viernes, 15 de febrero de 2013

El lejano país de los estanques, de Lorenzo Silva

                En 2012, Lorenzo Silva recibió el Premio Planeta por La marca del meridiano, que es la séptima entrega de las aventuras de los investigadores de la Guardia Civil Bevilacqua y Chamorro, los personajes más conocidos del autor.
                El lejano país de los estanques, publicado en 1998, es la primera entrega de la serie policiaca protagonizada por los susodichos personajes, y es el objeto de análisis en esta reseña.
                Se trata de una novela policiaca al más puro estilo. Chica extranjera aparece muerta en una residencia de vacaciones cerca de la playa, durante el verano. Los protagonistas investigan su caso hasta la resolución. Pintado así, parece que no añade nada a la mucha literatura que hay parecida, pero nada más lejos de la realidad. La fórmula de cualquier novela policiaca puede ser siempre la misma, suele empezar y acabar igual (empieza con un crimen y acaba con la captura del criminal), pero lo que sucede entre esos dos puntos es el núcleo de la historia.
                La novela policiaca siempre me ha parecido fascinante por la enorme carga moral que pone en juego. Asimismo, es uno de los vehículos más potentes de crítica social que existen. Exponiendo hechos sin dar explicaciones, el lector se suele encontrar muchas veces ante dilemas difíciles de abordar. No sólo se trata de armar el puzle que supone la resolución del caso, sino también verse cara a cara con los motivos de los criminales o incluso de los propios investigadores, y ver que en el mundo no todo es blanco o negro, sino que hay muchos matices de grises. Es ahí donde se descubre que los buenos no siempre ganan y no siempre son buenos, y que los malos tal vez no son tan malos, y no siempre pierden. Ese detalle da un juego impresionante en cualquier novela de este tipo.
                En El lejano país de los estanques, hay un detalle que me ha llamado mucho la atención respecto al resto de novela policiaca que llevo a mis espaldas. Ese detalle se llama disciplina, y es algo que no suele abundar en este tipo de escritos. Normalmente, los investigadores de novela suelen ser tipos atormentados y decadentes, o bien seres obsesivos dedicados por completo a su trabajo, o personas con un intelecto superior a prueba de criminales, o personas que se ven obligadas a enfrentarse con el criminal porque es su némesis o por alguna venganza del pasado. Ninguno de esos estereotipos encajan con el sargento Bevilacqua y su ayudante la guardia segunda Chamorro. Hablaba de disciplina porque es uno de los pilares del Ejército y la Guardia Civil, y está presente en toda la obra: en los diálogos, en la forma de trabajar de los protagonistas. Ese detalle no lo he encontrado con tanta claridad en ninguna otra novela que haya leído con anterioridad. Es por eso que el autor recibió un premio de la misma Guardia Civil por su contribución a la imagen del Cuerpo.
                Y es que los personajes, así como los escenarios y las situaciones descritas, son muy realistas. Quizás algo exagerados algunos personajes secundarios, pero se puede disculpar, porque con eso se ahorran descripciones redundantes y permite al autor centrarse en el meollo de la cuestión.
                La investigación está ambientada en una zona de vacaciones en Mallorca, cerca de la playa. Todo el proceso que siguen los protagonistas está descrito con un ritmo que hace que al lector le cueste trabajo dejar la lectura, por la cantidad de interrogantes y por la forma de enfocar el avance de la investigación. Al final, incluso sabe a poco.
                No puedo dar más detalles sin meterme a pisar la historia a quien no sepa de qué va, pero recomiendo esta lectura. La experiencia es como un paseo agradable con algo de tensión en determinado puntos. Tengo curiosidad por seguir con la serie y ver si mantiene el mismo nivel. Lo haré dentro de poco.

martes, 12 de febrero de 2013

Ampliación del campo de batalla, de Michel Houellebecq

                El escritor francés Michel Houellebecq publicó en 1994 su primera novela, Ampliación del campo de batalla. No es muy larga, sólo 176 páginas, así que ha caído en dos días de lectura pausada.
                El escritor es un tanto problemático, y parece ser que la polémica ha ido siempre persiguiéndolo. Ha sido tachado de misógino y racista, y algunas declaraciones suyas lo han llevado ante los tribunales. Aparte se le ha criticado bastante por las reflexiones de los personajes de sus novelas. Enterarme de esto merece que haga una pausa para soltar una sonora carcajada y, a la misma vez, intentar dilucidar el significado de la “supuesta” libertad de expresión. ¿Se puede juzgar a alguien por lo que dicen o hacen los personajes de sus obras? ¡Pobres de los escritores de novela policiaca!.
                Volviendo al meollo del asunto, en este caso la novela es dura. Incluso puede parecer absurda. Y lo es. Me explico: el tema de esta novela es la vida del hombre moderno. Por eso no debe extrañar que diga que parece una historia absurda, porque lo es, como también lo es el tema que trata.
                El protagonista es un treintañero ejecutivo de nivel medio, ingeniero. Un proyecto con un Ministerio lo lleva a viajar por motivos de trabajo, y mediante el día a día del protagonista, sus reflexiones, sus interacciones laborales y fuera del trabajo, el protagonista irá alcanzando progresivamente un grado de enajenación con respecto al mundo conforme va avanzando la historia, contada en primera persona desde el punto de vista del propio protagonista.
                Mediante la descripción de los actos cotidianos y los problemas sin solución que aparecen en la obra, condimentando con afirmaciones contundentes y políticamente incorrectas, al final de la historia queda dibujada perfectamente una parte de la decadencia del mundo en que vivimos. Más que una novela es una reflexión sobre el mundo actual, la pérdida de valores, las dificultades de comunicación, el aislamiento… todo ello y mucho más está presente en Ampliación del campo de batalla, directa o indirectamente.
                El tono en que se cuenta la historia es irónico, pero contundente. Verdades mezcladas con situaciones absurdas que generan un efecto demoledor. Durante la lectura, hay bastantes momentos que harán al lector removerse en su asiento para encajar el golpe.
                Una vez acabada la lectura, sabe a poco. A la vista de la obra del autor, no descarto ponerme en breve con alguna otra de sus novelas. Acabo de descubrir un estilo que me ha llamado positivamente la atención. Por ser un poco puntilloso, diré que en algunos momentos, el autor mezcla elementos poéticos que hacen un efecto un poco extraño en la historia, desentonan. Pero eso no empobrece la calidad de la obra.
                Ya comentaré si la siguiente obra mantiene el mismo nivel.

jueves, 7 de febrero de 2013

Historia de O, de Pauline Réage

                La escritora francesa Dominique Aury escribió con el seudónimo de Pauline Réage esta novela, Historia de O, que fue publicada en 1954. La novela tuvo bastantes problemas con la crítica, debido al tema que trata, el BDSM. Aunque no toca aquí definir qué significan esas siglas, digamos que hacen referencia a una forma de sexo “poco convencional”.
                Historia de O es una novela erótica, y eso se deja ver desde las primeras páginas de la novela, bueno, mejor tras una especie de interesante introducción que hay antes de que empiecen las vivencias de la protagonista.
                He dicho que el tema es el BDSM, aunque no es exactamente correcto. El BDSM es el medio que usa la autora para mostrar el verdadero tema, que tiene varias vertientes: la sumisión, la esclavitud, la humillación voluntaria, y todo ello en relación directa con las prácticas sexuales.
                Es una historia absorbente, atrapa al lector desde el primer momento. El tema del sexo queda relegado a un segundo plano, a una especie de escenario donde tiene lugar la verdadera historia. No hay reflexiones, no hay juicios de valor: simplemente hay hechos, que cada lector podrá interpretar como quiera.
                Un detalle que me ha llamado la atención es que, aunque se escribió hace más de medio siglo, es difícil saberlo si nadie te lo ha dicho. Tanto los personajes como los lugares y los hechos que surgen en la historia podrían estar en la fecha actual y no se notaría en absoluto.
                La protagonista, a la que se conoce sólo como “O”, es la que lleva la voz cantante de la historia. El narrador la sigue, contando sus vivencias y su evolución a través de la relación sentimental que la une a René, su amante. Paso a paso, esa relación se va desarrollando y ampliando en un crescendo continuo que mantiene al lector a la espera de lo que ocurrirá a continuación. A la misma vez, se irá conociendo un poco más la vida de la protagonista al margen de su relación sentimental.
                Está ambientada en Francia, y hace referencia a París y algún otro lugar, pero sin esmerarse demasiado en las descripciones. La obra no es muy extensa y las descripciones son lo suficientemente escuetas como para generar el impacto que la autora pretendía. No falta nada, y considero que tampoco sobra.
                La historia es dura, violenta, con grandes dosis de sexo y todo tipo de humillaciones y situaciones aberrantes.
                No puedo evitar comparar con la trilogía Cincuenta Sombras, que tan de moda está ahora. Ya hice la crítica de la primera parte. De hecho, conversaciones sobre esa trilogía es lo que llevó a que me recomendaran esta novela. Y no hay color. No se pueden comparar. Mientras que la trilogía está mal escrita, con personajes planos, infantiles, idealizados y poco creíbles, esta Historia de O es una obra adulta, compleja, con personajes creíbles. Aun tratando el mismo tema e incluso siguiendo una línea argumental parecida (pese a que la trilogía es mucho más extensa), no tiene nada que ver la exposición de la trama de una y otra.
                Se dice que la autora escribió esta novela con la finalidad de conquistar a un hombre con quien mantenía o había mantenido una relación. Me resulta un detalle desconcertante, pero también lleno de simbolismo si se piensa en el papel que representa O en la obra.
                Para todo el que quiera meterse en un mundo que, al menos para mí, era totalmente desconocido, recomiendo esta lectura. A fin de cuentas, una de las finalidades de la lectura es transportarnos a lugares y situaciones distintos a lo que estamos acostumbrados, y yo con la Historia de O me he dejado llevar. Estoy seguro de que el Marqués de Sade también habría dado su aprobación a esta novela.

lunes, 4 de febrero de 2013

La caída de los gigantes, de Ken Follet

                Primera parte de una trilogía basada en algunos de los principales acontecimientos del siglo XX. La caída de los gigantes, con 1.024 páginas, fue publicada en 2010 y actualmente ya está disponible la segunda parte de la trilogía: El invierno del mundo. La tercera parte saldrá posiblemente en 2014.
                La idea es bastante original. En esta primera parte se narra la época de la 1ª Guerra Mundial desde el punto de vista de varios protagonistas: una familia de mineros galesa, unos aristócratas galeses, un norteamericano, unos hermanos rusos y un diplomático alemán. Con ese abanico de personajes principales, quedan cubiertos todos los ángulos de esa época turbulenta.
                La historia comienza poco antes del acontecimiento que dio lugar a la guerra, y va avanzando en el tiempo, concluyendo tras la finalización del conflicto. Todo ello visto desde los ojos de los personajes mencionados, a los que acompañará el lector viendo su evolución y cómo el conflicto afecta a sus vidas.
                Sin grandes ornamentos ni frases grandilocuentes, el autor narra en tercera persona, cambiando de personaje cada capítulo, haciendo avanzar el tiempo con cada cambio, y a veces, viendo los mismos hechos desde distintas perspectivas, lo cual es un buen punto a favor de la obra.
                Hasta aquí el análisis “técnico” de la obra. Ahora doy paso a mi análisis personal. Por supuesto, sin destripar el argumento, como siempre hago en mis reseñas. El resumen al que llego tras leer La caída de los gigantes es que no merece la pena. No es que sea mala la historia, ni que esté mal escrita, o que se me hiciera especialmente pesada. Simplemente, a mí no me aporta nada, y por eso (y por su extensión) es por lo que digo que no merece la pena. Como novela histórica, supongo que la mayoría de los hechos narrados serán reales, aunque con tinte novelesco. Al final de la obra, el autor señala las fuentes reales para distinguir la ficción. En ese aspecto está bien.
                Lo que no me ha gustado nada son los personajes. Los encuentro poco desarrollados. Cada cual se distingue por su función más que por su naturaleza. Incluso diría que, más que por su función, por su misión. Cada cual lleva un objetivo en mente y así sigue hasta el final de la novela. Eso hace que, más que seguir una evolución, lo que haya sea el cumplimiento de una misión, como si la vida sólo se tratara de alcanzar un objetivo. Aparte de esa motivación, en los personajes no he encontrado… nada más. Como si fueran robots programados para hacer una tarea, vamos. Poco profundos, estereotipos. Y yo creo que en 1.024 páginas hay espacio de sobra para desarrollar bien más de una docena de personajes. Y eso no lo he encontrado aquí. Un punto muy negativo.
                Aparte de eso, cada día me fastidia más el maniqueísmo, y en esta obra es uno de sus pilares fundamentales (¡hum!, pilares…). Los personajes son o muy buenos o muy malos. Tanto a unos como a otros se les distingue por la forma en que se les presenta. Esto le resta mucha calidad a la obra, desde mi punto de vista.
                Otro detalle negativo, en relación con el anterior, en el uso de los resortes dramáticos, ya que el autor siempre recurre siempre al mismo: la injusticia. Es un resorte muy fuerte para crear empatía con el lector, lo reconozco, pero en este caso, más que uso, hace un abuso. A todos los personajes les ocurren cosas muy malas y seguimos leyendo para ver cómo resuelven esos problemas, pero llega un momento que cansa. Entonces surge el segundo resorte dramático: el amor, unido a la separación, la tensión sexual no resuelta. Esa típica escena que no hace más que hacer pensar al lector que a ver si se acuestan ya de una vez. Pues lo mismo, escenas de esas, a montones. Y en cuanto al amor, la novela llega a un momento que parece convertirse en telenovela, al estilo de Amar en tiempos revueltos, que no he tenido el gusto de ver, pero el título queda clavado.
                En fin, recuerdo que disfruté mucho leyendo Los pilares de la Tierra y Un lugar llamado libertad. En este caso, La caída de los gigantes no es el peor que me he leído de Ken Follet, que ese mérito corresponde a En el blanco, malo a rabiar. Pero no pasará a mi lista de lecturas recomendadas, y por supuesto, no me motiva nada para seguir leyendo el resto de la trilogía. Pero todo esto es mi opinión personal.