas o aceleraciones innecesarias.

                Por algunos comentarios leídos sobre esta obra, tenía entendido que había tragedia y humor, pero yo tengo que reconocer que no me he reído leyendo Bajo la misma estrella, y, sin embargo, en algún momento casi me hace llorar, es decir, que sí he sentido la tragedia, pero el humor no lo he considerado tal. No caigamos en la tentación de pensar que una obra que consigue estremecerte es una obra maestra, porque, como ya digo, cuenta con algunos fallos. Pero me ha parecido buena. No soberbia, simplemente buena. Y lo es porque no es muy larga, y porque consigue dibujar un mundo con el que es fácil conectar. En algún momento chirría, pero la mayor parte de la lectura merece la pena.              

viernes, 16 de septiembre de 2016

Guerra mundial Z, de Max Brooks

                En 2006 se publicó la novela Guerra mundial Z, del estadounidense Max Brooks. Con 464 páginas, es la continuación o complemento de Zombi – guía de supervivencia, la cual no he leído.
                La historia trata sobre la investigación llevada a cabo por un observador de la ONU, el cual ha realizado una recopilación de testimonios de algunos de los supervivientes de una guerra de escala mundial contra los zombis.
                La novela está estructurada en forma de entrevistas, en la que cada capítulo es el testimonio de un personaje concreto, de un lugar del mundo concreto, que cuenta en primera persona su experiencia. Dichos testimonios están organizados de forma cronológica, así que la trama va avanzando desde que comienza la infección hasta que se extiende, pasando por cómo afecta al mundo, qué hace la humanidad contra esa plaga, y cómo se erradica.
                La elección de esta forma de narración, si bien resta misterio a la historia al saber que los narradores han sobrevivido, por otra parte cuenta con el punto fuerte de mostrar ese apocalipsis desde múltiples y muy distintos puntos de vista.
                El ambiente está muy logrado. Partiendo de una visión global de la política, religión, valores humanos, etc., se muestra cómo cambia todo, cómo evoluciona (o involuciona). Hay abundantes descripciones técnicas de armamento, técnicas de supervivencia, problemas que podrían aparecer en caso de una hipotética apocalipsis de ese estilo, etc. A veces cae en determinados clichés para diferenciar las partes del mundo o los personajes, y hay un excesivo protagonismo estadounidense, pero salvo por esos pequeños detalles, el lector tendrá una buena visión de cómo cambia el mundo y la transición desde el punto “A” en que comienza la historia hasta el punto “B” en que acaba.
                Los personajes, como he dicho, son muy dispares. Quizás por la forma elegida de narración, o quizás porque el protagonista principal y nexo común de la historia sean los zombis, en general son personajes muy homogéneos. Se les ha intentado dar profundidad, pero la longitud de los capítulos hace que al lector le cueste empatizar lo suficiente, ya que el capítulo se acaba y se cambia de personaje. ¡Ojo! Las historias, sin embargo, son muy heterogéneas, y ahí es donde está la brillantez de esta novela. Cambios de escenario, cambio de circunstancias (geográficas, climatológicas, sociales…), pero mismo enemigo y mismos problemas, aunque adaptados a la situación. Aunque hay una predominancia de las historias militares, esto no afecta a la novela, porque es lógica tal predominancia dado el tema que se trata.        
                El ritmo es adecuado. La historia avanza saltando de localización geográfica y personaje, pero mostrando claramente una evolución lenta hacia un desenlace. En cuanto al susodicho desenlace, me ha parecido algo precipitado y poco documentado, pero el conjunto hace que no quite demasiado brillo a la historia.
                Es la primera novela de temática zombi que he leído, y sinceramente, me ha gustado. Me ha cautivado el formato de historias cortas, lo que ha hecho muy amena la lectura, y me ha transportado a distintos lugares basados en lugares reales de la actualidad, y me ha mostrado un “¿Qué pasaría si…?” que me ha mantenido enganchado de principio a fin.  

Aunque sigo siendo escéptico sobre la calidad de muchos bestsellers, en este caso no me he sentido defraudado. Y en cuanto a la película del mismo nombre, recuerdo que, salvo el argumento de la historia, no tenía demasiado que ver con la novela, por lo que, como siempre, y al margen de que una u otra sea mejor o peor (son distintas formas de arte), recomiendo la lectura.            

viernes, 2 de septiembre de 2016

La vieja guardia, de John Scalzi

                La vieja guardia se publicó oficialmente en 2005, y fue nominada al premio Hugo en 2006. Con 304 páginas, es la primera novela de la saga del mismo nombre “La vieja guardia”, del escritor estadounidense John Scalzi, y que actualmente, en 2016 consta de 5 novelas. Esta reseña se refiere únicamente a la primera novela de la saga.
                Nos encontramos ante una novela de ciencia ficción. La historia comienza en el momento en que un anciano de 75 años decide enrolarse en las Fuerzas de Defensa Coloniales, un ejército creado para defender la expansión humana por el Universo. Este protagonista, que es también el narrador, nos muestra al principio de la historia su total desconocimiento de lo que le acontecerá, ya que su alistamiento supone un viaje fuera de la Tierra de sólo ida, sin retorno. Eso hace que tampoco tenga referencias de qué le espera, ya nadie de los que lo precedió ha vuelto.
                El protagonista, con una vida entera a sus espaldas, se embarca en un viaje a lo desconocido, con la única compañía de su experiencia, su sentido del humor y otros ancianos que, como él, deciden seguir el mismo camino.
                Los personajes de la novela son planos, no tienen apenas profundidad. Ni siquiera el protagonista-narrador, que, pese a cumplir bien su función en ambos papeles, no está tan desarrollado como podría estarlo. Sin embargo, esto no llega a ser un defecto, ya que en conjunto, la obra acaba siendo “funcional”, es decir, que cumple su función, sin altas pretensiones.
                El ambiente es también algo pobre en descripciones. El autor deja al lector la tarea de imaginarlo según su criterio, ya que sólo aporta una enumeración o una somera descripción de los lugares donde transcurren los hechos.
                Ahora los dos puntos fuertes de esta novela: por una parte, el ritmo. Frenético, sin pausa. La trama avanza de forma endiablada desde el principio hasta el final de la novela, haciendo que la lectura sea adictiva, y que además, se acabe rápido. Por otra parte, el estilo usado para crear ese ritmo, plagado de sentido del humor (aportación de la personalidad del protagonista).
                El tema principal de esta obra, desde mi punto de vista, es la implicación que tendría poder hacer volcados de memoria desde un cuerpo humano a otro. Otro tema también tratado sería la colonización de un Universo en el que se sabe que hay razas alienígenas que también están interesadas en expandirse (lo que, inevitablemente, provoca conflictos en los que hay que usar la diplomacia o bien la violencia).

                Como lectura, la he vivido como una mezcla entre Las tropas del espacio de Heinlein, El juego de Ender, de Orson Scott Card y la película La chaqueta metálica. Pese a dichos parentescos, me ha parecido una novela original y divertida. Una lectura con la que pasar un buen rato. No es una obra grandiosa, pero es buena. Tendré que seguir con la saga para hacer una valoración en conjunto.