domingo, 14 de abril de 2013

Victus, de Albert Sánchez Piñol

                El catalán Albert Sánchez Piñol se dio a conocer principalmente con su primera novela, La piel fría en 2003. Nueve años después, en 2012, aparece Victus, la novela de la que trata esta reseña.
                Victus es una novela histórica, ambientada a principios del siglo XVIII, durante la guerra de Sucesión española. Ya desde el principio se advierte que la culminación de la historia será el asedio y bombardeo que sufrió Barcelona durante 1713 y 1714.
                La historia está narrada en primera persona desde el punto de vista del protagonista, Martí Zuviría. A sus noventa y ocho años de edad, decide contar cómo vivió todo el proceso de la guerra, comenzando desde que era un niño hasta que se vio envuelto y formando parte activa y pasiva en el asedio de Barcelona.
                El tono utilizado está muy conseguido, y me ha parecido uno de los puntos fuertes de la historia. El anciano dicta a su escribiente austríaca la historia, y ella la transcribe tal como sale de los labios del narrador, así que ahí queda perfilado el carácter agrio y borde con que se expresa el protagonista, ya harto y cansado de todo.
                La documentación para la obra ha debido ser muy extensa y minuciosa. Ello ha valido para introducir en la historia personajes reales (al final hay una relación sobre los personajes que son reales o ficticios), y pese a que no sea una obra de divulgación histórica, el efecto está muy conseguido, y permite visualizar los escenarios y personajes que el autor describe. Abundan también los dibujos, mapas y grabados a lo largo de las 604 páginas del libro. Esos dibujos sirven como orientación y a la vez como explicación de muchos de los hechos que van sucediendo.
                La trama avanza siguiendo al protagonista y sus vivencias. Abunda la ironía y las situaciones humorísticas provocadas principalmente por la cobardía y candidez de ese personaje. Personaje muy bien conseguido, por cierto. Los rasgos que lo caracterizan hacen fácil al lector empatizar con él y acompañarlo en su viaje, que recorrerá zonas de Francia y España hasta llegar a Barcelona, donde culminará la historia.
                La ausencia de tiempos muertos hace que la acción no pare, que continuamente estén sucediendo cosas. Eso hace que, pese a su volumen, sea una obra ligera de leer.
Por ponerle un “pero”, diré que el lenguaje utilizado y la forma de ver el mundo del protagonista es muy actual, lo cual es uno de los escollos difíciles de superar para cualquier obra, ya sea literaria o cinematográfica, ambientada en épocas remotas. En todo caso, es un detalle que no tiene gran trascendencia, y su omisión hace fácil la lectura y comprensión para cualquier lector. Hacerlo de otra forma, como por ejemplo hace Pérez Reverte en su saga de Alatriste, añade mayor colorido a la narración y ayuda a crear ambiente, pero como he dicho, no es un detalle que suponga un problema para esta novela.

martes, 9 de abril de 2013

Conan el Cimmerio, de Robert E. Howard

                Tuve un amigo que coleccionaba cómics, y gracias a él fue como conocí las historias de Conan el Cimmerio, del cual sólo tenía la referencia de las películas de Schwarzenegger de los años ochenta. Muchos años después, es decir, ahora, es cuando he decidido leer las historias auténticas de su creador, Robert E. Howard.
                Yo creía que las historias de Conan eran más recientes, pero cuando supe que el autor se había suicidado en 1936 con treinta años de edad, me sorprendió.
                Lo que he leído es una recopilación de historias cortas, de alrededor de veinte páginas cada una. Hay un capítulo inicial donde se explica la formación del mundo en que vive Conan y la historia antigua de dicho mundo. Quedan así las historias encuadradas dentro de la literatura fantástica, en el género de espada y brujería.
                El protagonista es un bárbaro que proviene de Cimmeria, una tierra donde abundan las montañas. El narrador en tercera persona va siguiendo sus aventuras a través de sus viajes por el mundo, que recorre con el único objetivo de alcanzar fama y riqueza.
                Cada historia cuenta una aventura diferente, y al principio se enumeran unos antecedentes que hacen de conexión entre cada historia y la anterior, formando de esta forma una trama lineal en el tiempo. A lo largo de cada historia, se puede ir viendo la evolución del personaje, que pasa de ser un adolescente casi inexperto a un curtido guerrero con amplia experiencia en varios campos, gracias a sus vivencias.
                El personaje está muy bien caracterizado, con unos rasgos muy marcados y una actitud ante el mundo muy definida.
                En cuanto a las historias, tienen varios ingredientes que, aunque se repiten, forman combinaciones que cristalizan en historias entretenidas, donde suelen tener cabida el misterio y la acción. Dichos ingredientes, entre otros, son:
                -Ruinas donde aguardan tesoros ocultos
                -Mujeres misteriosas o desvalidas a las que ayudar o rescatar
                -Tramas políticas o religiosas y luchas por el poder
                -Tierras remotas y desconocidas por descubrir
                -Magia y hechiceros
                -Antagonistas crueles y despiadados
                Esos son algunos de los ingredientes que abundan en las historias de Conan. En cuanto al estilo del autor, me ha parecido muy descriptivo. Es fácil imaginarse esos lugares inhóspitos, esos ambientes opresivos donde el mal acecha a cada instante, esos monstruos que escapan a la imaginación.
                Para todo el que tenga ganas de vivir aventuras, es recomendable seguir las andanzas de Conan. Acompañándolo por su mundo es fácil abstraerse de esta realidad y pasar unos buenos momentos que dejan casi la misma sensación que haber hecho un exótico viaje.