lunes, 7 de octubre de 2013

En busca del unicornio, de Juan Eslava Galán

                En busca del unicornio, del jiennense Juan Eslava Galán, fue Premio Planeta en 1987 y, hasta el momento, es la única novela galardonada con dicho premio que puedo decir que me ha gustado (me falta la última de Lorenzo Silva, La marca del meridiano, que si sigue con la calidad de anteriores entregas de la saga, supongo que tampoco estará mal).
                En cuanto a este autor, creía que no lo conocía, pero sí. Con el seudónimo de “Nicholas Wilcox” publicó, entre otras obras, la “Trilogía templaria”, la cual leí hace bastantes años y me pareció bastante entretenida. De hecho, hay cierto paralelismo entre En busca del unicornio y la primera novela de la trilogía, Los falsos peregrinos. En este caso, cuando el autor firma con su nombre original, según mi opinión, la obra es de mejor calidad.
                En busca del unicornio se puede catalogar como novela histórica, ambientada en el siglo XV durante el reinado de Enrique IV el Impotente. Precisamente el apodo del monarca es el que da lugar a la historia, ya que para curar su virilidad maltrecha, manda una expedición a buscar el objeto que le ayudará a conseguirlo: un cuerno de unicornio. Es ahí donde entra en juego el protagonista, Juan de Olid, que será el encargado de dirigir la expedición, compuesta por un fraile, un traductor y un grupo de ballesteros, así como otras personas necesarias para dar con el animal (y no cuento más).
                La novela es toda ella un viaje en busca del unicornio, y el protagonista narra sus vivencias, que lo llevarán desde el reino de Castilla hasta lo más profundo de África, terreno que por entonces permanecía desconocido para la totalidad de los expedicionarios (y para los coetáneos de los expedicionarios).
                Merece especial mención el ambiente. Creado a base de rigurosas descripciones paisajísticas y de los personajes que pueblan la obra, ha sido cuidada hasta el extremo de adaptar la narración y las conversaciones al castellano antiguo, y ello sin perjudicar el entendimiento de la lectura ni haciéndolo pesado. Gracias a las expresiones, las reflexiones y la forma de comunicarse, es muy fácil meterse dentro de esa época y esos lugares que el narrador describe.
                En cuanto a los temas tratados, son varios, y -esto es opinión personal-, la conclusión que se saca al terminar la novela, puede ser muy distinta de un lector a otro. En mi caso, he encontrado que esta obra habla del deber, de la disciplina, de aventura, de lucha contra el ambiente y contra uno mismo. Habla de añoranza, de cambio, de nostalgia. También de ignorancia y adónde puede llevar la misma, e injusticia (totalmente opuesta al maniqueísmo que tanto odio, por irreal).
                Cuando cae en mis manos una obra de este calibre, es cuando me doy cuenta del daño que hacen los best-sellers malos (porque no todos lo son, que alguno se escapa) a las historias y a la literatura en general,, porque como ésos (los best-sellers malos) se escriben con un manual (pregúntenle a Dan Brown), en esta novela, el lector está todo el rato esperando ese momento Deus ex machina que lo arreglará todo por arte de magia, y no lo hay. Porque en esta obra pasan las cosas que pasan, y lo que no pasa, no pasa. Pero no le pasan cosas buenas a los buenos y malas a los malos y al final todo queda en equilibrio. El que busque eso, que lea La caída de los gigantes, por ejemplo.
                Sin dar más detalles, diré que me ha encantado. Es una de esas historias que te transporta a otro tiempo y a otro lugar, y en mi caso me he visto acompañando a la expedición y compartiendo sus aventuras y sus vivencias.
                El estilo, aparte del uso del castellano antiguo, es humorístico a veces, pero generalmente es serio, quedando muy bien definidos los rasgos psicológicos y pensamiento de la época, no sólo del protagonista, sino de todos los personajes que pueblan la historia.
                Sólo puedo decir dos palabras que lo resumen todo: muy recomendable.

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