viernes, 21 de diciembre de 2012

La aventura del tocador de señoras, de Eduardo Mendoza

                La aventura del tocador de señoras es la tercera novela protagonizada por el detective anónimo creado por el catalán Eduardo Mendoza. Actualmente ya existe la cuarta novela, titulada El enredo de la bolsa y la vida.
                Mi análisis se refiere sólo a esta parte (la tercera), aunque me consta que cada novela de esta serie consiste en un caso aislado y que tienen como factor común el mismo protagonista, así que no es necesario leerlas por orden, aunque sería recomendable.
                Cuando leí Sin noticias de Gurb, del mismo autor, me pareció una historia desfasada, lejana en el tiempo, aunque me gustó el estilo del autor. Es por ello que decidí darle una segunda oportunidad, y no me ha defraudado. En comparación con la obra citada, esta historia comparte esa visión ácida, catastrofista y miserable de los personajes, así como ese toque humorístico con situaciones absurdas que se suceden una tras otra.
                El protagonista (cuyo nombre no se conoce) es el narrador, y cuenta la historia desde su punto de vista, lo que la impregna de esa candidez que convierte en absurdas las experiencias vividas por él.
                La historia debería estar encuadrada en el género policiaco, ya que se trata de un misterioso caso de espionaje empresarial en el que el protagonista se verá envuelto en contra de su voluntad.
                Todo comienza con la salida del protagonista del manicomio en el que se hallaba recluido. A partir de ahí, se verá  inmerso en una conspiración en la que no tendrá más remedio que involucrarse para su resolución.
                La trama no deja un momento de respiro, ya que los acontecimientos van sucediéndose sin tregua, con lo que el protagonista irá pasando de una situación disparatada a otra que lo es aún más, hasta llegar a un final en que todos esos disparates, entrelazados entre sí, darán lugar a la resolución del caso.
                La novela cuenta con varios detalles que dan lugar a varias lecturas. Tomándolo todo en conjunto, es una historia seria, pero sin embargo, está narrada de una forma humorística que deja unas sensación de caricatura. Por otra parte, los personajes están descritos haciendo mucho hincapié en sus defectos, y no dejan de ser clichés, de lo cual el autor obtiene bastantes recursos humorísticos. A pesar de ello, en determinados momentos aparecen unas reflexiones o conversaciones de una profundidad tal que dejarán al lector descolocado, sin saber si hay que reírse o impresionarse por lo explicado. Además, el vocabulario utilizado añade más gracia si cabe a la historia, al ver explicaciones de hechos ridículos en un lenguaje culto, o bien los intentos de racionalizar hechos banales como si se estuviera escribiendo una tesis doctoral.
                Tengo que reconocer que me he divertido leyendo La aventura del tocador de señoras, porque la novela policiaca es un género que me interesa bastante, y porque es la primera obra en la que veo el género tratado de forma humorística.
                Para todos aquéllos que han leído La conjura de los necios y les ha gustado, les recomiendo esta obra, pues veo ciertas similitudes en el estilo utilizado. Hay muchas diferencias, sin duda, pero para mí, la experiencia lectora ha sido muy parecida.

lunes, 3 de diciembre de 2012

Cinco horas con Mario, de Miguel Delibes

                Antes de esta novela, pasaron por mis manos otras dos del autor vallisoletano, las cuales no son precisamente narraciones alegres. Se trata de La sombra del ciprés es alargada y El camino. En ambas historias, la muerte está siempre presente, como una sombra acechante que inunda el relato buscando su protagonismo.  En Cinco horas con Mario, la historia comienza directamente con un entierro. Sin embargo, esta vez no aparece ese ambiente tétrico que ambientaba las otras dos novelas a que hago referencia.
                La historia está dividida en tres partes claramente diferenciadas. Hay una pequeña parte introductoria, donde se describe el entierro de Mario. Después, la parte más extensa, núcleo del relato, que es un monólogo de su mujer Carmen junto al féretro de su marido. La novela concluye con un pequeño epílogo tras el monólogo de la mujer con su marido muerto.
                Esta obra vio la luz en 1966, y narra de forma excelente una parte de la visión de la sociedad y los problemas de España en esa época. Desde el punto de vista de Carmen, una mujer de clase media, se irá conociendo su entorno y, sobre todo, a su marido Mario. Literariamente, tiene muchos puntos soberbios y difíciles de dar forma. Personalmente, expongo dos que me han impresionado: uno es la visión subjetiva que Carmen da a su realidad, lo que permite dos lecturas diferentes: lo que ella piensa y lo que pasó en realidad. Es un ejercicio difícil de trasladar al papel, y en este caso está hecho con maestría. El otro punto interesante es cómo está redactado. El lenguaje coloquial que usa Carmen es un reflejo de la forma de hablar de la época, y a través del lenguaje, no sólo se retrata ella, sino también todo el ambiente que la rodea.
                Otro detalle interesante es el perfil psicológico de la narradora. Hasta muy avanzada la lectura no se da el lector cuenta de qué pie calza, y a partir de ahí es cuando comienza esa doble lectura que comentaba anteriormente.
                Sin llegar a contar parte de la historia, no es ninguna novedad que el monólogo de Carmen se centra en la crítica a su marido. La “chicha” de esta novela es el fundamento de dichas críticas, lo cual irá descubriendo el lector conforme avanza la historia.
                Pese a ser un monólogo, al finalizar la obra, el lector tendrá un perfil de cada uno de los personajes bastante definido, lo cual es un logro por parte del autor, debido a la forma de la narración.
                Como decía al principio, no es una historia alegre, pero es una buena historia, digna de ser leída. Me sorprende saber que esta obra se representa en teatro, y tengo curiosidad por verla, ya que el trabajo para la actriz debe ser descomunal. Son 256 páginas, la mayoría de ellas en forma de monólogo. En cualquier caso, en teatro o en novela, recomiendo esta obra. Es muy interesante la evolución que seguirá el lector respecto a la imagen de la narradora.