El género de ciencia-ficción siempre me ha parecido un filón muy interesante a explotar, y de vez en cuando surgen algunas joyas que, con una visión futurista, tratan temas profundos de una forma insólita, o bien no pasan de lo superficial, pero contando una historia tan interesante que mantiene al lector en vilo, expectante de lo que sucederá a continuación.
Tras esa introducción al género, esta vez nos centramos en El juego de Ender. Éste es el primer libro de una saga que espero acabar en breve, pero en este caso el análisis se centra en esta primera parte.
La historia comienza en un mundo futuro que ha sufrido dos invasiones de unos seres extraterrestres llamados “insectores”. Dichos seres fueron repelidos en la última invasión y durante muchos años no se ha vuelto a saber de ellos, pero el mundo entero forma parte de una alianza que se prepara para una nueva invasión. Es ahí donde entra en juego Ender, el protagonista de la historia. Existe un programa para niños superdotados que pretende convertirlos en los comandantes que dirigirán las naves que habrán de luchar contra los insectores. Tras una selección previa, Ender es incluido en este programa a la edad de siete años, y es enviado al lugar donde tendrá lugar su formación, en una nave en órbita. El núcleo de la historia es la formación que recibe junto a sus compañeros, formación que está basada principalmente en juegos, así como la supervisión que se va llevando a cabo sobre la evolución de los juegos y de los participantes. Toda la historia confluye en un final que me sorprendió y que, desde mi punto de vista, me pareció soberbio.
La historia está divida en capítulos, cada uno de los cuales suele comenzar con la conversación de los supervisores sobre Ender. Después cambia el enfoque, momento en que el narrador sigue contando en tercera persona las vivencias del personaje principal. Hay otra historia paralela que implica a los hermanos mayores de Ender, pero no deja de ser una historia secundaria –aunque no por ello menos interesante-.
En esta obra no destacan las descripciones abundantes de lugares ni cosas, sino que se centra sobre todo en las vivencias y en las conversaciones. Me parece éste un aspecto a destacar, pues es así como queda construido el tema principal de la historia: el liderazgo: sus formas, su creación, sus ventajas y sus inconvenientes. Aun viéndolo todo desde el punto de vista de un niño, se va desarrollando una evolución que, en el momento que culmina, dejará al lector sorprendido. Esto, unido al ritmo endiabladamente rápido de la narración, hace de esta obra una lectura fácil que deja una muy buena impresión y una buena historia. Incluso a algunos los hará revivir esas historias del colegio cuando todos los juegos eran una competición por la supremacía.
El autor ha publicado muchas obras a partir de esta base. En principio, “El juego de Ender” fue publicado como novela corta, pero después se convirtió en la novela que actualmente es, ganando los premios Hugo y Nébula. La saga continúa con los títulos “La voz de los muertos”, “Ender el Xenocida”, “Hijos de la mente” y “Ender en el exilio”. Aparte de esta saga, el autor escribió una saga paralela, de otras cuatro novelas, centrándose en otros personajes de la historia.
El final de “El juego de Ender” deja entrever que la historia sigue, aunque con un giro radical respecto a lo que se puede pensar al principio. Espero completar pronto la saga y poder hacer un análisis conjunto de toda la historia. De momento, ha empezado de forma inmejorable. Otro aspecto que me gustaría destacar: no sólo hará las delicias de los adultos, sino que cualquier niño podrá disfrutar igualmente la historia.
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